miércoles, 24 de abril de 2013

En castellano, “míster”


Pelas sin doblaje



Por: Alexiel Vidam

Ayer, 23 de Abril, fue el día nuestro querido idioma (ése que tú destruyes con tus jergas barruntazas), motivo por el cual les traemos una lista especial de películas en castellano. Dado que no todo el cine es Hollywood, y en español hay muchos buenos filmes  (tan buenos o mejores que los hollywoodenses), aprovechamos la ocasión para presentarte una lista de diez películas en castellano que no puedes dejar de ver.


PERROS DE MAL AGÜERO (AMORES PERROS)

País: México
Director: Alejandro González Iñárritu


Cuatro historias entrelazadas por el mismo “pueblo chico” (o mejor dicho, ciudad chica), y por la presencia predominante de los perros, esos seres que parecen mensajeros del buen agüero y terminan trayendo tragedia. En la primera historia, Octavio (Gael García) entra en el mundo de las peleas de perros a fin de ganarse unos miles de pesos y serrucharle el piso a su hermano Ramiro (Marco Pérez), que se dedica al “noble oficio” de asaltante de farmacias. En la segunda,  Daniel (Álvaro Guerrero) acaba de dejar a su esposa y a sus dos hijas por irse tras las faldas de una modelo española llamada Valeria (Goya Toledo). En la tercera, “Chivo” (Emilio Echevarría), un ex subversivo salidito de la cárcel, hace su último “trabajito” de sicario antes de ir a al reencuentro de su hija. Estas tres historias se cruzan por casualidad en un trágico accidente donde los perros tienen presencia clave.


AVENTURA CULINARIA... (FUERA DE CARTA)

País: España
Director: Nacho G. Velilla



Maxi (Javier Cámara) es un chef homosexual estresado por las deudas y por tener que asumir su responsabilidad como padre. Su ex esposa acaba de fallecer y tiene que hacerse cargo de los hijos a los que nunca se dignó a visitar. Como es de esperarse, éstos no le tienen mucho aprecio, y él tiene que hacer esfuerzos sobrehumanos para que le acepten. Las cosas se complican todavía más cuando Maxi y su mejor amiga, Alejandra (Lola Dueñas), se enamoran del mismo hombre: Horacio (Benjamín Vicuña), un jugador de fútbol retirado que ahora se encarga de entrenar al hijo de Maxi.


FOBIAS, FILIAS, “LOCAS” Y TERRORISTAS (LABERINTO DE PASIONES)

País: España
Director: Pedro Almodóvar


Una de las primeras películas, y también de las comedias más disparatadas de Pedro Almodóvar. Cuenta la historia del alocado romance entre Sexilia (Cecilia Roth), una joven ninfómana con fobia a la luz solar, y Riza Niro (Imanol Arias), príncipe de Tirán que anda de paseando de incógnito en Madrid, “la ciudad más salvaje y divertida del mundo”. Ambos se conocen en un concierto de rock underground y se enamoran inmediatamente, dejando completamente de lado sus filias. Sin embargo, no todo es color de rosa, pues aparece Sadec (Antonio Banderas), uno de los antiguos amantes de Riza, quien resulta ser un terrorista tiraní tras sus pasos. Por si fuera poco, Toraya (Helga Liné), la despechada ex esposa del padre de Riza, busca acostarse con Riza a toda costa, a fin de cobrar venganza.


NO HAGAS LA TAREA (TESIS)

País: España
Director: Alejandro Amenábar


Algunos hacen tesis sobre autores literarios, directores de cine, sobre los chanchos que vuelan o sobre por qué el “trueque” debería volver a establecerse como forma de pago, pero Ángela (Ana Torrent) optó por algo meno convencional y bastante más escabroso: las películas snuff, ése clandestino género cinematográfico en el cual se muestran asesinatos reales frente a la cámara. Para copilar información, Ángela se junta con el “friki” de la facultad, Chema (Fele Martínez), un aficionado a las películas violentas, y coleccionista de gore, porno y videos snuff. En medio de la investigación, ambos descubren una cinta de este tipo grabada en la facultad, de modo que empiezan a cazar y ser cazados a la vez por un asesino de identidad desconocida. Lo más rico del filme, aparte de la fuerte dosis de suspenso, es que se trata de una de esas historias cuya trama sufre varios giros que aturden al espectador, de modo que éste no sabe a ciencia cierta quién es el asesino hasta que acaba la película.


PROVINCIANOS DIABÓLICOS (MADEINUSA)

País: Perú, España
Directora: Claudia Llosa


¿Quién dijo que todos los provincianos son buenos e inocentes? Estamos seguros de que a Claudia Llosa le valieron madres las clases de literatura indigenista en el cole, pues el provinciano que ella nos presenta es un digno villano de cinta de horror. La película nos traslada al pueblo imaginario de Manayaycuna, donde un “gringo” (limeñazo) las ve negras por arribar al sitio justo en Viernes Santo, la fecha en la que “dios no ve”, por lo que los pueblerinos se dedican a hacer desmadre. Seguro pensarás que esto no es motivo de miedo, pero no te dejes engañar, que a estos señores no les gustan los “blanquiñosos”, y meeeeeenos, si te atreves a ponerle la manota encima a la hijita “mosca muerta” del alcalde (Madeinusa Magaly Solier-); puede que ella misma, con su cara de “yo no fui”, termine siendo tremenda lobaza y acusándote de asesinato.

(*Para ver el post sobre la película, click aquí.)


CIENTÍFICO LOCO (LA PIEL QUE HABITO)

Director: Pedro Almodóvar
País: España


No podía faltar Almodóvar, esta vez, con un filme tan intrigante, como provocador y sorprendente. El protagonista, el Dr. Roberto Ledgard (Antonio Banderas) es un prestigioso cirujano plástico obsesionado con crear una piel súper resistente. Para sus estudios, tiene por conejillo de indias a Vera (Elena Anaya), una misteriosa paciente a quien mantiene encerrada bajo siete llaves en una habitación de su casa, y vigilada mediante monitores. Esta paciente, a su vez, posee el rostro de la fallecida esposa del doctor. Estos dos personajes se encuentran unidos por un por un pasado lleno de oscuros secretos, que crean entre ellos una relación de amor-pasión-odio.


INFANCIA PELIGROSA (LAS MALAS INTENCIONES)

País: Perú, Argentina
Directora: Rosario García-Montero


A sus 8 años, Cayetana De los Heros (Fátima Buntix) está enfadada con la vida. Con su madre ausente, con su padre que se olvida de ella, con la profesora que habla del infierno, con una época en que los perros callan con Valium. Las Malas Intenciones está ambientada en uno de los momentos más violentos que ha vivido el Perú; a inicios de los 80, cuando los atentados terroristas de Sendero Luminoso agitaban a la población. Es un filme que denuncia la superficialidad de la clase alta limeña, y su indiferente al momento de pobreza y desolación que vivía el país; todo ello, a través de los ojos de una niña que ha desarrollado, en su soledad, una capacidad reflexiva tan aguda como maliciosa.


PORQUE LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN (EL LABERINTO DEL FAUNO)

País: España, México
Director: Guillermo Del Toro




¿Dónde se encuentra el límite entre la realidad y la ficción? Ésta es la pregunta que nos plantea El Laberinto del Fauno, un drama matizado con fantasía, al mostrarnos escenas realistas combinadas con lo que ocurre en la imaginación de la protagonista, Ofelia (Ivana Baquero), una niña de nueve años que se refugia en los cuentos de hadas para sobrellevar la crudeza de la Guerra Civil española y la crueldad de su padrastro (un capitán franquista). Una noche, Ofelia descubre un laberinto escondido, donde se encuentra el fauno (Doug Jones), una extraña criatura humanoide con rasgos de macho cabrío. Este personaje, le dice que ella en verdad es una princesa, y que para volver a su reino, debe superar tres pruebas antes de que llegue la luna llena. La última prueba resulta ser brutal, lo que pondrá a Ofelia en un dilema entre la vida y la muerte.


¡Y OLÉ! (JAMÓN, JAMÓN)

País: España
Director: Jun José Bigas Luna


Si alguna vez te preguntaste cómo arrancaron Penélope Cruz y Javier Bardem en el cine, aquí tienes la respuesta: Jamón-Jamón, una película tan llena de drama y sensualidad que parece haber marcado de inicio lo que sería el perfil de ambos actores. La historia nos muestra a una adolescente llamada Silvia (Penélope Cruz), chica de bajos recursos, cuya madre se “cachuelea” como prostituta. Ella está de novia con José Luis (Jordi Mollá), un joven de clase alta cuya familia es propietaria de una fábrica de ropa interior masculina. Cuando Silvia sale embarazada, José Luis le promete casarse con ella, cosa que no gusta nadita a la madre del susodicho. Mismo novela mexicana (pero sin los nombres exagerados ni los lagrimones de cocodrilo), la mala es la suegra, quien, para impedir esa unión, contrata a Raúl (Javier Bardem), un aspirante a torero, para que seduzca a Silvia. No obstante, a la mala de la película le sale el tiro por la culata cuando Raúl (que para esto, también es su amante), se enamora de Silvia.


“TE ENCANTALÁ” (UN CUENTO CHINO)

País: España y Argentina
Director: Sebastián Borensztein



Roberto (Ricardo Darín) es un ermitaño de ciudad: renegón, solitario, amargado por su pasado en la Guerra de las Malvinas. Vive para hacerse cargo de la ferretería de su difunto padre, y su único pasatiempo es coleccionar noticias absurdas de los periódicos. Así es como ve la vida, como un absurdo, y de la manera más absurda también es que conoce a Jung (Huang Sheng Huang), un muchacho chino que no entiende ni jota de español, que busca desesperadamente a su único familiar en Buenos Aires (su tío), y que perdió a su novia cuando a ésta le cayó una vaca desde el cielo. La problemática de la película gira en torno a los problemas de comunicación de estos sujetos que parecen completamente opuestos entre sí, pero que tienen un punto en común que los une: la soledad.


DRAMA FUTURISTA (ABRE LOS OJOS)

Director: Alejandro Amenábar
Países: Italia, Francia, España


César (Eduardo Noriega) va a cumplir 25 años, es guapo, tiene dinero, y le gusta comer, dormir y hacer el amor. Podría decirse que tiene la vida perfecta, hasta que conoce a la mujer de su vida (Sofía, interpretada por Penélope Cruz), y, a las pocas horas, sufre un accidente de tránsito que lo deja hecho un monstruo muy a lo “Fantasma de la Ópera”. Sólo después de muchos meses de frustración y aislamiento, los doctores parecen encontrar la manera de reconstruir su rostro, y con ello, su vida. Sin embargo, el protagonista empieza a tener acosadoras visiones en la que ve a la mujer que le provocó el accidente, suplantando a su novia. Poco después es acusado de asesinato y encerrado en un sanatorio, donde tratará de reconstruir su memoria y entender qué es lo que ha sucedido.


LA CASA DE LOS ESPÍRITUS (EL ORFANATO)

Director: Juan Antonio Bayona
Países: México, España



Laura (Belén Rueda) y su esposo Carlos (Fernando Cayo) compran el orfanato donde ella se crió para convertirlo en una casa hogar para niños con síndrome de down. Ellos tienen un hijo adoptivo, Simón (Roger Príncep), portador del VIH. Todo parece tranquilo hasta que Simón discute con su madre dado que ella no quiere acompañarle a la casita de Tomás (Oscar Casas), uno de sus amigos imaginarios. Tras la discusión, Simón desaparece, y sus padres, desesperados, recurren primero al a policía, y luego, inclusive, a una médium (Aurora, interpretada por Geraldine Chaplin). Esta última le dice a Laura de que los niños del orfanato siguen en la casa y lloran, porque han sido envenenados, y la convence de que, si quiere encontrar a su hijo, debe “creer para ver”.


QUE NO TE ESTAFEN (NUEVE REINAS)

Director: Fabián Bielinsky
País: Argentina



Nueve Reinas es la historia de Juan (Gastón Pauls) y Marcos (Ricardo Darín), dos estafadores que unen sus mañas para realizar la falsificación de un costoso juego de estampillas, llamado “Las Nueve Reinas”. En el camino, pasan por todo tipo de peripecias que nos dan una bonita cátedra acerca de cómo prevenir una estafa (o de cómo hacerla linda). Si bien esta no es una historia en la que el bueno es el héroe, siempre hay un grupo de “malos más malos” que pondrán una serie de trabas en el camino de estos dos estafadores. Cuando el final parece de lo más frustrante (y deprimente) para ellos, la historia da un impresionante giro que parece burlarse del espectador, convirtiendo ese final amargo en el triunfo del menos esperado.


LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO (MACHUCA)

Director: Andrés Wood
País: Chile


Un drama descarnado basado en hechos reales. Gonzalo Infante (Matías Quer) es un niño de 11 años de la clase alta de Santiago de Chile. Él se hace amigo de un niño de clase baja llamado Pedro Machuca (Ariel Mateluna), y de su prima Silvana (Manuela Martelli); pero ellos viven en una época sumamente violenta y complicada para el país, 1973, poco antes del golpe de estado de Pinochet a Salvador Allende. La película transmite muy bien la peligrosa polaridad social de la época, así como la mirada inocente de los protagonistas frente a lo que les rodea, su ingenuidad y desprejuicio a la hora de actuar.


*Una versión algo más resumida de este artículo fue publicado en el número de Abril de la revista .

lunes, 22 de abril de 2013

El fenómeno de ¡Asu Mare!



Por: Ricardo Bedoya*

¡Asu mare! es un fenómeno, no cabe duda. Estaba previsto que lo fuera y asistimos a la confirmación. Los ingredientes: Un protagonista muy conocido y carismático, como Carlos Alcántara. Figuración de actores populares. Un teaser circulando hace varios meses. Un tráiler eficaz que permitía el reconocimiento del público con situaciones, un tipo de humor y lugares. Una campaña de publicidad previa inmensa. Una atención mediática sin precedentes para una película peruana. Un lanzamiento masivo en salas, al estilo blockbuster*. Es decir, una estrategia pensada y un lanzamiento profesional e inteligente.

Por otro lado, la fórmula del actor famoso de la televisión y el espectáculo que lleva al cine su propia figura o personaje ha demostrado ser rentable entre nosotros (Nemesio, de Oscar Kantor, con Tulio Loza, fue un gran éxito en 1969) y fuera: Santiago Segura en España, Diego Capusotto en Argentina, Stefan Kramer en Chile, entre otros.

La película misma está hecha con el modelo de la película masiva, de la “comedia local”, pero que respeta al espectador y no lo subestima, como ha ocurrido en otros casos. ¡Asu mare! quiere gustar, pero no de cualquier manera ni empleando golpes bajos: tiene una factura cuidadosa, una dirección artística elaborada, una preocupación por el acabado formal. La película no es una sucesión de chabacanos sainetes ni el remedo de los sketches de algún programa cómico de la televisión.

Dicho esto, también diremos que ¡Asu mare! es una conjunto de viñetas más o menos logradas, más o menos graciosas, más o menos hilvanadas,  siempre coloridas y costumbristas. Todas al servicio del relato biográfico de Cachín y del socorrido discurso aspiracional que los peruanos de hoy debemos suscribir so pena de herejía o traición a la patria.

Tal vez, por eso, los mejores momentos de ¡Asu mare!  son los menos aleccionadores, los más faltosos, los que muestran al protagonista, en modo de registro documental, luciéndose sobre un escenario mientras ilustra sus estrategias de seducción y baile. O los de su juventud con el pelo rizado, en el servicio militar, o estafado con el “cuento del cine”,  o en la fiesta donde se choca con las dos “pitucas”. ­­­O el diseño visual de aquellas escenas que recrean ciertas texturas de los sesenta en escenarios que simulan ser vidrieras de la vieja Oeschle Juguetes. Encuadres frontales sobre espacios que parecen retablos o casas de muñecas, en el estilo de un pálido y franciscano Wes Anderson.

Y los momentos menos logrados son los de la decadencia personal, la bola roja y la redención, que incluye  la jarana simbólica de la inclusión social, con música afroperuana,  donde se disuelven las diferencias y se olvidan las distinciones porque el triunfo está a la vuelta de la esquina. La cámara lenta sobre el baile de la pareja subraya no sé qué etéreo sentimiento de pertenencia a una comunidad que es pura Marca Perú. Es la apoteosis donde el chico del colegio Mirones que encontró a la chica del San Silvestre, para luego perderla, la reencuentra pero convertido él mismo en un chico de la televisión.

Es una trayectoria personal que solicita la identificación, la complicidad, la empatía. Y una memoria compartida de los últimos cincuenta años de la historia menuda y cotidiana: Monterrey, Ferrando, Carmín, los barrios de Lima, la música popular, los estilos de baile, Pataclaun y hasta los millones de intis. Pero no los apagones, los atentados, la violencia, la corrupción y el miedo.  No, esas experiencias no están aquí, tal vez porque aún no es tiempo de tratarlas con humor. En fin, no hay que ser aguafiestas
idiana: la de
recordándolas.


En el camino, Cachín se reconcilia con su propia identidad, aprende a pronunciar las letras de las canciones en inglés, su hermano deja de ser el nerd que le preguntaba el nombre hasta a las piedras, sus amigos maleados se redimen bajo la tutela bienhechora del logo de Brahma, le da las gracias a su madre por la severidad, se prueba  a sí mismo que puede conquistar a la chica de la fiesta sin necesidad de ser un surferito y, tal vez, en un ajuste de cuentas que trasciende las fronteras de la ficción, se saca el clavo por la estafa de la película inexistente:  la firme, la de verdad, ¡Asu mare!, puede llegar, fácil, a los dos millones de espectadores.

El éxito de ¡Asu mare! es magnífico para el cine peruano. Para todo el cine peruano, que es amplio y diverso y no como lo quisieran algunos desinformados. Es un éxito que clama por la puesta al día de las medidas de promoción estatal al cine peruano y no por su desactivación, como piensan algunos. Y no sólo para garantizar la diversidad de las películas producidas. También para potenciar el cine comercial y su llegada al público. No se trata de promover sólo lo marginal, lo experimental o lo hermético, ni de apostar únicamente por “primeras obras”.

Las políticas públicas de promoción del cine en casi todos los países reservan parte de sus recursos  a los proyectos destinados a un público amplio y hasta masivo. La razón: una película nacional exitosa es un factor que familiariza al público con su cine, que crea un colchón para otros proyectos, que genera recursos para lo que debería ser el modelo de producción cinematográfica: de inversión privada con apoyo del Estado.

¿Y por qué apoyo del Estado?

Porque un éxito como el de ¡Asu mare! es excepcional. No todas las películas peruanas pueden producirse del mismo modo, ni tienen los mismos ingredientes, ni hay un Cachín de por medio, ni consiguen un acceso privilegiado a las salas de cine.

El Comercio publica un increíble y desinformado editorial que pone el suceso de una película como justificación para olvidar la figurar de la “cuota de pantalla” que el Perú reservó como medida de aplicación facultativa en el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Para el despistado editorialista, el éxito de una película mata la necesidad de una cuota de pantalla, cuando es exactamente al revés. La figura de la cuota de pantalla se establece y se regula en proporción al éxito de las películas nacionales. En España, el suceso de las películas de Santiago Segura, o de Amenábar, o de Almodóvar, genera un aumento de la cuota de pantalla. Es decir, se incrementan las horas reservadas para la proyección de cintas españolas al año siguiente. En otras palabras, los grandes éxitos nacionales abren paso al estreno de películas más pequeñas y más frágiles.

“Pero es una exhibición forzada”, dirán algunos. ¿Pero acaso no existe una “cuota de pantalla” tácita que funciona a favor de los blockbusters? ¿Las salas de cine no programan “huesos” a cambio de la pulpa que llega con los estrenos veraniegos del Norte?

En fin, este tema es polémico y da para mucho más. Por ahora, lo dejamos ahí.



*Crítico de cine y profesor de la Universidad de Lima. Formó parte del Consejo Editorial de las revistas Hablemos de Cine yLa Gran Ilusión. Director del programa televisivo El placer de los ojos. Ha publicado 100 años de cine en el Perú: Una historia crítica, Entre fauces y colmillos: Las películas de Francisco Lombardi, Un cine reencontrado: Diccionario ilustrado de las películas peruanas, El cine silente en el Perú y El cine sonoro en el Perú.

** Para revisar éste y otros posts de Ricardo Bedoya, visita su blog Páginas del Diario de Satán: http://www.paginasdeldiariodesatan.com

viernes, 12 de abril de 2013

Humor gráfico: "¡Asu mare!"

La película peruana ¡Asu mare! batió récord con 35 000 entradas vendidas en preventa y 61 000 en la fecha de estreno. Celebrando el éxito del cine nacional, Carlos Lavida nos regala un poco de su humor gráfico.


*Nota: Para ver más de Carlos Lavida, visita su blog: http://carloslavida.blogspot.com/

martes, 9 de abril de 2013

Anna Karenina: caretas y amores ilícitos



Por: Alexiel Vidam

Anna Karenina es la novela más importante Leon Tolstoi, una de las más representativas de la literatura rusa,  y también de los que más adaptaciones ha tenido en el género cinematográfico. En la primera adaptación, de 1935, Greta Garbo fue la encargada de interpretar a la protagonista, a quien siguió Vivien Leigh, otra diva hollywoodense, en la versión de 1948. En la más reciente adaptación, de 2012, Joe Wright eligió a Keira Knightly para protagonizar esta tragedia de pasión y máscaras.

Anna Arkadievna Karenina (Keira Knightly) es una mujer de la alta sociedad rusa en el S. XIX, casada con Alexei Alexandrovich Karenin (Jude Law), un alto funcionario del gobierno. Ella acude a Moscú en ayuda de su hermano Stephan Arkadievich (Matthew Macfadyen), quien le ha pedido que convenza a su esposa de no abandonarle tras descubrir su infidelidad. En el tren de llegada, conoce a la Condesa Vronskaya (Olivia Williams) y a su hijo Alexei Kirillovich Vronsky (Aaron Taylor-Johnson), oficial de la guardia, quien de inmediato se enamora de ella. Vronsky ha estado galanteando a la princesa Ekathérina  -“Kitty”- (Alicia Vikander), concuñada de Anna, pero luego de conocer a esta última, no duda en seguirla hasta a San Petersburgo.


Si bien Anna sigue el galanteo de Vronsky desde el inicio, al encontrárselo cara a cara en su ciudad, es consciente del dilema moral en que se encuentra. Opone resistencia, pero esta acaba siendo diluida por la pasión. Como es de esperarse, pronto su cercanía se vuelve poco disimulable y se convierte en el foco de chismes de la alta sociedad, llegando a su punto cumbre cuando Anna queda encinta y debe confesárselo todo a su marido.

Anna Karenina y Alexei Vronsky


Teatro de apariencias

Con su novela Anna Karenina, Tolstoi plantea la alta sociedad rusa del S. XIX como un gran teatro de apariencias, y el director Joe Wright, por ello, nos coloca de entrada frente a un telón que se levanta y nos muestra a los personajes actuando sus propias vidas. Con excepción de Lyovin (Domhnall Gleeson), el hombre sencillo y campestre de la historia, todos los personajes parecen llevar una doble vida: la “suya”, y la que deben mostrar. Se trata de un mundo lleno de hipocresías y chismorreos, donde prima el machismo y, antes que cualquier tipo de sentimiento, la posición social.

Las mujeres infieles se cubren y luego se acusan entre ellas. Ninguna es tan osada como Anna, ninguna es capaz de defender su amor hasta las últimas consecuencias, de modo que todas guardan un perfil más bajo y tienen la desfachatez de marginarla. Por su parte, los hombres se cubren las infidelidades y hasta se felicitan por ellas… siempre y cuando no trasciendan a un nivel que ensucie su reputación. Están permitidos los galanteos con las casadas, está permitido ir de una a otra con ligereza; lo que no está permitido es ese “encaprichamiento” llamado amor. Eso, en este escenario, rebaja al hombre.


Anna es una mujer que nunca ha engañado a su marido –a pesar de no amarle-, y que adora a su hijo Seriozha, pero que cae rendida ante un amor que le toma de sorpresa y al que se siente incapaz de renunciar. Está contrariada, a la vez, por sus sentimientos y responsabilidades maternales, incapaces, sin embargo, de frenar esa desesperación por mantenerse cerca de su amado. Una de las frases que mejor describen dicha contradicción, es la que pronuncia la propia Anna acerca de su hijo: “Moriría por él, pero no viviré así por él”, añadiendo que Seiozha le perdonaría cuando se enamore.

Alexei Karenin y Anna Karenina

Vronsky, por su parte, no la tiene tan difícil en el aspecto social. El hecho de ser hombre le a varias concesiones, como la de no ser mal visto por tener alguna amante. Su verdadero problema arranca cuando empieza a vivir con Anna, quien no logra conseguir el divorcio y empieza a entrar en crisis debido al fuerte rechazo social que recibe. No sólo debe enfrentar –ahora sí- la marginación de su clase social, que no acepta su convivencia con la mujer de otro, sino también la histeria de su amante, que ya no soporta ni el encierro ni el rechazo.



Anna y Vronsky son, pues, personajes enloquecidos por el amor. Sus coqueteos parecen arrancar como un jueguillo de egos sin grandes aspiraciones, y acaba en un romance descarnado y desenfrenado. Cada uno es la perfecta representación del héroe romántico, condenado a la tragedia por defender su individualidad más allá de los límites.


jueves, 4 de abril de 2013

Los caballeros las prefieren brutas: Tras los clichés de Marilyn Monroe


“En Hollywood te pagan mil dólares por un beso
y cincuenta centavos por tu alma.”
- Marilyn Monroe


Por: Raquel Niego

 Es uno de los más grandes íconos de nuestra era, además del arquetipo yankee de mujer ideal en las fantasías del típico consumidor de Hollywood, nuestra instituida fábrica de sueños. Todo lo que tuvo que hacer para atrasar a las famosas chicas cráneo, fue, irónicamente, no serlo con estilo. Hablando del personaje, claro está, mas no la persona… porque ella, como buena Pachamama de una mentalidad y estilo de vida, de tonta, no tenía un pelo.

Con ustedes, la famosa más encantadoramente desubicada de la historia: Marilyn Monroe.


Érase una vez Norma Jean

Una niña de Los Ángeles (EEUU) que vivió con una, dos, tres, cuatro familias adoptivas más la suya propia. Gladys Pearl Baker había tenido todas las intenciones de criar a su hija pese a la “fuga” del noruego Edward Mortenson (razón por la que fue firmada bajo otro apellido), pero las presiones sociales y económicas de 1926 para una madre soltera en los EEUU, fueron demasiado fuertes. Dio el brazo a torcer y cedió la tenencia legal de la niña a la familia adoptiva de Albert e Ida Bolender.

Aparentemente las familias adoptivas que tendrían siempre a Norma veían en su lugar una jugosa pensión del Estado. Nunca tuvo fama de “chica problema”, más bien de poseer tímido hablar y serenidad, además de haber sido abusada sexualmente hasta en dos ocasiones, en tanto pasaba de familia en familia.

Cuando Gladys consiguió casa propia recuperó a su hija, hasta que, cerca de un año más tarde, una fuerte crisis psíquica hizo que se le resbale otra vez, y esta vez para siempre. Ella fue “deportada” a un manicomio hasta el último de sus días, mientras que su hija pasó a diversas comunidades agrícolas siempre equipadas con una discreta sala de cine, que ofrecía promesas a mujeres que prestaran sensualidad por poder y popularidad.

A estas alturas de su vida –más vale tarde que nunca -, a Norma se le apareció la bien constituida familia de la mejor amiga de su madre, Grace McKee, y también la adolescencia. Pero, oh, problema, la oruga se había convertido en mariposa, y a continuación, la mariposa se daba cuenta de que sus hermosos colores atraían más que la miel a las abejas.

Así, antes de que ella misma soñara siquiera con cambiar de nombre, había descubierto de qué herramienta podía servirse para llegar a ser una Marilyn Monroe. Nah, su físico fue el chinche en el corcho, frívolos; el martillo habría de ser su sed frenética, obsesiva, insaciable de atención…


Entonces pasó que la familia Brunings-McKee se preocupó. No quiso lidiar en plena Segunda Guerra Mundial con la responsabilidad de cuidar de una adolescente con una cola de pretendientes, y al año de haberse instalado en la familia, los jefes del hogar le dijeron a James Dougherty –el vecino policía de 21 años-, que, o se casaba con Marilyn, o ella iría a un orfanato.


Dougherty describe a Marilyn como una feliz ama de casa y buena cocinera. El matrimonio duró un año. Antes de que el joven partiera a la guerra, Marilyn deseó tener un hijo suyo, pero él discrepó debido a su corta edad (16 años). Ella se mudó a donde su suegra para unírsele en una fábrica de municiones.


Mrs. Lanzallamas

Cierto día, un fotógrafo publicista la retrató en su puesto de trabajo –todavía con pelo castaño medio largo y cachetes rosados – y la imagen, para sorpresa de ambos, se propagó como la peste. Ella se las agenció para servir de modelo saltando de revista en revista, y sin esfuerzo alcanzó portadas que desearon hombres y envidiaron mujeres de toda su región en los EEUU.

A Dougherty no le hizo gracia el tipo de fama que su esposa estaba generando, y no esperó a voler a casa para –por cartas- presionarla a elegir entre el futuro asegurado de una madre de familia, o jugársela de actriz.

Firmó su copia del acta de divorcio como Marilyn Monroe, tomando el segundo nombre de su abuela y el apellido de soltera de su madre. Aquí una acotación de cierta curiosidad… kármica: Mrs. Monroe se había jugado la vida al mudarse de su ciudad natal a Los Angeles soñando con convertirse en actriz o cantante hollywoodense, razón por la que terminó ganándose la vida en una empresa cinematográfica… archivando negativos.

Aun así, le quedó chico al nombre la categoría de “artístico”, por lo que Marilyn se dio a conocer en los medios como La Señorita Lanzallamas (Mrs. Flamethrower; suena horrible, ¿no?). Para todos los EEUU estaba riquísima, y con este sello convenció a una empresa de modelaje fotográfico de que le consiguiera una prueba de actuación en 20th Century Fox, donde firmó un contrato por 120 dólares semanales. Sin embargo, mayoría de sus escenas acabaron en el tacho de basura.

Un trofeo de guerra

Hasta aquí el cómo, dónde, cuándo y por qué surgió Monroe. Ha llegado el momento de repensar al personaje y su significancia en un mundo donde el carácter único y especial de pueblos y naciones empezaba a romperse para ser remplazado por un puñado de bloques de tierra con seis o siete maneras de existir. 

Con el éxito de la actriz llegó la Guerra Fría. El capitalismo neoliberal y el comunismo eran entonces (y lo siguen siendo) mucho más que planteamientos económicos que se batían por adueñarse del mundo, y Norma Jean, una chica despistada y sonriente había pasado abruptamente de ir por la vida con una mano delante y la otra atrás, a ser el sex symbol del sueño americano.

¿Qué es eso del sueño americano? Forrar una casa y cerca blanca, esposa rubia, tres hijos, iglesia y perro, de una gruesa capa de dinero protectora de cualquier objeto que se mueva al país entero a la redonda. Monroe, una potencial esposa perfecta de EEUU, quiere mucho más que eso y pierde en el camino más de la mitad de las ventajas prácticas de aquella vida, a cambio de pasar al mundo de los sueños de todos aquellos hombres que podían habérselas brindado. Un poco como hacer un pacto con el diablo…


Era un sueño no sólo por ser quien era, sino porque en el mundo sensible, como una esposa de carne y hueso de estos sujetos, su aparición no habría resultado. Marilyn no era fiel, recatada, y ahora nada serena. Además, pese a sus enormes esfuerzos por tener hijos (una de las grandes torturas psicológicas de su vida), por algún motivo, a todos los perdía.

En contraparte, tenía un tipo de belleza y sensualidad que quedaban a medio camino entre la candidez infantil y el erotismo glamoroso, los cuales armonizaban con su temperamento, fácil, distraído, soñador, tierno, risueño, que provocaba proteger…

¿Qué otra cosa podía pedir un gringo? Se había vuelto una bomba sexual revolucionaria para el espíritu protestante americano, representante idóneo de cómo el emprendimiento es igual a la eficacia de su sistema, pero que mantenía la docilidad esperable de cualquier mujer de su tiempo. De ahí que se le exhibiera como la bomba rubia a los cuatro vientos a países amigos y enemigos. Pero como cualquier símbolo sexual –segunda tortura psicológica a mencionar-, como actriz y persona, solía toparse con gente que no la tomaba en serio.


20th Century Fox no estaba interesado en asignarle otra cosa que papeles de rubia tonta ni en dejarle al libro albedrío de disponer de su vida privada, porque de eso también dependían mucho sus cifras. Marilyn – explotada como mina de Cajamarca – no tenía el carácter para detenerlo. Sus matrimonios fracasados, adicción a las pastillas, brutal ritmo de trabajo, bajo salario para ser quien era y hasta su asesinato, resultaron ser bellos símbolos grises de aquello por lo que apostó su vida: un sistema donde absolutamente todo(s) se compra y se vende.


¿No que se había suicidado?

Esa es la hipótesis más difundida, pero yo soy de los que piensan que Marilyn sabía demasiado. Es fácil: No tiene ningún sentido tomarse una sobredosis de barbitúricos y que en la autopsia no encuentren nada. No tiene sentido que todas las víctimas por envenenamiento con las pastillas queden en posición fetal como parte del trastorno químico en el cuerpo, y ella estuviera tan plácidamente tendida en cama.

Marilyn no había tenido mejor idea que hacer un escándalo durante el fin de semana en que fue encontrada muerta. Había anunciado que el mismo lunes por la mañana daría información confidencial sobre los hermanos Kennedy. Que está claro que ya obtuvieron de mí lo que querían y ahora me dejan, que tengo a todos los medios detrás de mí buscando la historia, que me la van a pagar caro.

Pienso que como digna amante, Marilyn se convirtió en un peligro público. Pero hablar de cómo murió es para mí solo una excusa para terminar este post regresando a la inocencia con la que se paseó su vida entera entre comunistas y capitalistas, ricos y pobres, burgueses y marginales, toda sonriente ella, uniéndolos misma obra de arte sea en un "...wow...", o en un "¡oh...!", en una búsqueda mortal del amor.

Todos estamos aquí de paso, pero hacerlo sin dejar de sentir en el intento, es el único mérito que para mí te hace eterno.

Qué cursi. ¡Gracias por su tiempo! Chau.


*Nota: Si quieres leer más post de Raquel, te recomendamos visitar su blog Botella de Cocacola: http://botelladecocacola.blogspot.com

lunes, 1 de abril de 2013

“Limpiando” la pantalla



Por Gianfranco Hereña

El hombre limpia la escena de un suicidio. Apenas llega a su casa, se desinfecta, tira las llaves y se agacha a recogerlas. Es un obsesivo del orden y la pulcritud. Hay oficios que se aprenden y otros con los que se nace. Queda claro que para Eusebio (Javier Prada), protagonista de El Limpiador, esta segunda opción es la que encaja con mayor precisión.


Lima está sumergida en una pandemia y él, empleado del Ministerio de Salud, recoge los cuerpos inertes de cientos o acaso miles de ciudadanos víctimas de un extraño virus. Su mundo interno se resquebraja cuando en una de esas incursiones descubre a un niño cuya madre ha muerto.

Ahora, casi sin quererlo, deberá de trastocar el obsesivo impulso de mantenerlo todo a raya y hacerse cargo del menor que, de una forma u otra, trata de evadir el peligro aislándose de distintas formas (primero en un armario, luego en una caja de cartón y finalmente en un casco de ciclista).


Toda la película se articula bajo esta idea. Silencios prolongados y tenebrosos. Ritmo pausado. Diálogos tan breves que por sí mismos logran incrustar la idea del temor a hablar por miedo a infectarse. La pandemia es tan fuerte que toda la capital yace en cuarentena. Los escasos seres que merodean las calles andan con mascarillas o se suicidan tras enterarse que padecen del mal (tal es el caso del primer individuo descrito al inicio).


Eusebio ha consagrado su vida plenamente al trabajo que realiza. Es un hombre tan solitario que la llegada del niño, por momentos, consigue que descubramos en él visos de felicidad.


Aunque queda lejos de crear el impacto de la muy grata y memorable Whisky (Montevideo, 2004), El Limpiador ofrece una mirada hacia la rutina diaria. Escenas que se repiten día tras día, vidas recortadas por la desolación, el aburrimiento y la sumisión.


Adrián Saba ha logrado proponer una alternativa “distinta” a lo proyectado en el cine nacional durante los últimos años. Cuenta con la impecable dirección de fotografía de alguien que sabe lo que hace y nos muestra, con planos muy bien trabajados, las principales edificaciones de Lima sumidas en un vacío profundo, casi espectral.


*Nota: Te recomendamos darle una visita a El Buen Librero, el blog de literatura de Gianfranco Hereñahttp://elbuenlibrero.blogspot.com/