Por: Andre Horruitiner
Cuando vamos al cine a ver una película nacional,
generalmente nos encontramos con largometrajes que contienen historias o
premisas recicladas: terrorismo o comedias de calle con humor obsceno; las
hemos visto incontables veces. Es aquí que el
director de cine Ricardo Velarde propone cambiar eso con un género poco tocado en
el cine peruano: el suspenso.
Escrita, dirigida y editada por el propio Velarde, quien,
junto a un destacado equipo técnico, así como un gran elenco actoral, nos
demuestra que el cine peruano sí tiene potencial para crear largometrajes de
calidad. De hecho, esta película se ha
presentado desde 2016 en diferentes festivales de cine, entre ellos el Montreal
World Film Festival y el Kolkata International Film Festival.
La historia se remonta en un pequeño pueblo del Cusco, donde a un talentoso practicante forense llamado
Jefferson (Manuel Gold) y su compañero de trabajo, “El Chino” (Emilram Cossío) se
les entrega –para su investigación- el cadáver de un pastor que ha muerto en
extrañas circunstancias. Al mismo tiempo, vemos entrar en acción al actor
Ramón García, con el personaje de “Padilla”, un policía de actitud rebelde pero
siempre dispuesto a hacer justicia. Casi en paralelo, surge en el pueblo un
antiguo y tenebroso mito, al cual la población atribuye el deceso del pastor.
Con respecto a las actuaciones, debo decir que Gold y García
–como actores principales- hacen un gran trabajo. Gold es conocido mayormente por tener papeles cómicos, y su personaje
de Jefferson no escapa de ese toque, pero el director Velarde no quiere que sea
así todo el tiempo y sabe dónde colocar el contraste; el joven forense
tiene ambiciones, al igual que un pasado turbio en el cual se refleja su
relación con el policía Padilla (punto que se desarrolla de manera sumamente
interesante).
Sobre el querido Ramón
García podemos decir que interpreta a alguien que quiere hacer lo correcto, pero no siempre de lo lleva de la mejor
manera y termina generándose más problemas.
Finalmente, está Carmen
(Stephanie Orué), intrigante por su modo de actuar cero predecible y su actitud
seductora. Encarna a la mujer maquiavélica que sabe utilizar sus atributos
para conseguir lo que quiere.
En cuanto a las tomas, Velarde se enfoca en mostrarnos mayormente
los paisajes naturales de la sierra,
los cuales son vastos y nos hacen sentir todo el tiempo desconectados de la
civilización. Tenemos también escenarios
cerrados, como el lugar donde trabaja Jefferson, caracterizado por colores fríos y un ambiente oscuro que
sugiere que la muerte se encuentra por doquier.
La música está compuesta Joni Chiappe con la colaboración de la banda de folk metal Chaska, mientras que los sonidos son trabajo Johann Merel y Edgar Lostaunau. Chiappe da momentos de tensión a lo largo de la película, aunque en las escenas de día juega con los paisajes para remarcar el aura de misticismo y grandeza que posee la sierra peruana. Chaska, por otra parte, se refleja en la actitud de Jefferson: Juvenil y rebelde, buscando destacar ante los demás.
Lo único que podría decir que no me agradó del todo fue la falta de profundidad en la historia de ciertos personajes. La interacción de Jefferson con Padilla tiene un historial y un significado en especial, pero hacia el final de la historia uno llega a sentir que queda más por conocer sobre la juventud del forense, así como acerca de los demonios internos del policía.
En conclusión, La Luz en el Cerro es un muy buen
exponente del cine nacional, a pesar de su corta extensión. Juega con las perspectivas de los
protagonistas y hace un muy buen uso de los mitos de la sierra dentro de su
historia.
Ficha técnica
Dirección: Ricardo Velarde
Guión: Ricardo Velarde
Fotografía: Juan Durán
Reparto: Ramón García, Manuel Gold, Emilram Cossio, Stephanie Orúe
Música: Joni Chaippe, Chaska
Sonido: Johann Merel, Edgar Lostaunau
Edición: Ricardo Velarde
País: Perú
Idioma: Español
Año: 2016
Género: Thriller
Duración: 85 min.
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