Tomando en cuenta la
fecha –día de la madre-, supongo que es casi inevitable que todo cinéfilo se
cuestione cuál, de todas las madres del cine, sería su favorita. La mía, sin dudarlo, es Mrs. Robinson. Valga la aclaración, sin
embargo, no me refiero a ella como la madre que me gustaría tener (contra… y
toco madera)… sino como la mujer que a todos nos encantaría conocer.
Y es que, vamos… ¿Quién que haya visto El Graduado, de Mike Nichols, no se ha enamorado de ella?
Mrs. Robinson es la
mujer prohibida por excelencia. Aquella mujer que nos lleva siglos de
experiencia, para quien nunca seremos suficientemente maduros, ni
suficientemente interesantes.
Creo, pues, que la mujer conecta con uno de nuestros impulsos más primitivos: el instinto de
territorialidad. Luchamos por imponernos como individuos, valga la redundancia,
como seres individuales. Porque como seres humanos, egocéntricos como naturaleza,
necesitamos gritarle al mundo que existimos; y lo hacemos, imponiendo ante el
otro nuestra presencia. Mrs. Robinson es –precisamente- la mujer que nos pone a prueba, la que se burla de nosotros, la que nos
dice “me gustas, pero nunca tanto”, “te miro, pero nunca tanto”, creando,
pues, una profunda –aunque no muy perceptible- crisis existencial, donde el
individuo encuentra frustrado su deseo de ser reconocido. Se trata del gancho
perfecto, donde un reconocimiento a medias genera esperanza, pero a la vez la
suficiente insatisfacción como para que el ego golpeado del individuo se lance
a la aventura de insistir.
Eso es lo que pasa con Benjamin (Dustin Hoffman),
“el graduado”. Cansado de vivir lo que se espera de él, este joven veinteañero
se halla en busca de sí mismo, y es en medio del desconcierto, que descubre a
la intrigante Sra. Robinson (Anne Bancroft). Ella encarna la voz de su rebeldía. Ella,
además, es la única que parece distinguirle; la única que parece escuchar esa voz
interior que le invita a romper con lo establecido.
Curiosamente, aunque desde otro ángulo, la búsqueda de “Ben”,
parece ser la misma que la de su amante.
Ella, es una mujer desencantada que busca rebelarse tanto o más que él mismo.
Se trata de un ser solitario, descontento con su realidad, marcado por
circunstancias que dieron un giro a su vida y apagaron sus sueños. Aunque nunca
lo diga, aunque se esconda tras su imagen dominante, llegamos a entender que se busca a sí misma en él, tanto como él lo hace
en ella.
¿Qué sucede entonces
cuando el chico rebelde decide mirar a otra parte…? El dilema de Mrs.
Robinson no es sólo la crisis de volver a perderse… Es también el de la mujer
que se encuentra en la incómoda situación de competir con su propia hija, tan
hermosa como ella alguna vez… pero joven y radiante.
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