lunes, 1 de abril de 2013

“Limpiando” la pantalla



Por Gianfranco Hereña

El hombre limpia la escena de un suicidio. Apenas llega a su casa, se desinfecta, tira las llaves y se agacha a recogerlas. Es un obsesivo del orden y la pulcritud. Hay oficios que se aprenden y otros con los que se nace. Queda claro que para Eusebio (Javier Prada), protagonista de El Limpiador, esta segunda opción es la que encaja con mayor precisión.


Lima está sumergida en una pandemia y él, empleado del Ministerio de Salud, recoge los cuerpos inertes de cientos o acaso miles de ciudadanos víctimas de un extraño virus. Su mundo interno se resquebraja cuando en una de esas incursiones descubre a un niño cuya madre ha muerto.

Ahora, casi sin quererlo, deberá de trastocar el obsesivo impulso de mantenerlo todo a raya y hacerse cargo del menor que, de una forma u otra, trata de evadir el peligro aislándose de distintas formas (primero en un armario, luego en una caja de cartón y finalmente en un casco de ciclista).


Toda la película se articula bajo esta idea. Silencios prolongados y tenebrosos. Ritmo pausado. Diálogos tan breves que por sí mismos logran incrustar la idea del temor a hablar por miedo a infectarse. La pandemia es tan fuerte que toda la capital yace en cuarentena. Los escasos seres que merodean las calles andan con mascarillas o se suicidan tras enterarse que padecen del mal (tal es el caso del primer individuo descrito al inicio).


Eusebio ha consagrado su vida plenamente al trabajo que realiza. Es un hombre tan solitario que la llegada del niño, por momentos, consigue que descubramos en él visos de felicidad.


Aunque queda lejos de crear el impacto de la muy grata y memorable Whisky (Montevideo, 2004), El Limpiador ofrece una mirada hacia la rutina diaria. Escenas que se repiten día tras día, vidas recortadas por la desolación, el aburrimiento y la sumisión.


Adrián Saba ha logrado proponer una alternativa “distinta” a lo proyectado en el cine nacional durante los últimos años. Cuenta con la impecable dirección de fotografía de alguien que sabe lo que hace y nos muestra, con planos muy bien trabajados, las principales edificaciones de Lima sumidas en un vacío profundo, casi espectral.


*Nota: Te recomendamos darle una visita a El Buen Librero, el blog de literatura de Gianfranco Hereñahttp://elbuenlibrero.blogspot.com/

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