Por: Alexiel Vidam
Cayetana (Fátima
Buntix) es una niña enfadada. Con su madre que nunca está, con su padre que
se olvida de ella, con la profesora que habla del infierno, con una época en
que los perros callan con Valium.
Las Malas Intenciones, está ambientada en uno de los momentos
más violentos que ha vivido el Perú; a
inicios de los 80, cuando los
atentados terroristas de Sendero
Luminoso agitaban a la población. Es un filme que denuncia la superficialidad
de la clase alta limeña, y su indiferente al momento de pobreza y desolación
que vivía el país.
Historia de drama y horror
Todo comienza con Cayetana
de los Heros, una niña de ocho años que colecciona láminas de los héroes de
la patria. En su imaginación, Bolognesi,
Miguel Grau, José Olaya, entre otros, la acompañan y le conversan. Ella los
admira y se refugia en el deseo de convertirse en héroe para aplacar su
soledad.
Cayetana vive bajo el cuidado de sus empleados en una casa amurallada en Ñaña-Chosica. La casa es como un palacio de ricos en medio de un barrio pobre. Su madre viaja constantemente. Su padre se olvida de recogerla los domingos porque se la pasa de novia en novia. Por si fuera poco, en uno de los fugaces regresos de su madre, le comunica que va a tener un hermano.
Cuando Bolívar y San Martín quisieron independizar al
Perú, sabían que dos soles no podían brillar en el mismo cielo. Asimismo,
Cayetana siente que la poca atención que recibe corre peligro, por lo cual,
declara la fecha del nacimiento de su hermano, como el día de su propia muerte.
Mientras tanto, las calles son azotadas por el miedo. La oz y el martillo, símbolo del movimiento terrorista Sendero Luminoso, aparecen pintados en rojo en las paredes de las calles. Pordioseros, apagones, perros muertos colgados de los postes. En los colegios, los simulacros de bomba son siempre a la hora de matemáticas. Cayetana y su prima Jimena juegan a “terrorista”.
Mirada crítica
El filme es bastante crudo y directo. Nos señala como
responsables de nuestra propia historia de terror. Al igual que los limosneros
de las calles, Cayetana lucha por dejar de ser invisible para quienes la
rodean. Las dos únicas personas que la comprenden, son dos seres también sin
voz: su prima enferma, y su chofer, un hombre humilde, de color, y con
problemas de salud.
La casa de Cayetana es una metáfora de la sociedad limeña
(desde su ubicación hasta sus habitantes). Los sectores acomodados hacen lo posible
por permanecer ciegos a la terrible situación. Viajan constantemente, tienen
casas amuralladas, y montan negocios que se aprovechan descaradamente de las
circunstancias (el padrastro de Cayetana se vanagloria de la prosperidad de su
negocio de velas).
Los niños de la clase alta están educados para huir de sus responsabilidades.
Ramón, el padrastro de Cayetana, no
paga a los albañiles por la construcción de la piscina (sin embargo, mantiene
una lancha en la playa), y la propia Cayetana deja que culpen a la empleada por
el robo del dinero para el bebé.
Profundizando un poco más en Cayetana, encontramos a un
personaje complejo y ambivalente, que transmite compasión a la vez que rechazo.
Su capacidad de observación y reflexión acerca de la realidad contrasta con su
visión distorsionada de hacer el bien. Sus “buenas acciones” suelen acabar en
tragedia. Intenta curar a un canario y acaba envenenándolo. Intenta alimentar a
unos gatos, y vierte un litro de leche sobre ellos.
La muerte acosa a Cayetana en su entorno y sus pensamientos. Conversa con los muertos. La gente y los animales mueren a su alrededor. La tragedia aparece constantemente en sus comentarios, pero sus verdaderas intenciones son siempre camufladas por el silencio o la ambigüedad de sus actitudes.
Género: Drama
Países: Perú,
Argentina
Año: 2011
Dirección:
Rosario García-Montero
Guión: Rosario
García-Montero
Producción: Steve
Akerman, Benito Mueller
Actores: Fátima
Buntinx, Katerina D’Onofrio, Paul Vega, Kani Hart, Melchor Gorrochátegui, Jean
Paul Strauss
Música: Patrick
Kirst
Dirección de fotografía: Rolo Pulpeiro
Dirección de fotografía: Rolo Pulpeiro
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