lunes, 17 de diciembre de 2012

Hijo de Satán




Por: Alexiel Vidam

Damien Thorn (protagonista de La Profecía), es el Anticristo, el hijo del diablo, el que causará el Apocalipsis. Nacido el 6 de Junio a las 6 AM de una hembra chacal, el pequeño Damien es adoptado por el embajador Robert Thorn, quien, ignorando su naturaleza diabólica, se lo lleva a fin de que ocupe el lugar del hijo que acaba de perder.

Damien Thorn representa muy bien ese dicho de que el diablo aparece con rostro de santo; y es que Damien se presenta como un niño angelical, luego como un adolescente amigable, y después como un adulto carismático e influyente. A través de toda la saga de La Profecía, observamos los distintos rostros de Damien, su crecimiento en edad cronológica, y su evolución psicológica, aceptando progresivamente su verdadera identidad como hijo de Satán y avanzando en pasos agigantados en su ascenso al poder.


El pequeño Damien

Al inicio de la saga, nos encontramos con un Damien niño, aparentemente inocente y sin consciencia de su verdadera identidad. Según el padre Spiletto, su madre murió a la misma hora en falleció el primogénito del embajador Robert Thorn, quien pasa a ser su padre adoptivo. Sus primeros cuatro años transcurren con absoluta tranquilidad; Damien es un niño aparentemente normal, salvo por la particularidad de que nunca se ha enfermado.

No obstante, al cumplir los cinco años, el pequeño empieza a demostrar hostilidad por las Iglesias (en una ocasión, entró en un cuadro de histeria tal que acabó golpeando y arañando a su madre), simpatía por los perros bravos (los pobres Rottweilers quedaron estigmatizados tras el estreno del filme), y reacciones salvajes en animales comúnmente tranquilos. A esto se suma una serie de extrañas coincidencias con final trágico: el suicidio de su niñera, la accidental muerte de un sacerdote que advirtiera a su padre, el aborto involuntario del segundo hijo de los Thorn, y la caída de su madre adoptiva desde el segundo piso de su casa.


Todo esto comienza a poner en alerta a Robert Thorn, quien teme por la vida de su esposa. Al principio le cuesta aceptar la realidad, pero cuando ya no hay forma de hacerse el ciego, toma la decisión de acabar con la vida de Damien… es entonces cuando debe enfrentarse al arma más letal del demonio, una inocente voz que le dice: “No, papá, por favor…”.


El despertar de Damien

En la segunda película de la saga, nos encontramos con un Damien Thorn de 13 años, que vive con sus tíos Richard y Anne Thorn, y con su primo Mark. Damien es un chico tranquilo, amable, y sumamente inteligente. La gente que lo rodea presenta mucha simpatía hacia él, con excepción de la tía Marion, quien siempre lo trata con hostilidad e insiste a sus tíos en mantenerlo lejos de Mark.

Este Damien desconoce completamente su identidad como Anticristo, pues en la primera parte de la saga él era sólo un niño y no era el propio autor de las desgracias, sino que una suerte de “aura diabólica” actuaba por él, beneficiándole indirectamente. Podríamos decir que Damien nunca se dio cuenta de nada de lo que ocurría, y lo único que nos hace sospechar de él es esa sonrisa malévola que muestra hacia la cámara al final de la primera película. Damien es, hasta el momento, un chico bueno, algo asustado porque siente que una tremenda fuerza crece dentro de sí y no puede entender de qué se trata. Es entonces cuando los apóstoles de Satán, reencarnados en ciertas personas que le rodean, empiezan a hacer su trabajo para que Damien se descubra a sí mismo.


Damien se encuentra en el Apocalipsis y descubre la marca demoníaca (“666”) en su cabeza. Al principio esto le provoca una fuerte crisis existencial, pero finalmente se acepta como hijo del diablo y pone en marcha su destino.


Damien rumbo al poder

Ahora Damien tiene 32 años, y se ha convertido en el embajador más joven de los Estados Unidos. Ha desarrollado aún más la agudeza mental de su adolescencia, y es un experto manipulador. Sabe llegar al sentimiento de las personas y pintarse como un hombre de bien; sin embargo, él ya tiene sumamente claro quién es y para qué ha venido. A través de la política y la economía va haciéndose de más y más poder, además de conseguir un gran número de adeptos de todas las edades (desde niños hasta ancianos) capaces de morir o de cometer los actos más terribles a su favor.

Ahora lo único que puede interponerse en el camino de Damien es la próxima reencarnación de Cristo (“El Nazareno”), por lo cual buscará deshacerse de todos los niños varones nacidos el 4 de marzo, fecha predestinada al nacimiento del hijo de Dios.


Evolución de la malignidad

Damien Thorn es un personaje sumamente interesante y complejo, que desde el inicio nos llena la cabeza de contradicciones y sentimientos encontrados. En la primera película, llegamos a sentirnos identificados con las dudas del padre adoptivo, pero a la vez amenazados por una terrible fuerza diabólica. La imagen de un niño pequeño que parece no enterarse de las situaciones siniestras que le rodean, nos coloca entre la espada y la pared, llegando a sentir lástima por él, y a desear que quienes desean quitarle de en medio no logren su cometido.

Con el Damien adolescente, la contradicción se vuelve todavía más fuerte, pues ahora nos encontramos con un muchacho consciente y con tendencia al bien, pero que parece no tener mucho control sobre su propio poder. Hay una escena en la que le vemos defendiendo a su primo de uno de los matones del colegio; basta con una mirada para dejar fuera de combate y completamente traumatizado al abusivo. Esta mirada resulta mil veces más poderosa que los puños del matón. La figura es interesante, pues vemos a un Damien tratando de hacer justicia, pero observamos también cómo es incapaz de medir el grado de su respuesta, como si una fuerza mayor y sumamente destructiva se apoderase de él. Más adelante, Damien, ya habiéndose reconocido y aceptado, toma dominio de ese poder y destruye con toda voluntad; no obstante, una última situación contradictoria nos hace sentir cierta sensibilidad hacia el personaje: cuando se encuentra frente a frente con su primo Mark, a quien dice querer como a un hermano, y le ruega que se una a él para poder “salvarle”.
 
La última imagen de Thorn ya está mucho más definida. No nos queda duda de que el sujeto es pura maldad, y que cualquier gesto simpático o benevolente que pueda mostrar, no es más que manipulación. Aun así, cabe anotar que la inteligencia siniestra de Damien, su astucia maquiavélica, y su aura misteriosa no dejan de ser atractivas. El Damien adulto es un líder por excelencia: dominante, hábil para el discurso, hipnotizante con la mirada, y seductor con sus formas… como la viva encarnación de las tentaciones.

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