martes, 5 de mayo de 2015

Viajero del tiempo



Por: Alexiel Vidam

Martin Seamus McFly –más conocido como Marty McFly-, protagonista de la trilogía Back to the Future (Volver al Futuro),  es el chico que todo infante de los 90s deseó ser al llegar a los 17: aguerrido, ingenioso, intrépido… pero sobre todo, capaz de vivir las más emocionantes aventuras de viajes en el tiempo.


¿Quién es Marty McFly?

En principio, un adolescente como cualquiera: va a la escuela, llega casi siempre tarde, no saca las mejores notas pero tampoco las peores, y tiene una novia linda que lo quiere. Además, es un maestro de la patineta y un apasionado de la música rock. De hecho, le encanta tocar en la guitarra los temas de sus rockeros favoritos: Chuck Berry, Van Halen, Huey Lewis and the News, ZZ Top.

Hasta ahí, nada fuera de lo común.

Sin embargo, Marty tiene un punto débil, y éste es su carácter de “fosforito”. Es imposible llamar al muchacho “gallina”, sin que salte de inmediato y te agarre a puñetazos. No soporta que le tachen de cobarde o de bueno para nada. No soporta, en otras palabras, que le identifiquen con su padre.

La familia de Marty es una banda de losers. Su padre, George McFly, un nerd fracasado que trabaja para el sujeto que le hacía bullying en el colegio; su madre –Loraine-, una alcohólica empedernida; sus dos hermanos mayores, otro par de pelmazos. A Marty le deprime esa realidad; es por ello que busca estar casi todo el tiempo lejos de ella, junto a su novia Jennifer Parker, o con su amigo el científico loco Emmet Brown.


Marty y su amigo el Dr. Emmet Brown

Este último, es quien le cambia la vida.

Cuando Emmet convierte un auto DeLorean en máquina del tiempo, circunstancias inesperadas terminan enviando a Marty al pasado; para ser exactos, al año 1955, durante la juventud de sus padres. Ahí, Marty, bajo el apodo de “Calvin Clein” –grabado en sus calzoncillos-, buscará la manera de ayudar a un joven George McFly, a ganar valor y ser alguien en la vida.


Marty y su padre, George McFly, en 1955.

A partir de este punto y en adelante, podemos observar la valentía de Marty para enfrentar los problemas y tratar de ayudar a la gente que ama. No obstante, su carácter de “gallito”, le causa más de una complicación, como cuando estuvo, casualmente, a punto de interrumpir el enamoramiento de sus padres –y en consecuencia, su propio nacimiento-. Otro ejemplo es el que observamos en su “yo del futuro” –en la segunda película-, arruinado por sus arranques de impulsividad que meten en peleas innecesarias o hasta a fraudes monetarios.

El Marty McFly del año 2015

A pesar de ello, cada viaje en el tiempo representa para Marty una pequeña evolución, logrando finalmente –en la tercera película, controlar mejor sus impulsos y evaluar situaciones con mayor frialdad.


Las caras de McFly

Arriba: Eric Stoltz como Marty McFly;
abajo: El Marty McFly que conocemos.
Cuenta la leyenda, que el actor Eric Stoltz estuvo destinado, en un principio, a interpretar a Marty McFly. Hay inclusive varias fotografías de lo que se había avanzado de la película con este actor, quien, finalmente, fue despedido a la quinta semana de rodaje, pues no terminó de convencer a al director Robert Zemeckis.

Lo cierto es que Michael J. Fox, a quien hoy identificamos con el personaje de Marty, había sido –desde siempre- la primera opción para representarle. Sucede que este actor se encontraba, por aquel entonces, comprometido con la serie de TV Family Ties (1982 - 1989), y por eso había rechazado el papel.

Peeeeeeeeero… Cuando Stoltz no logró convencer a Zemeckis, la oferta se presentó nuevamente ante Michael J.Fox, quien quedó enamorado del guión y aceptó de inmediato. Vale decir, que ello no significó que rompiera con la serie en la que ya trabajaba, de modo que, como tenía las mañanas y tardes ocupadas, el director de la saga adaptó el guión, de tal manera que la mayoría de escenas de la primera película fuesen de noche o de madrugada.

Como hoy sabemos bien, el éxito de la trilogía fue rotundo, y hoy es casi imposible imaginarnos a Marty McFly con un rostro que no sea el de Michael J. Fox. Lamentablemente para el actor, que había saltado al estrellato, en 1991 le diagnosticaron Parkinson, enfermedad que obstaculizó su carrera, limitándole hasta ahora a papeles secundarios en series de TV o trabajos como doblador de voz; entre ellos el del ratón Stuart Little y el de Milo James Tatch, protagonista de Atlantis.

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