Por: Alexiel Vidam
Hace unos días, la curiosidad me arrastró a ver una película
que revivía una de las tragedias más sonadas en el medio nacional durante mis
épocas de colegio: el incendio de la
discoteca Utopía, ubicada en el
Jockey Plaza desde mayo de 2002 hasta julio del mismo año.
De buenas a primeras, el hecho de que existiera una película
sobre este tema, me provocó una sensación extraña, pues hacer una película
sobre una desgracia de ese calibre suena un poco a oportunismo; sin embargo, el
hecho de que hayan pasado tantos años desde ella me hizo preguntarme cuáles fueron las motivaciones de los
directores para realizarla, qué enfoque le dieron y si finalmente lograron
plasmar en el filme el desgarro que debieron sentir los familiares de las
víctimas.
Para quienes nos visitan desde otros lares, o para las
nuevas generaciones, me tomo el trabajo de explicar que Utopía era la discoteca más exclusiva del momento, que a ella sólo
aspiraban entrar los jóvenes de las familias adineradas de Lima, y que sólo
podían hacerlo si es que contaban con una invitación.
Se realizó, pues, una fiesta que prometía ser la más memorable del año, una fiesta “Zoo”, para la cual la discoteca había contratado al circo Los Hermanos Fuentes Gasca para que les cedieran un león, un tigre de bengala, un chimpancé y un caballo; los dos primeros se encontraban en dos grandes jaulas, mientras que los dos segundos se encontraban sueltos dentro del local; además, el personal se encontraba maquillado como animales salvajes y los encargados del espectáculo realizaban malabares con fuego, el cual mantenían vivo mediante envases de bencina.
Se realizó, pues, una fiesta que prometía ser la más memorable del año, una fiesta “Zoo”, para la cual la discoteca había contratado al circo Los Hermanos Fuentes Gasca para que les cedieran un león, un tigre de bengala, un chimpancé y un caballo; los dos primeros se encontraban en dos grandes jaulas, mientras que los dos segundos se encontraban sueltos dentro del local; además, el personal se encontraba maquillado como animales salvajes y los encargados del espectáculo realizaban malabares con fuego, el cual mantenían vivo mediante envases de bencina.
Si a esta combinación de animales alterados por la enorme bulla –y la poca higiene que
significa mantenerlos en un local cerrado- y maromas pirotécnicas con material inflamable –la bencina-, sumamos
una pista de baile hecha de caucho,
un techo falso de madera, la total ausencia de señalización de
seguridad, la de un solo extintor, el
hecho de que se hubiese cortado el agua en los baños para que la gente
comprase en la barra, el que sólo
hubiese una puerta disponible, y el que se repartiesen 3 mil entradas dobles para un local con capacidad de seiscientas
personas… una catástrofe era predecible.
Aquella noche provocó la muerte de 29 personas intoxicadas por el contacto del fuego con el caucho predominante en un local que funcionaba sin tener la autorización de Defensa Civil (y –para colocarle la cereza al pastel- contaba con un personal tan poco preparado, que intentó apagar el incendio rociándolo con alcohol).
Aquella noche provocó la muerte de 29 personas intoxicadas por el contacto del fuego con el caucho predominante en un local que funcionaba sin tener la autorización de Defensa Civil (y –para colocarle la cereza al pastel- contaba con un personal tan poco preparado, que intentó apagar el incendio rociándolo con alcohol).
La película aborda el
drama de los padres de los jóvenes fallecidos, quienes, diez años después
del desastre, siguen sin encontrar justicia. De su lado, se encuentra Julián (Renzo Schuller), un periodista
frustrado y harto de cubrir noticias superficiales; él intentará completar
los cabos sueltos en un crimen por
negligencia que se mantiene impune.
El tema de por sí es fuerte e invita a la reflexión, y a favor de la película se puede decir que
reconstruye la crudeza que pudieron haber vivido los asistentes a esa noche
siniestra sin ofender a los familiares de las víctimas reales (de hecho,
muchos de ellos participaron dando su testimonio u ofreciendo sus casas para
mostrar las locaciones reales donde sus hijos fallecidos se encontraron durante
las horas previas a la tragedia).
El momento de la tragedia, de hecho, es –de lejos- el mejor logrado de todo el filme y –me atrevería a decir- el único que realmente hace que toda la película merezca ser vista.
El momento de la tragedia, de hecho, es –de lejos- el mejor logrado de todo el filme y –me atrevería a decir- el único que realmente hace que toda la película merezca ser vista.
De hecho, hay que tener bastante paciencia para llegar hasta
ahí, pues toda la primera parte está
llena de momentos sosos decorados por una desesperante y empalagosa musiquita
que parece sacada de un culebrón mexicano. El guión, para esto, está lleno de
clichés y frases enlatadas poco creíbles, que, enfatizadas por la sobreactuación terminan convirtiendo
personajes en caricaturas.
Otro punto bastante débil de la película, de hecho, está en su pretensión de abarcar mucho (y enfatizar poco). La historia busca mostrarnos a la mayor cantidad posible de víctimas en los momentos previos al incendio; no obstante, esto confunde al espectador, que no consigue una verdadera conexión empática con ninguna de ellas.
Otro punto bastante débil de la película, de hecho, está en su pretensión de abarcar mucho (y enfatizar poco). La historia busca mostrarnos a la mayor cantidad posible de víctimas en los momentos previos al incendio; no obstante, esto confunde al espectador, que no consigue una verdadera conexión empática con ninguna de ellas.
En cuanto a la parte
formal, la escena del desastre sigue siendo la mejor lograda, consiguiendo
transmitir toda la tensión y la desesperación de quienes, en medio de la
completa oscuridad y del humo tóxico, buscaban a toda costa hallar una salida. Las otras escenas, por el contrario, no
parecen tener mucho trabajo visual, y no terminan de generar una atmósfera
inmersiva, de modo que el espectador se queda siempre con la sensación de “no
terminar de tragarse el rollo”.
La escena más falsa y primariosa, a mi parecer, fue aquella en la que Julián (Schuller) entra en un dilema personal acerca de resolver el caso utopía o darle prioridad a su vida personal. Esta sucesión de tomas en la que Schuller aparece gritando, agitando la cabeza y arrancándose los pelos recuerdan a una de esas escenas existencialistas que se muestran series de animación japonesa… sólo que en esas últimas el recurso –bien utilizado- funciona y se asume como parte de su estética, mientras que aquí no pega en lo absoluto y hasta provoca fastidio por la poca verosimilitud.
La escena más falsa y primariosa, a mi parecer, fue aquella en la que Julián (Schuller) entra en un dilema personal acerca de resolver el caso utopía o darle prioridad a su vida personal. Esta sucesión de tomas en la que Schuller aparece gritando, agitando la cabeza y arrancándose los pelos recuerdan a una de esas escenas existencialistas que se muestran series de animación japonesa… sólo que en esas últimas el recurso –bien utilizado- funciona y se asume como parte de su estética, mientras que aquí no pega en lo absoluto y hasta provoca fastidio por la poca verosimilitud.
Para redondear, diré que Utopía es una película con
grandes desaciertos y un tremendo acierto. Podemos pasar de casi toda la
trama, pero la recreación del suceso principal consigue atrapar e impactar lo
suficiente como para causar indignación, llevándonos reflexionar sobre la
injusticia, la negligencia y la irresponsabilidad, y a concienciar sobre cómo sucesos tan
tristes como éste fueron “necesarios” para generar un cambio en las leyes
peruanas.
Dirección: Jorge Vilela, Gino Tassara
Guión: Gino Tassara
Reparto: Renzo Schuller, Rossana Fernández-Maldonado, Gianfranco Brero, Valeria
Bringas, Javier Valdés, Leslie Stewart, Priscilla Espinoza
País: Perú
Idioma: Español
Año: 2018
Género: Drama, basada en hechos reales
Duración: 90 min
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Me parece que el final pudo ser mejor, sentí que corrían pero en lineas generales me pareció bien tratada la parte de la tragedia, que de hecho nos deja un tema muy fuerte por analizar y una deuda tremenda con la justicia que hasta ahora no llega, una herida abierta para muchas familias que aún con recursos, no pudieron encontrarla.
ResponderEliminarLa parte de la tragedia si, muy bien tratada, luego se ve algo apresurado pero dentro del producto nacional del año, tiene un buen balance. Pudo tener un mejor final. Creo que sí.
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