jueves, 4 de abril de 2013

Los caballeros las prefieren brutas: Tras los clichés de Marilyn Monroe


“En Hollywood te pagan mil dólares por un beso
y cincuenta centavos por tu alma.”
- Marilyn Monroe


Por: Raquel Niego

 Es uno de los más grandes íconos de nuestra era, además del arquetipo yankee de mujer ideal en las fantasías del típico consumidor de Hollywood, nuestra instituida fábrica de sueños. Todo lo que tuvo que hacer para atrasar a las famosas chicas cráneo, fue, irónicamente, no serlo con estilo. Hablando del personaje, claro está, mas no la persona… porque ella, como buena Pachamama de una mentalidad y estilo de vida, de tonta, no tenía un pelo.

Con ustedes, la famosa más encantadoramente desubicada de la historia: Marilyn Monroe.


Érase una vez Norma Jean

Una niña de Los Ángeles (EEUU) que vivió con una, dos, tres, cuatro familias adoptivas más la suya propia. Gladys Pearl Baker había tenido todas las intenciones de criar a su hija pese a la “fuga” del noruego Edward Mortenson (razón por la que fue firmada bajo otro apellido), pero las presiones sociales y económicas de 1926 para una madre soltera en los EEUU, fueron demasiado fuertes. Dio el brazo a torcer y cedió la tenencia legal de la niña a la familia adoptiva de Albert e Ida Bolender.

Aparentemente las familias adoptivas que tendrían siempre a Norma veían en su lugar una jugosa pensión del Estado. Nunca tuvo fama de “chica problema”, más bien de poseer tímido hablar y serenidad, además de haber sido abusada sexualmente hasta en dos ocasiones, en tanto pasaba de familia en familia.

Cuando Gladys consiguió casa propia recuperó a su hija, hasta que, cerca de un año más tarde, una fuerte crisis psíquica hizo que se le resbale otra vez, y esta vez para siempre. Ella fue “deportada” a un manicomio hasta el último de sus días, mientras que su hija pasó a diversas comunidades agrícolas siempre equipadas con una discreta sala de cine, que ofrecía promesas a mujeres que prestaran sensualidad por poder y popularidad.

A estas alturas de su vida –más vale tarde que nunca -, a Norma se le apareció la bien constituida familia de la mejor amiga de su madre, Grace McKee, y también la adolescencia. Pero, oh, problema, la oruga se había convertido en mariposa, y a continuación, la mariposa se daba cuenta de que sus hermosos colores atraían más que la miel a las abejas.

Así, antes de que ella misma soñara siquiera con cambiar de nombre, había descubierto de qué herramienta podía servirse para llegar a ser una Marilyn Monroe. Nah, su físico fue el chinche en el corcho, frívolos; el martillo habría de ser su sed frenética, obsesiva, insaciable de atención…


Entonces pasó que la familia Brunings-McKee se preocupó. No quiso lidiar en plena Segunda Guerra Mundial con la responsabilidad de cuidar de una adolescente con una cola de pretendientes, y al año de haberse instalado en la familia, los jefes del hogar le dijeron a James Dougherty –el vecino policía de 21 años-, que, o se casaba con Marilyn, o ella iría a un orfanato.


Dougherty describe a Marilyn como una feliz ama de casa y buena cocinera. El matrimonio duró un año. Antes de que el joven partiera a la guerra, Marilyn deseó tener un hijo suyo, pero él discrepó debido a su corta edad (16 años). Ella se mudó a donde su suegra para unírsele en una fábrica de municiones.


Mrs. Lanzallamas

Cierto día, un fotógrafo publicista la retrató en su puesto de trabajo –todavía con pelo castaño medio largo y cachetes rosados – y la imagen, para sorpresa de ambos, se propagó como la peste. Ella se las agenció para servir de modelo saltando de revista en revista, y sin esfuerzo alcanzó portadas que desearon hombres y envidiaron mujeres de toda su región en los EEUU.

A Dougherty no le hizo gracia el tipo de fama que su esposa estaba generando, y no esperó a voler a casa para –por cartas- presionarla a elegir entre el futuro asegurado de una madre de familia, o jugársela de actriz.

Firmó su copia del acta de divorcio como Marilyn Monroe, tomando el segundo nombre de su abuela y el apellido de soltera de su madre. Aquí una acotación de cierta curiosidad… kármica: Mrs. Monroe se había jugado la vida al mudarse de su ciudad natal a Los Angeles soñando con convertirse en actriz o cantante hollywoodense, razón por la que terminó ganándose la vida en una empresa cinematográfica… archivando negativos.

Aun así, le quedó chico al nombre la categoría de “artístico”, por lo que Marilyn se dio a conocer en los medios como La Señorita Lanzallamas (Mrs. Flamethrower; suena horrible, ¿no?). Para todos los EEUU estaba riquísima, y con este sello convenció a una empresa de modelaje fotográfico de que le consiguiera una prueba de actuación en 20th Century Fox, donde firmó un contrato por 120 dólares semanales. Sin embargo, mayoría de sus escenas acabaron en el tacho de basura.

Un trofeo de guerra

Hasta aquí el cómo, dónde, cuándo y por qué surgió Monroe. Ha llegado el momento de repensar al personaje y su significancia en un mundo donde el carácter único y especial de pueblos y naciones empezaba a romperse para ser remplazado por un puñado de bloques de tierra con seis o siete maneras de existir. 

Con el éxito de la actriz llegó la Guerra Fría. El capitalismo neoliberal y el comunismo eran entonces (y lo siguen siendo) mucho más que planteamientos económicos que se batían por adueñarse del mundo, y Norma Jean, una chica despistada y sonriente había pasado abruptamente de ir por la vida con una mano delante y la otra atrás, a ser el sex symbol del sueño americano.

¿Qué es eso del sueño americano? Forrar una casa y cerca blanca, esposa rubia, tres hijos, iglesia y perro, de una gruesa capa de dinero protectora de cualquier objeto que se mueva al país entero a la redonda. Monroe, una potencial esposa perfecta de EEUU, quiere mucho más que eso y pierde en el camino más de la mitad de las ventajas prácticas de aquella vida, a cambio de pasar al mundo de los sueños de todos aquellos hombres que podían habérselas brindado. Un poco como hacer un pacto con el diablo…


Era un sueño no sólo por ser quien era, sino porque en el mundo sensible, como una esposa de carne y hueso de estos sujetos, su aparición no habría resultado. Marilyn no era fiel, recatada, y ahora nada serena. Además, pese a sus enormes esfuerzos por tener hijos (una de las grandes torturas psicológicas de su vida), por algún motivo, a todos los perdía.

En contraparte, tenía un tipo de belleza y sensualidad que quedaban a medio camino entre la candidez infantil y el erotismo glamoroso, los cuales armonizaban con su temperamento, fácil, distraído, soñador, tierno, risueño, que provocaba proteger…

¿Qué otra cosa podía pedir un gringo? Se había vuelto una bomba sexual revolucionaria para el espíritu protestante americano, representante idóneo de cómo el emprendimiento es igual a la eficacia de su sistema, pero que mantenía la docilidad esperable de cualquier mujer de su tiempo. De ahí que se le exhibiera como la bomba rubia a los cuatro vientos a países amigos y enemigos. Pero como cualquier símbolo sexual –segunda tortura psicológica a mencionar-, como actriz y persona, solía toparse con gente que no la tomaba en serio.


20th Century Fox no estaba interesado en asignarle otra cosa que papeles de rubia tonta ni en dejarle al libro albedrío de disponer de su vida privada, porque de eso también dependían mucho sus cifras. Marilyn – explotada como mina de Cajamarca – no tenía el carácter para detenerlo. Sus matrimonios fracasados, adicción a las pastillas, brutal ritmo de trabajo, bajo salario para ser quien era y hasta su asesinato, resultaron ser bellos símbolos grises de aquello por lo que apostó su vida: un sistema donde absolutamente todo(s) se compra y se vende.


¿No que se había suicidado?

Esa es la hipótesis más difundida, pero yo soy de los que piensan que Marilyn sabía demasiado. Es fácil: No tiene ningún sentido tomarse una sobredosis de barbitúricos y que en la autopsia no encuentren nada. No tiene sentido que todas las víctimas por envenenamiento con las pastillas queden en posición fetal como parte del trastorno químico en el cuerpo, y ella estuviera tan plácidamente tendida en cama.

Marilyn no había tenido mejor idea que hacer un escándalo durante el fin de semana en que fue encontrada muerta. Había anunciado que el mismo lunes por la mañana daría información confidencial sobre los hermanos Kennedy. Que está claro que ya obtuvieron de mí lo que querían y ahora me dejan, que tengo a todos los medios detrás de mí buscando la historia, que me la van a pagar caro.

Pienso que como digna amante, Marilyn se convirtió en un peligro público. Pero hablar de cómo murió es para mí solo una excusa para terminar este post regresando a la inocencia con la que se paseó su vida entera entre comunistas y capitalistas, ricos y pobres, burgueses y marginales, toda sonriente ella, uniéndolos misma obra de arte sea en un "...wow...", o en un "¡oh...!", en una búsqueda mortal del amor.

Todos estamos aquí de paso, pero hacerlo sin dejar de sentir en el intento, es el único mérito que para mí te hace eterno.

Qué cursi. ¡Gracias por su tiempo! Chau.


*Nota: Si quieres leer más post de Raquel, te recomendamos visitar su blog Botella de Cocacola: http://botelladecocacola.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario