Por: André
Horruitiner
No
es usual ver películas de superhéroes donde el personaje central resulta ser en
realidad el que consideraríamos el “antagonista”
de la historia, es decir, el villano. Algunas excepciones
serían Mi Villano Favorito o Mega Mente, donde los malos terminan
volviéndose “buenos” a su estilo.
Pero aquí tenemos una propuesta muy
original que viene de la mano de James
Gunn, director de las dos entregas de Guardianes
de la Galaxia y de la próxima Suicide
Squad ante su repentina y corta separación de Marvel.
Esta vez, Gunn toma el volante de la producción, mientras Brian Gunn y Mark Gunn -su hermano y su primo respectivamente- se hacen cargo del guion. La dirección corre al mando de David Yarovesky, quien actuara con James Gunn como Devastador Gótico en Guardianes de la Galaxia.
Esta vez, Gunn toma el volante de la producción, mientras Brian Gunn y Mark Gunn -su hermano y su primo respectivamente- se hacen cargo del guion. La dirección corre al mando de David Yarovesky, quien actuara con James Gunn como Devastador Gótico en Guardianes de la Galaxia.
Con
una historia de origen muy similar a cierto superhéroe emblemático de capa roja
y vestimenta azul, Brightburn nos presenta a los Breyer, una pareja de granjeros que
encuentra a un bebé caído de otro mundo y decide adoptarlo como si fuera suyo.
Con el tiempo, el niño empieza a desarrollar poderes… pero no los usa precisamente para el bien. Es en este punto que sus padres tratan de hacerle entrar en razón o -en el peor de los casos-, detenerlo antes de que ponga en peligro a la humanidad.
Con el tiempo, el niño empieza a desarrollar poderes… pero no los usa precisamente para el bien. Es en este punto que sus padres tratan de hacerle entrar en razón o -en el peor de los casos-, detenerlo antes de que ponga en peligro a la humanidad.
La
premisa es, básicamente, “¿qué pasaría si Superman hubiese sido malo desde el
inicio?”. Es cierto que esta temática ya ha sido abordada
unas cuantas veces en videojuegos -como la saga Injustice-, cómics como Irremediable,
y unas cuantas películas de DC Comics.
Sin embargo, la novedad es que esta vez quien encarna a la versión malvada de Superman es un niño, protagonista de un filme de acción real del género de terror.
Sin embargo, la novedad es que esta vez quien encarna a la versión malvada de Superman es un niño, protagonista de un filme de acción real del género de terror.
Ahora viene la pregunta del millón: ¿Logra este inusual experimento cumplir con
las expectativas? Las
actuaciones, para ser francos, no son muy buenas, con algunas excepciones. Una de estas últimas es la del protagonista y villano de la
historia: Brandon Breyer (interpretado
por Jackson A. Dunn) un niño que
comienza siendo dulce, inocente y emocionalmente cercano a su familia… para
luego dar un giro radical al sentirse demasiado poderoso y, en consecuencia,
despiadado.
Otro caso notable es el de Caitlyn (Emmie Hunter), compañera de clase de Brandon a la cual visualizamos también como potencial pareja de él… hasta que se convierte en una de sus primeras víctimas.
Los jóvenes, entonces, no carecen de
expresividad; los que flaquean, son los
adultos. A estos se les percibe sobreactuados o flojos en sus pequeños diálogos.
Así sucede con los padres de Brandon discutiendo sobre los cambios del muchacho
y lo que deberían hacer con él, o con las sospechas del sheriff del pueblo acerca del pequeño supervillano.
No hay mucha emoción en estos personajes; solamente hablan para que la historia avance; por ello, no sentimos ni un ápice de pena cuando empiezan a convertirse en víctimas.
No hay mucha emoción en estos personajes; solamente hablan para que la historia avance; por ello, no sentimos ni un ápice de pena cuando empiezan a convertirse en víctimas.
En cuanto a efectos especiales, hay que destacar la creatividad empleada
por el director Yarovesky y su equipo, ya que se puede
observar claramente que el presupuesto no fue tan alto como en las típicas películas de
superhéroes que conocemos.
Se utiliza escenas muy rápidas e incluso ciertas tomas donde no se muestra al villano, pero te insinúan su presencia y ayudan a enfatizar el miedo a lo desconocido. La velocidad ya mencionada, además, se vincula con el poder descomunal de Brandon, a quien percibimos levantando vehículos con gran facilidad, rompiendo extremidades de quienes se crucen en su camino, o despedazando cuerpos cruelmente.
Se utiliza escenas muy rápidas e incluso ciertas tomas donde no se muestra al villano, pero te insinúan su presencia y ayudan a enfatizar el miedo a lo desconocido. La velocidad ya mencionada, además, se vincula con el poder descomunal de Brandon, a quien percibimos levantando vehículos con gran facilidad, rompiendo extremidades de quienes se crucen en su camino, o despedazando cuerpos cruelmente.
La música es poco usada. Sólo se encuentra presente en escenas
de alta tensión o momentos dramáticos, especialmente los que tiene Brandon con
sus padres. Yarovesky quiere, más bien
que el espectador se sienta testigo directo de lo que está pasando, de modo que
prioriza sonidos ambientales como los de los alrededores del bosque, la
granja, la escuela o el restaurante.
Se podría decir que la canción más destacada de todo el largometraje es Bad Guy de Billie Eilish que cierra la historia para darnos a entender el destino final de Brightburn.
Se podría decir que la canción más destacada de todo el largometraje es Bad Guy de Billie Eilish que cierra la historia para darnos a entender el destino final de Brightburn.
Los planos que se emplean son, sobre todo,
generales; no sólo para
describir escenarios, sino también para
mostrar la magnitud de los poderes de Brandon; estos son combinados
especialmente con ángulos contrapicados,
destinados a imponer la frialdad y superioridad del villano.
La luz también cuenta con una evolución
interesante: comenzando con tonos más cálidos para reflejar paz y armonía, y
volviéndose cada vez más fríos y tenebrosos, para mostrarnos la caída del protagonista
hacia la oscuridad. El color rojo resulta ser uno de los tonos primordiales en
el largometraje: refleja ira, peligro, violencia y pasión.
Otro punto a destacar dentro de la puesta en
escena, es el empleo inteligente del terror. Brightburn
no recurre al típico y aburrido jumpascare
(el sorpresivo “¡bú!”) del que ha abusado tanto el género; tampoco recurre al gore para intimidar al espectador. Gunn
y Yarovesky, por el contrario, recurren
al terror psicológico; logran provocar el miedo con su sola e imponente
presencia.
Para concluir, Brightburn es una propuesta original que
combina el terror con la moda actual de los superhéroes. Sin embargo, se pudo hacer un mejor trabajo
en la narrativa -llena de agujeros- y mucho más en la dirección de actores.
A pesar de darnos un final interesante que abre paso a una secuela, es poco probable que volvamos a ver a este pequeño y temible villano, dado que, ni ha recibido tan buena recepción por parte del público, ni por parte de la crítica especializada.
A pesar de darnos un final interesante que abre paso a una secuela, es poco probable que volvamos a ver a este pequeño y temible villano, dado que, ni ha recibido tan buena recepción por parte del público, ni por parte de la crítica especializada.
Dirección: David
Yarovesky
Producción: James
Gunn, Kenneth Huang, Mark Gunn, Brian Gunn, Dan Clifton, Simon Hatt, Nic Crawley
Guion: Brian
Gunn, Mark Gunn
Fotografía: Michael
Dallatorre
Montaje: Andrew
S. Eisen
Reparto: Elizabeth
Banks, David Denman, Jackson A. Dunn, Matt Jones,
Meredith Hagner
País: Estados
Unidos
Idioma: Inglés
Año: 2019
Género: Terror, superhéroes
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