Por: Alexiel Vidam
Grandes Esperanzas (1998)
de Alfonso Cuarón, es una de esas películas que vale la pena repetir (debo
haberla repetido unas cuantas miles de veces), y también de esas películas románticas que uno puede ver sin sentir un poco de vergüenza.
Es cierto que habla
de amor romántico… un tipo de amor, que, por cierto, se encuentra bastante
vetado/criticado en esta época moderna y progresista; sin embargo, ¿quién no podría identificarse con ella? ¿Quién no ha
sentido ese amor desgraciado y sinsentido alguna vez en su vida? Creo que
todos somos conscientes de que, lo que vemos en pantalla, no es lo que debería ser,
ni el tipo de amor que desearíamos tener, pero no por ello dejamos de disfrutar
de la historia y de la genialidad de la puesta en escena, ni de conectar con
alguno de esos momentos que hoy preferíamos borrar de nuestras biografías.
Esta historia es, ni más ni menos, que una adaptación moderna de la novela homónima de
Charles Dickens (1860). Cuenta la historia de Finnegan “Finn” Bell (Ethan Hawke), un joven que, desde su niñez,
se encuentra locamente enamorado de Estella (Gwyneth Paltrow), una mujer
manipuladora -y extremadamente seductora-, educada
por su tía, la Sra. Dinsmoor (Anne Bancroft) para romper el corazón de los
hombres.
Te destrozará el corazón. Dalo por hecho. Qué trágico. Ya estás enamorado. Y aún cuanto te garantice que esta muchacha te herirá terriblemente, la buscarás con afán. ¿No es grandioso el amor?
El primer obstáculo
que percibe Finn, para alcanzar el corazón de Estella, es la diferencia social
que existe entre ambos. Finn es un muchacho de clase media-baja, mientras
Estella es la heredera de la adinerada y extravagante Sra. Dinsmoor. Sin
embargo, repentinamente se abre para Finn una gran puerta de posibilidades (de “grandes
esperanzas”): los dibujos que Finn hacía por afición, han llegado mágicamente a
manos de una galerista que espera mostrar su trabajo en Nueva York. Todo indica que Finn cuenta con un
patrocinador secreto, interesado en dar a conocer su arte al mundo.
Finn piensa que se trata de la señora Dinsmoor, quien pronto
le revela que Estella –a quien él no veía por años- se encuentra en Nueva York.
¿Es que acaso la Sra. Dinsmoor estaba
interesada en que él se reencuentre con Estella?
Lo que más me ha
gustado de este filme, es, sin duda, la maestría con la que Cuarón ha conseguido
adaptar un argumento tan clásico a los tiempos modernos. En la versión
original, el protagonista sueña con convertirse en caballero; en la adaptación,
busca convertirse en un pintor afamado y reconocido. El galanteo entre Estella
y Finn también ha evolucionado a la época actual; ya no se trata de simples
miradas, sonrisas, bailes e inocentes besos en la mejilla; la cosa se vuelve
mucho más pasional y acorde con el romance contemporáneo.
De las
interpretaciones, la que más me atrapó fue la de Anne Bancroft como esa anciana
trastornada y obsesionada con atrapar al pobre Finn en la telaraña de la
preciosa y nociva Estella. Este personaje, además, tiene la curiosidad de
recordar en cierto modo al papel que años atrás se convirtiese en el más
icónico de la actriz: la provocadora y neurótica Mrs. Robinson, de El Graduado. Mrs. Dinsmoor pues,
pareciera ser una versión envejecida de Mrs. Robinson; como si ésta –años más
tarde- hubiese llevado su neurosis al extremo límite.
Gwyneth Paltrow y Ethan
Hawke, por su parte, interpretan bien el drama romántico de “gato y ratón”,
donde el felino juguetea, divertido y sádico, con su presa antes de aplicar el
zarpazo monrtal. Y de Robert De Niro…
ni qué decir; sabe mostrar la excelencia que siempre le caracteriza hasta en el
papel más pequeño. Él representa a esos “villanos
muy simpáticos”, esos “tipos malos” que en muy en el fondo tienen buen corazón.
La fotografía y el
arte son otros factores clave para completar la atmósfera del filme. El
juego entre el verde, los rayos de sol que se cuelan, y las ramas secas en la
casa de la Sra. Dinsmoor, construyen un ambiente
excéntrico y extrañamente lúgubre, muy acorde con la atmósfera del
personaje. Por otro lado, la lluvia en uno de los diálogos más dramáticos del filme
recarga las frases de un desgarrado Finn de una intensidad conmovedora, capaz de atravesar al espectador.
Finalmente, y para cerrar con broche de oro, la música termina de construir ese ambiente
místico y atrapante. Ella, sin mucho esfuerzo, es capaz de convertirnos en Finn, de
identificarnos con sus anhelos y su amor
tan apasionado e intenso, como irracional.
Dirección: Alfonso Cuarón
Producción: Art Linson
Idea original: Charles Dickens (de su novela Grandes Esperanzas)
Guión: Mitch Glazer
Música: Patrick Doyle
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Montaje: Steven Weisberg
Reparto: Ethan Hawke, Gwyneth Paltrow, Anne Bancroft, Robert De Niro
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Año: 1998
Género: Drama romántico
Duración: 111 minutos