viernes, 29 de septiembre de 2023

Superhéroe (cuento)


Por: Alexiel Vidam

Boca arriba, sobre el suelo frío, veo luces blanquecinas que pretenden sacarme de este mundo al cual me aferro. Aparentemente he perdido la capacidad de gritar, porque abro la boca y hago un esfuerzo que surge desde el estómago, pero no sale más que un chillido ahogado y casi imperceptible. Aun así, sé que no puedo darme el lujo de perecer.

De niño, robé en una tienda de historietas. Cuando me encontraron, me dieron una paliza, y luego mi padre me dio otra paliza de aquellas que solía dar. Pero el número de colección Amazing Fantasy #15 brillaba en mis manos, y con él comprendí todo eso de que, a grandes poderes, grandes responsabilidades.

Por eso, cuando desperté mis habilidades, supe que mi supervivencia era más que imprescindible, y que tendría que resistir todas las veces que fuesen necesarias. Tal y como lo hago ahora.


***

A mi alrededor, escucho el sonido de las máquinas que pretenden revivirme. El Dr. Howard es el encargado de curar mis heridas, igual que siempre. Creo que en el fondo mi padre sabía que yo era especial, y por eso me presentó con él en mi décimo primer cumpleaños. Fue el cumpleaños más peculiar que tuve, pues me la pasé en la clínica. Si alguna vez en toda mi vida —incluso en mi oficio de vigilante—, sentí que realmente podía morir, fue en aquella ocasión en que no pude respirar y se me petrificaron las extremidades. Los médicos me pusieron una mascarilla de oxígeno e insistieron continuamente en que todo se resolvería si me concentraba en respirar profundo, pero yo les contestaba que no podía hacerlo. Me estaba ahogando y, lo que es peor, sentía que mis brazos y piernas, inmóviles bajo el efecto de alguna fuerza sobrenatural, eran estiradas con violencia, como si en cualquier momento se fuesen a desprender de mi tronco.

Yo le tenía mucho miedo a morir ahogado… de hecho, todavía me queda el trauma, a pesar de que soy un superhumano. Cuando tenía cuatro años estuve a punto de ahogarme en una piscina. No sé cuánto tardaron en darse cuenta de que me estaba muriendo. Luego mi padre me sacó. Por aquel entonces él todavía era un poco amable. Sin embargo, insisto en que él siempre confió en mí. De otro modo, nunca me habría presentado al Dr. Howard.

—Hola Kyle —me saludó muy sonriente aquella vez.

Yo era un muchacho bastante tímido. Recordemos además que yo estaba casi convulsionando y sin poder mover la mitad de mi cuerpo (para ese momento, la parálisis había avanzado y se había apoderado también del lado izquierdo de mi cara). No pude responder. Eso no evitó que la expresión que otros consideraban intimidante acabase por conquistarme. Después supe que el Dr. Howard tenía fama de ser el más frío en su profesión. “Incluso llegan a considerarme un sádico” —decía a menudo entre bromas—. “Aun así, mis clientes dependen demasiado de mí; saben que soy el mejor”.

El Dr. Howard se había graduado con honores de la escuela de medicina a los 21 años de edad. Tras culminar medicina general, decidió llevar no una, sino dos especialidades, convirtiéndose en el más afamado médico de la ciudad, capaz de restablecer cuerpos y mentes dañadas. 

“La cirugía es apasionante” —decía—, “pero no era capaz de llenarme totalmente, querido Kyle. Pronto descubrí que mi interés mayor estaba en la mente humana. Si eres capaz de comprender la mente, eres capaz de comprenderlo todo…”

Y tenía razón. Probablemente por ese dominio suyo sobre el cerebro humano, fue que el Dr. Howard consiguió penetrar en mi mente reprimida, y se quedó conmigo para siempre. Me contó que mi padre le estaba pagando una suma bastante jugosa para que se ocupase de mí. 

El Dr. Howard fue el único que pudo sacarme de ese estado de parálisis en el que me encontraba cuando lo conocí. Me devolvió a tierra y, desde entonces, sería el encargado de revivirme después de cada enfrentamiento con la muerte.


***

La siguiente idea me la dio el gato. Mientras recuerdo, siento el vértigo de la siguiente inyección. “Hay que operar de nuevo”, me dicen. Confirmo que realmente me han dañado más que nunca... pero yo siempre me acabo recuperando. Confío en Howard. Soy capaz de poner mi vida en sus manos. Recuerdo que cuando pasó lo del gato, también me salvó. Esa vez mi padre decidió atender la herida de inmediato, pues la cosa se veía bastante más seria.

El gato se llamaba Teseo. Realmente era el gato de mi madre, que había sido muy aficionada a la lectura y a la mitología. Se notaba que Teseo la echaba de menos, pues se la pasaba la mayor parte del tiempo sobre el techo de la habitación de mis padres, o de la biblioteca, donde mi madre también se hallaba buena parte del día. 

Un día lo estuve observando desde el jardín. Sobre el tejado, él me observaba fijamente, con sus enigmáticos ojos amarillos. Decidí que mi siguiente prueba sería trepar al tejado y saltar por los techos como lo hacía él.

Subí al ático, que tenía la ventana más elevada de la casa. Me asomé por la ventana, miré hacia abajo y por un momento me abordó esa sensación hipnotizante de saltar que provoca el vértigo. La casa que pertenecía a mi padre y ahora se encuentra a mi nombre, cuenta hasta hoy, nada menos que con tres pisos oficiales y una cuarta planta —el ático— que sigue siendo depósito de los cachivaches familiares (la casa había pasado por tres generaciones). Tragué saliva, respiré profundo y opté por mirar al lado contrario: hacia arriba, desde donde los ojos de Teseo se clavaron fijamente en los míos. Parecía que me estaba desafiando.

Sin pensarlo dos veces, acepté el reto. Me sujeté del  marco superior de la ventana e impulsé el cuerpo hacia el exterior. Luego tomé un nuevo empuje y subí una pierna y después —no sin tambalear un par de veces— la otra. Tuve que poner bastante fuerza en los dedos y en las muñecas para no caer de inmediato. La mirada retadora de Teseo no me permitió caer. Me aferré con fuerza y logré sacar el impulso necesario para terminar de subir el cuerpo al tejado. Teseo soltó un maullido apenas me vio subir. Yo me incorporé triunfante. 

En el fondo sentía envidia de él. Mi madre, en sus últimos momentos estaba completamente fuera del mundo. No nos reconocía a mi padre ni a mí, pero reconocía a Teseo. Teseo pareció develar mis sentimientos y corrió por el tejado como quien redobla el desafío. Me sentí inspirado por un torbellino de energía vital que me estremecía por dentro y me invitaba a probar mis habilidades ocultas, así que, sin pensarlo dos veces, perseguí al felino por ese terreno irregular y lleno de inclinaciones.  Nunca me había sentido tan poderoso. Era como si el vértigo, en lugar de amedrentarme, me alentara más. Teseo saltó y yo salté… una, dos, tres veces… y a la tercera mi pie se atascó con una teja. Y resbalé. Y en mi intento por mantenerme a salvo me sujeté de lo primero que encontré, sin percibir que se trataba de la cola del gato. Yo caí y Teseo cayó conmigo. Por alguna razón yo sobreviví, pero él no.


***


Despierto súbitamente. Mi frente es una roca volcánica recién formada: tiesa y muy caliente. Una mujer se acerca y me coloca un paño húmedo. Me exalto al no reconocerla.

—¿¡Dónde está el Dr. Howard!? —exclamo.

Ella luce intimidada. Percibo en su rostro el nerviosismo de la poca experiencia. 

—Tienes fiebre —contesta temblorosa—. Soy la nueva integrante del equipo especial del doctor.

Echo un vistazo al lugar intentando reconocer algún tipo de engaño. Efectivamente, me encuentro en el sótano de la casa, el que mi padre adaptase con toda su fortuna para convertirme en lo que soy hoy en día. De no ser por él y por Howard, yo no sería quien soy. Así que no puedo fallar y echarlo todo a perder. 

—¡Exijo ver a Howard! —insisto histérico.

Una energía descomunal se enciende dentro de mí. Levanto el tronco de la camilla con una fuerza desmesurada, nada acorde con mi estado. La mujer se apresura en tomar una jeringa.

—¡No lograrás hacerlo esta vez! —grito— ¿¡Quién se supone que eres ahora!? ¿¡Cómo llegaste hasta aquí!?

Mi fuerza siempre ha llegado cuando estoy furioso o eufórico. Soy un sujeto con picos de adrenalina que le hacen indestructible. La mujer se acerca temblorosa. Siento que mis ojos se encienden. Sin darle tiempo a inyectarme, la sostengo de los cabellos y la levanto. De pronto, una voz me interrumpe.

—Suéltala, Kyle.
La voz parece apagar mi energía instantáneamente. Caigo como una roca sobre la camilla. Suelto a la mujer bruscamente; ella impacta contra el suelo. Howard corre hacia ella.

—¿Se encuentra bien, señorita Sommers? —pregunta Howard a la enfermera.

Ella asiente temerosa y con gesto de dolor.

—Suele pasarle después de una batalla intensa —le dice él.

Yo me siento tan avergonzado que no puedo pronunciar palabra. De hecho, con las justas puedo respirar con normalidad. Mis poderes se van cada vez que me siento avergonzado o humillado. Es difícil dominar este tipo de habilidad. Por eso Howard debe medicarme periódicamente.

—Déjame adivinar… —dice Howard acercándose— ¿Otra vez la pesadilla del gato?

—Creí… que era Transmutador —contesto agitado.

 ***

Cierro los ojos. A veces la mejor manera de huir es, simple y sencillamente, cerrar los ojos. Recuerdo cuando por fin me convertí en Maniac Mask. 

Aunque pareciese necedad suicida, mis intentos por despertar mi habilidad oculta continuaron luego del accidente del tejado. Para entonces, mi padre ya había comenzado a ambientar el sótano. Lo primero, fue crear la sala de atención médica: un consultorio con una pequeña sala de operaciones sólo para mí. La guarida como tal se iría construyendo año tras año. Entre tanto, yo me las ingeniaba para saltar a los techos vecinos, enterrarme de cuerpo completo en el jardín, comer vidrio, meter el brazo en una fogata y otros tantos retos que para otros serían una completa locura. Previa a cada intento, sentía esa emoción descomunal. Veía en mi mente los ojos de Teseo otra vez y el miedo desaparecía. Entonces, parecía volverme inmortal… o al menos mientras durase la hazaña.

Luego de realizarla y de observar mis progresos, caía en una profunda depresión durante tres o cuatro días. Observaba en mi cuerpo las nuevas cicatrices y recordaba los órganos reventados en el cuerpo inerte de Teseo. Me quedaba encerrado en el cuarto y sólo Howard me consolaba.


Continuará...


Lee el cuento completo aquí.

domingo, 17 de septiembre de 2023

“Your Name”: Un viaje emocional a través del tiempo y el destino

 Por: Alexiel Vidam 

“Supongo que no nos veremos. Pero... hay algo de lo que estoy segura. Si nos vemos, lo sabremos de inmediato. Sabré que fuiste tú quien estuvo dentro de mí, y que fui yo quien estuvo dentro de ti…”

Esta, a mi parecer, es la frase más conmovedora que tiene Kimi no Na wa, también conocida como Your Name (2016), de Makoto Shinkai. Es una frase extremadamente poética, y estoy segura de abarca mucho más que una anécdota argumental. ¿Qué puede ser más íntimo y personal que estar en el cuerpo de la otra persona…? ¿Que ver a través de sus ojos… sentir con sus manos y conocer cada aspecto de su vida? Los seres humanos conectamos las almas a través del cuerpo, y es por eso que, en el amor, buscamos acercarnos hasta entrar en el cuerpo del otro.

Mitsuha Miyamizu y Taki Tachibana son dos adolescentes de 17 años que pertenecen a mundos distintos. Mitsuha vive a las afueras de Tokio, en un pueblito donde todos los días son similares y no hay mucho con qué entretenerse. Ella sueña con irse a la ciudad para escapar de la rutina y de las tradiciones antiguas de su familia, las cuales la convierten en comidilla de burlas entre adolescentes. Taki, por su lado, vive en plena ciudad de Tokio, donde el día a día está lleno de novedades, pero también de un ritmo frenético que obliga a no detenerse. Ellos no parecen tener algo en común, y ni siquiera se conocen… hasta que un día, amanecen, sin explicación alguna, uno en el cuerpo del otro. Esta situación se repite dos o tres veces por semana, volviendo después cada uno a su propio lugar.

En un principio ambos piensan que, el ocupar el lugar del otro, es simplemente un sueño, pero, poco a poco, los indicios del entorno dejan en evidencia que el intercambio de cuerpos es una realidad. Por este motivo, para cuidar sus estilos de vida, Mitsuha y Taki se dejan instrucciones y mensajes en el celular, en hojas de cuaderno o a veces en la propia piel. La propia necesidad de superar la confusa situación, va construyendo un vínculo profundo entre ambos personajes casi sin que estos se den cuenta. Sin embargo, cuando, notan esta conexión, los intercambios paran de manera abrupta y la comunicación se termina. Para este momento, la historia sigue a Taki en su búsqueda por comprender dónde se encuentra Mitsuha y qué ha pasado con ella.

 “Quería decirte... que donde sea que estés en el mundo, te volveré a encontrar pase lo que pase.”

Aquí hay más que distancia, y de alguna manera, la película nos lo sugiere todo el tiempo. Lo hace con la composición de los encuadres, que divide con sutileza el espacio en dos mitades. Lo hace con ciertos datos escritos a los que el ojo de primer visionado pasa por alto. Lo hace mediante la edición del opening e incluso mediante un discurso bastante simbólico de la abuela de Mitsuha.

“Entrelazar hilos es una unión, conectar con las personas es una unión, y el pasar del tiempo es una unión. Todo esto es parte del poder del dios. Los hilos que trenzamos son un lazo con él, una parte del dios, representan el paso del tiempo mismo. Se acomodan y toman forma, se enredan y se retuercen. A veces se desenredan, se rompen y se vuelven a conectar. Eso es una unión, es el tiempo.”

El tiempo es un elemento muy importante, y para reforzar su importancia, la película juega con cambios de ritmo, pasando de momentos muy pausados, a otros bastante más veloces. Taki debe derrotar al reloj, y para ello, debe renunciar a sus prejuicios terrenales, conectar con esa divinidad representada en la unión; un poder tan fuerte que es capaz incluso de romper los límites del tiempo y el espacio.

Este mensaje está muy relacionado con la cosmovisión del sintoísmo (la religión oficial de Japón), que cree en el Musubi como ser creador; una fuerza transformadora que conecta a todos los seres de la naturaleza. De aquí también nace el mito del hilo rojo del destino, según el cual, todos estamos atados a alguien mediante un hilo rojo anudado alrededor del dedo meñique. Las dos personas atadas están destinadas a encontrarse, y ninguna de ellas podrá amar a otra persona de la misma manera en que ama a quien está atada.

A través de un relato plagado de metáforas y subtexto filosófico, Your Name nos muestra la evolución de dos personajes que se buscan el uno al otro. Es una historia contemplativa, que, sin embargo, no peca de poco digerible. Logra engancharnos con la falsa premisa de una comedia romántica centrada en el intercambio de cuerpos, para luego sumergirnos en un viaje mucho más complejo y emocional. Además, contrasta la tensión con toques de humor precisos, pensados para dar un respiro al espectador sin ensuciar el tono general de la trama.

Sobre el diseño y la animación, nada más diré que son hermosas, y sobre la banda sonora, que colorea a la perfección los momentos más emotivos del relato.

 

Ficha técnica

Dirección: Makoto Shinkai
Producción: Noritaka Kawaguchi, Genki Kawamura
Idea original y guion: Makoto Shinkai
Música: Radwimps
Fotografía: Makoto Shinkai
Montaje: Makoto Shinkai
Protagonistas: Ryūnosuke Kamiki, Mone Kamishiraishi, Masami Nagasawa, Ryo Narita, Aoi Yūki, Nobunaga Shimazaki, Kanon Tani
País: Japón
Idioma: Japonés
Año: 2016
Género: Anime, drama, fantasía, romance
Duración: 106 minutos


*Esta película se encuentra disponible en HBO Max.

viernes, 1 de septiembre de 2023

“One Piece” live action: Pequeña reseña de un fan

 Por: Thomas Ríos
(Staff del círculo de anime de la ULima)

Desde su anuncio, hubo bastante controversia con respecto al live action de One Piece, uno de los animes más importantes de todos los tiempos. Y tiene sentido; los live action no suelen salir como uno espera, y mucho menos cuando los hace Netflix (¡Cof! ¡Cof! Deaht Note… ¡Cof! ¡Cof!)… Por si fuera poco, el universo de One Piece destaca por su complejidad.

Sin embargo, un rayo de esperanza apareció cuando Eichiro Oda (creador del manga original) anunció que estaría a cargo de la supervisión de la serie. Por su parte, Iñaki Godoy, intérprete de Luffy, afirmó ser fan de la obra original, y que interpretar al protagonista era un sueño hecho realidad para él.

Finalmente, el día de ayer, 31 de agosto, se estrenaron los 8 episodios, adaptando casi toda la saga del East Blue. A continuación, nuestra reseña sin spoilers.

 

¿Está bien adaptado?

Dentro de la industria del anime, muchos confunden “adaptar” con calcar la obra original, cuando realmente se refiere a recrear y ajustar la historia para otro medio; en unos casos, la adaptación puede ser bastante apegada al original, y en otros casos, mucho más espontánea. Partiendo de ahí debemos señalar que esta serie encaja más en el segundo tipo, alejándose del manga a la hora de presentar a ciertos personajes. Nami (Emily Rudd), por ejemplo, es introducida en la base de la marina de Shells Town, haciéndose partícipe en la pelea contra Morgan, como se vio en los avances. Y aunque los primeros episodios sean un poco apresurados, considero que el guion, en términos generales, está bastante bien construido, logrando que toda la historia se sienta orgánica.

De hecho, a pesar de las libertades tomadas por los directores, la esencia de One Piece se mantiene; los sentimientos que Eichiro Oda quería transmitir en momentos específicos de su obra (compañerismo, rivalidad, sufrimiento, decepción, etc.), se han respetado. En otras palabras, aunque no todos los sucesos se den exactamente del mismo modo, las sensaciones que transmiten son las mismas.


Una carta de amor a los fans

La dirección artística, vestuario y maquillaje calcan a la perfección los diseños originales. Varios lugares emblemáticos de los primeros arcos han sido replicados de manera idéntica. En algunos casos, la calidad de los dos últimos podría mejorar (ciertos personajes sí presentan “artificialidad de cosplayer”), pero, como fan, debo decir que me emociona el gesto de la producción de haber respetado las apariencias tan icónicas de Koby, Nami, Morgan, los piratas Kuroneko, Arlong, entre otros.

El cambio de tono en las peleas con algunos antagonistas es también un acierto. Hay que admitir que el arco East Blue original pecaba en exceso de alivios cómicos de poca importancia; aquí, por el contrario, los villanos, especialmente Buggy, generan la sensación de miedo que deberían causar. Para completar, los combates están muy bien coreografiados; los ángulos seleccionados son precisos para seguir los ágiles movimientos de los personajes.

De la banda sonora sí debo decir que esperaba más; no es que la música no encaje con la trama o rompa con la inmersión, pero se siente sin sello propio, como si hubiese sido compuesta para cualquier serie de piratas. No es tan épica como debería ser.

 

Iñaki Godoy es Luffy

Hace poco se reveló un video en el que Iñaki tuvo una reunión con Oda, donde ambos conversaron sobre el proyecto y cerraron agradeciéndose mutuamente. Oda mostró mucho aprecio por el joven actor, y mencionó que él es la versión live action que siempre había imaginado de Luffy. Luego de haber visto la serie puedo confirmar que, efectivamente, Iñaki Godoy es Luffy en toda regla.

Inicialmente tenía un poco de miedo, porque el comportamiento de Luffy (y de muchos personajes de anime en general) es bastante histriónico, de modo que podría percibirse sobreactuado en pantalla. Afortunadamente, Iñaki transmite todo el carisma y el espíritu de su versión anime: el de un pirata novato e inocente, soñador, relajado e impulsivo, pero, sobre todo, determinado, capaz de hacer lo imposible por alcanzar su anhelo.


One Piece para todos

En conclusión, el live action de One Piece ha sido una grata sorpresa. Realmente ha logrado transmitir todo lo que la historia original significa para los fanáticos. La supervisión de Oda y el entusiasmo de todo el equipo de producción y los mismos actores se han plasmado en un producto que refleja el cariño puesto en él. El resultado es satisfactorio, al punto en que, me atrevo a decir, esta serie gustará a quienes no son fanáticos del anime.

 

Ficha técnica

Dirección: Marc JobstTim SouthamEmma SullivanJosef Kubota Wladyka
Idea original: Eichiro Oda (del manga One piece)
Guion: Steven MaedaTom ThyndmanMatt OwensIan Stokes
Producción ejecutiva: Tetsu FujimuraMarc JobstChris SymesTim Southam
Reparto: Iñaki GodoyEmily RuddMackenyuJacob GibsonTaz SkylarVincent ReganMorgan Davies
Música: Sonya Beousova
País(es) de origen: Estados UnidosJapón
Idioma original: Inglés
Género: Aventurafantasía
Temporadas: 1
N° de episodios: 8


“Gattaca”: Genéticamente determinados

 Por: Alexiel Vidam

¿Y si tu destino estuviese escrito desde antes de tu nacimiento? Pero no, no estoy hablando de algún mandato divino, sino del terrenal deseo de tus padres y de los hombres de laboratorio.

En el futuro no tan lejano de Gattaca (1997), los seres humanos han dejado de reproducirse de manera natural, optando por la fecundación in vitro. Mediante este proceso, la ciencia permite diseñar bebés con determinadas características y eliminar la predisposición a enfermedades. Vincent (Ethan Hawke), sin embargo, pertenece a la minoría de “hijos de Dios”, seres humanos concebidos de manera natural, que ahora son identificados como una clase inferior. Vicent sueña con viajar al espacio, pero los de su categoría están destinados a ejercer únicamente como mano de obra no calificada. Por este motivo, cada día se acicala a profundidad y carga muestras ajenas de sangre, orina, cabello, etc. Con ellas, pretende burlar al sistema y alcanzar su objetivo.

Uno de los puntos más interesantes de esta película, es que cuestiona la ética de la ingeniería genética y las nuevas formas de discriminación que podrían surgir a partir de ella. Vincent no es sólo menospreciado por su entorno (y esto incluye a su propia familia), sino que incluso se convierte en principal sospechoso de un crimen únicamente por ser “inválido” (otra forma de llamar a los humanos concebidos naturalmente). Al mismo tiempo, destacan la tenacidad y determinación del protagonista en su lucha por vencer a una sociedad estructurada para no dejarle crecer. Vincent es, sin duda, la esperanza y la resiliencia hechas persona.

En el otro extremo del espectro se encuentra Jerome (Jude Law), el humano modificado y ex estrella de natación que le cede su identidad a Vincent. Jerome se encuentra paralítico tras un fallado intento de suicidio. A diferencia de Vincent, él tiene todas las oportunidades a sus pies, pero aun siendo hijo de la ciencia, no alcanza la perfección que desea, y eso lo está matando.

La química que surge entre Vincent y Jerome es interesante. Mientras Jerome es ácido y amargado, Vincent es entusiasta e idealista. Poco a poco, el espíritu del segundo va contagiando al primero, haciendo que se sienta parte del mismo sueño. De algún modo, Vincent y Jerome son las dos caras de una misma moneda: víctimas de una sociedad cruel y deshumanizante, que anula toda fe en la voluntad con su determinismo extremo. 

En cuanto a la parte estética, cabe destacar el simbolismo genético, especialmente en la escalera del apartamento de Jerome, en forma de estructura de ADN. El propio nombre Gattaca es una combinación de las letras que representan las cuatro bases nitrogenadas que componen la cadena de ADN: guanina (G), adenina (A), timina (T) y citosina (C). Este simbolismo se ve complementado con colores fríos, metálicos típicos de la ciencia ficción, combinados con sombras marcadas en situaciones de persecución y misterio que evocan mucho al cine negro (cine criminal). Esta última referencia se remarca con la presencia de Uma Thurman en un papel secundario pero no menos importante, encarnando a la femme fatale, personaje icónico del noir.

Como punto en contra, señalaría lo irónico de que una película acerca de la discriminación cuente con un reparto tan poco inclusivo. Considero que habría sido valioso observar –y especular– sobre la coexistencia del filtro genético con otros factores típicos de segregación.

Ficha técnica

Dirección: Andrew Niccol
Guion: Andrew Niccol
Producción: Danny DeVito, Michael Shamberg, Stacey Sher
Música: Michael Nyman
Fotografía: Slawomir Idziak
Montaje: Lisa Zeno Churgin
Reparto: Ethan Hawke, Jude Law, Uma Thurman, Alan Arkin
Género: Ciencia ficción, suspenso, noir, biopunk
País: Estados Unidos
Idioma:
Inglés
Año: 1997
Duración: 112 minutos