Por: Gianfranco Hereña
Kimani Maruge se desviste. Frente a él, un grupo de ministros percibe
las marcas en su piel. Tres latigazos uniformes dibujan con sangre el mapa del
sufrimiento keniano a merced del Imperio Británico. Con ochenta y cuatro años a
cuestas, la misión de este hombre no es causar lástima; en primer término
quiere restituir a la profesora de una escuela primaria ubicada en las montañas
de Nairobi y después, aprender a leer, sobreponiéndose a los límites de la edad
y de su propio pueblo, que lo considera un acto ilícito.
Con un presupuesto bastante austero pero con la ventaja de
contar con exteriores bendecidos por la naturaleza, El escolar (The First Grader) cuenta la historia de
Kimani Maruge, un keniano que a sus 84 años no sabe leer y desea reinsertarse
en el sistema escolar. Kenia, tras años de barbarie, yace finalmente en un
período de restauración democrática. Entre los nuevos decretos que instaura el
gobierno de turno, se publica un artículo donde se lee claramente: “la
educación para todos”.
Maruge se entera de
esto y va a la escuela, exigiendo ser aceptado como alumno. Inicialmente solo quiere aprender a leer para darle
trámite a una carta que el gobierno de su país le mandó hace ya un tiempo
atrás. Pero luego, a base de templanza, se nos revela como un personaje que
quiere aprender un oficio y retar las barreras del tiempo. Siente que ha perdido valiosos años como prisionero y en constantes
flashbacks lo recuerda; él colgado de una viga, sufriendo cortes con cuchillos
calientes y en otras sentado, gritando de dolor tras la inserción de un lápiz
que le perfora los tímpanos. La sobrepoblación, el gran número de padres
que pugnan por darle educación a sus hijos y el racismo entre tribus, hacen que
esta tarea sea mal vista, pues muchos consideran que Maruge le quita el puesto
a un niño, a quienes ellos mismos denominan “el futuro de Kenia”.
Esto se evidencia en toda la película. Hay alumnos que
incluso no cuentan con un pupitre. Las chances de surgir profesionalmente en un
país cuya democracia está floreciendo se evidencian, sobre todo en el notorio
abismo social existente entre la capital y el lugar donde se filma la película,
ausente de calles y gobernado principalmente por el polvo y la miseria.
Pero aquí hay un
punto en el que vale la pena detenerse,
y es el tema del racismo. Llamémosle así porque en verdad es un
asunto mucho más complejo y que da, incluso, para una investigación posterior.
Entre los mismos kenianos hay una fractura social evidente que no es del tipo
exactamente racial sino más bien tribal.
Se alude constantemente al sometimiento mostrado por algunos grupos étnicos
hacia los británicos y eso es tomado como traición. Muchos de ellos, como se
ve, colaboraron directamente con la invasión y fueron soldados que aplicaron
los castigos contra su propia gente. El mismo Maruge muchas veces hace este
tipo de referencias cuando las autoridades lo reprenden y diciendo frases que
aluden a la complexión física de sus agresores, a quienes identifica
rápidamente como descendientes de una tribu. Si hay algo que resulta
anecdótico, es que son muy pocos quienes se consideran kenianos a secas. Lo
admiten, sí, pero todavía es perceptible la añoranza del pasado que surge,
sobre todo, cuando hay disputas sociales.
Con los altibajos
propios de toda película, queda claro que la intención primordial es conmover y
Maruge termina convirtiéndose en una metáfora de sí mismo; no se trata solo de
leer, sino de entender tanto la lectura como la educación como bases para entender
el pasado y su importancia. Es un drama que revela tanto las rencillas que
todavía perduran entre las tribus africanas, como el miedo a la educación y lo
que trae consigo de manera inevitable: cambios de la tradición y acercamiento a
la modernidad, vista por muchos como algo descocido y perjudicial.
Aunque basada en un hecho real, The first grader pinta de
cuerpo entero algo que es aún más grave y perceptible tanto en Kenia como en el
resto del mundo: el miedo al conocimiento como forma de rebelión contra la
realidad.
Ficha técnica
Dirección: Justin Chadwick
Producción: Vittoria Sogno
Guión: Ann Peacock
Reparto: Oliver Litondo, Naomie
Harris, Tony Kgoroge
Música: Alex Heffes
Fotografía: Rob Hardy
Edición: Paul Knight
Países: Reino Unido, Estados Unidos,
Kenya
Año: 2010
Género: Biopic, drama
Duración: 103 minutos
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