jueves, 19 de septiembre de 2019

Brundlefly: El hombre que se transformó en alimaña



Por: Alexiel Vidam

Quizás la primera vez que viste Spiderman, pensaste que obtener ciertos rasgos de insecto podría tener sus ventajas: llegar a tiempo a todos lados sin gastar en taxi (como el Spiderman de Sam Raimi), subir pisos rápidamente, eso sin contar el volverte invulnerable y súper popular (especialmente con esa vecina pelirroja). Sin embargo, cuando el científico Seth Brundle obtuvo sus propios “poderes” de insecto, créanme que no la pasó tan bien…


Seth, protagonista de La Mosca (David Cronenberg, 1986), interpretado por Jeff Goldblum, era un científico joven y brillante. Casi había logrado el Premio Nobel de la Física a sus veinte años, y estaba más que seguro de poder crear una máquina revolucionaria. Inspirado por su problema de cinetosis (se mareaba al subir a un vehículo), Seth decidió que era momento de acabar con el transporte tradicional y crear la primera máquina teletransportadora.

La máquina de Brundle, consistía en dos telecápsulas al mando de una computadora; la computadora daba la señal, y la primera cápsula desintegraba el objeto, el cual volvía a integrarse -sin diferencias- en la segunda cápsula. Por donde se le mire, una maravilla… salvo por un “detalle”.


El aparato de Brundle sólo podía teletransportar objetos inanimados; los animados, terminaban “integrándose” de una manera completamente desordenada y absolutamente nauseabunda.


(Si no me creen, pregúntenselo a este mandril.)

Seth se sentía completamente frustrado, y trabajaba día y noche encerrado en su habitación-laboratorio ubicada en el cuarto piso de un almacén abandonado. Sin embargo, la llave para solucionar el problema, se la daría Verónica -interpretada por Geena Davis-, una ambiciosa periodista interesada en publicar su trabajo. Ella pronto se vería atrapada por la peculiaridad, ingenio y simpatía del científico, iniciándose entre ambos un romance.

En medio de uno de sus tantos encuentros es que surge la clave: la máquina de Brundle no es capaz de comprender la naturaleza de la carne. Una vez que Brundle le enseña sobre esto a la computadora, alcanza la cima de su trabajo profesional, pero también, inicia su propia perdición.



Movido por los celos, y hecho  una cuba de pies a cabeza, Brundle tiene la “genial idea” de probar la máquina teletransportadora consigo mismo. Lo que no percibe, es que no se encuentra solo en la telecápsula: una mosca ha ingresado junto a él. ¿Resultado? Brundle va convirtiéndose progresivamente en un monstruo humanoide con características y hábitos de mosca.

Esto se vería reflejado tanto en su apariencia física (empieza a deformarse, se llena de pelos de mosca, se le van cayendo los dientes, las uñas, etc.), como en su personalidad (pasando de ser un sujeto amable y encantador, a un total cretino), y en su estilo de vida (ingiriendo enormes cantidades de azúcar y vomitando en sus alimentos antes de tragarlos).


El nuevo Brundle, se hace llamar “Brundle-Mosca” (“Brundlefly”, en el idioma original), ya que se considera un ser nuevo y diferente de su antiguo yo. Podríamos decir que Brundle-Mosca tiene sentimientos encontrados hacia sí mismo: la parte de Brundle que habita en él, añora volver a la normalidad, se desprecia, y reconoce que nadie debería acercársele, pues “no se puede confiar en un insecto”; en contraste, la parte de mosca se siente fascinada con su propia naturaleza y no tiene una pizca de escrúpulos.


En otras palabras, la película de Cronenberg no sólo nos seduce con la brutalidad y el detalle con que muestra la transformación de un hombre en alimaña; también nos atrapa con en enfrentamiento interno de Brundle-Mosca. Él oscila entre sus antiguos de deseos de proteger a la mujer que amó —aun a costa de perderla— y su monstruosa megalomanía, que busca hacerla parte de sus experimentos a como de lugar.  



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