Por: Alexiel Vidam
¿Y si tu destino estuviese escrito desde antes de tu nacimiento? Pero no, no estoy hablando de algún mandato divino, sino del terrenal deseo de tus padres y de los hombres de laboratorio.
En el futuro no tan lejano de Gattaca (1997), los seres humanos han dejado de reproducirse de manera natural, optando por la fecundación in vitro. Mediante este proceso, la ciencia permite diseñar bebés con determinadas características y eliminar la predisposición a enfermedades. Vincent (Ethan Hawke), sin embargo, pertenece a la minoría de “hijos de Dios”, seres humanos concebidos de manera natural, que ahora son identificados como una clase inferior. Vicent sueña con viajar al espacio, pero los de su categoría están destinados a ejercer únicamente como mano de obra no calificada. Por este motivo, cada día se acicala a profundidad y carga muestras ajenas de sangre, orina, cabello, etc. Con ellas, pretende burlar al sistema y alcanzar su objetivo.
Uno de los puntos más interesantes de esta película, es que cuestiona la ética de la ingeniería genética y las nuevas formas de discriminación que podrían surgir a partir de ella. Vincent no es sólo menospreciado por su entorno (y esto incluye a su propia familia), sino que incluso se convierte en principal sospechoso de un crimen únicamente por ser “inválido” (otra forma de llamar a los humanos concebidos naturalmente). Al mismo tiempo, destacan la tenacidad y determinación del protagonista en su lucha por vencer a una sociedad estructurada para no dejarle crecer. Vincent es, sin duda, la esperanza y la resiliencia hechas persona.
En el otro extremo del espectro se encuentra Jerome (Jude Law), el humano modificado y ex estrella de natación que le cede su identidad a Vincent. Jerome se encuentra paralítico tras un fallado intento de suicidio. A diferencia de Vincent, él tiene todas las oportunidades a sus pies, pero aun siendo hijo de la ciencia, no alcanza la perfección que desea, y eso lo está matando.
La química que surge entre Vincent y Jerome es interesante. Mientras Jerome es ácido y amargado, Vincent es entusiasta e idealista. Poco a poco, el espíritu del segundo va contagiando al primero, haciendo que se sienta parte del mismo sueño. De algún modo, Vincent y Jerome son las dos caras de una misma moneda: víctimas de una sociedad cruel y deshumanizante, que anula toda fe en la voluntad con su determinismo extremo.
En cuanto a la parte estética, cabe destacar el simbolismo genético, especialmente en la escalera del apartamento de Jerome, en forma de estructura de ADN. El propio nombre Gattaca es una combinación de las letras que representan las cuatro bases nitrogenadas que componen la cadena de ADN: guanina (G), adenina (A), timina (T) y citosina (C). Este simbolismo se ve complementado con colores fríos, metálicos típicos de la ciencia ficción, combinados con sombras marcadas en situaciones de persecución y misterio que evocan mucho al cine negro (cine criminal). Esta última referencia se remarca con la presencia de Uma Thurman en un papel secundario pero no menos importante, encarnando a la femme fatale, personaje icónico del noir.
Como punto en contra, señalaría lo irónico de que una película acerca de la discriminación cuente con un reparto tan poco inclusivo. Considero que habría sido valioso observar –y especular– sobre la coexistencia del filtro genético con otros factores típicos de segregación.
Ficha técnica
Dirección: Andrew
Niccol
Guion: Andrew
Niccol
Producción: Danny
DeVito, Michael Shamberg, Stacey Sher
Música: Michael
Nyman
Fotografía: Slawomir
Idziak
Montaje:
Lisa Zeno Churgin
Reparto: Ethan
Hawke, Jude Law, Uma Thurman, Alan Arkin
Género: Ciencia
ficción, suspenso, noir, biopunk
País: Estados
Unidos
Idioma: Inglés
Año: 1997
Duración: 112
minutos
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