Por: Alexiel Vidam
Cuando pienso en Shortbus (2006), pienso en dos conceptos tan
básicos como opuestos: represión y liberación. Represión y liberación
emocional, psicológica, sexual; búsqueda incesante de la identidad.
Los personajes de Shortbus esconden algún secreto que
les avergüenza, que les impide conseguir la estabilidad emocional; lo cual
acaba reflejándose, finalmente, en su incapacidad para llevar una vida sexual
plena. Tal es el caso de Sofia (Sook-Yin Lee), una terapeuta sexual que
jamás ha experimentado un orgasmo; James
y Jamie (Paul Dawson y PJ DeBoy),
una pareja homosexual aparentemente idílica, que está buscando abrir su
relación; también es el caso de Severin
(Lindsay Beamish), una dominatrix
bisexual dedicada a la prostitución, quien preferiría dejarlo todo y conseguir
una pareja estable.
Todos ellos acaban reunidos en el Shortbus; –según su travestida anfitriona- “un centro de reunión de personas despiertas y atrevidas... Como en los
años 60, sólo que con menos esperanza”. Dicho en cristiano: una suerte de club que combina arte, música
y sexo… Derroche de sexo, a decir verdad: orgías, prácticas de todos los
tipos y bisexualidad por donde se mire; todo eso es cotidiano en el Shortbus,
el lugar al que se llega en busca de redención.
¿Redención de qué? De los propios temores y demonios
internos.
A través del Shortbus
no sólo exploramos la sexualidad de cada uno de sus “pasajeros”, sino que
también descubrimos los motivos que los llevaron a temer y a contener aspectos
de su propia personalidad… Entendemos por qué James se encuentra deprimido
y no permite que Jamie lo penetre; por qué Sofia no ha sido capaz de
explorarse a sí misma ni antes ni después de su matrimonio; cuáles son los
verdaderos sueños y preocupaciones que aquejan a Severin.
El factor “voyeurismo”
también es importante en la película. Personajes que parecen ornamentales,
acaban participando activamente en la exploración y resolución de los
conflictos de los protagonistas. Ellos, no sólo ayudan a construir esa
atmósfera erótica, liberal y sensorial, sino que en algún momento, llegan a conectar
con los personajes principales, formando parte de su proceso de descubrimiento.
Es interesante saber, además, que todas las escenas de sexo que se observan en el filme, son reales.
De hecho, con alguna que otra excepción, la
mayor parte del reparto está conformada por “actores naturales” (no profesionales); vale
decir, gente de la calle elegida para actuar de sí misma. John Cameron Mitchell, director de la película, señala que muchas
personas enviaron videos con testimonios de sus propias vidas para el casting.
De entre todos se eligió a los actores y, en conjunto, se realizó el guión. Ellos
sabían perfectamente lo que tenían que hacer y estuvieron de acuerdo. Se buscó
que las escenas les fuesen cómodas, de modo que el sexo se mostrase con
naturalidad máxima.
Este filme, precisamente
por su franqueza y su aspereza, es que consigue tocar al espectador, conmoverle
e identificarle. Se trata pues, de una obra sumamente sincera y rebelde,
que rompe con todo prejuicio acerca de las preferencias y prácticas sexuales, y
presenta el sexo no sólo como fuente de
placer corpóreo, sino también como espacio de liberación y conexión con uno
mismo.
Ficha técnica
Dirección: John Cameron Mitchell
Guión: John Cameron Mitchell
Música: Yo La Tengo,Scott Matthew, Animal Collective, Azure Ray
Reparto: Sook-Yin Lee, Paul Dawson, Lindsay Beamish, PJ Deboy
País: Estados Unidos
Año: 2006
Género: Drama, comedia
Duración: 102 minutos
Idioma: Inglés
Productora: THINKFilm
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