Por: Alexiel Vidam
Hay maestros que te
enseñan el 2+2 y otros que te enseñan cómo vivir… o mejor dicho, a empezar
a vivir con todo el significado que una palabra tan fuerte representa. A estos
últimos, pertenece John Keating, entrañable personaje de La Sociedad
de los Poetas Muertos (1989). Si eres millenial, podrías identificarlo como el
Merlí de los 90s… sólo que con la dulzura de Robin Williams.
John Keating, apodado “¡Oh
Capitán, mi capitán!” -como el poema Whitman-, es un peculiar y apasionado maestro de literatura que acaba de ser
contratado en la preparatoria Welton, un
internado de chicos cuyo código de educación es bastante tradicional y riguroso.
Keating, sin embargo, contrasta con la personalidad del resto de profesores, quienes focalizan su atención en mantener a los alumnos controlados y guiar sus decisiones de un modo acorde con los deseos de sus padres. Él, por el contrario, utiliza divertidos y poco ortodoxos métodos de enseñanza para invitar a sus alumnos a reflexionar y construir sus propias ideas.
Keating, sin embargo, contrasta con la personalidad del resto de profesores, quienes focalizan su atención en mantener a los alumnos controlados y guiar sus decisiones de un modo acorde con los deseos de sus padres. Él, por el contrario, utiliza divertidos y poco ortodoxos métodos de enseñanza para invitar a sus alumnos a reflexionar y construir sus propias ideas.
“Me he subido a mi mesa para recordar que hay que mirar las cosas de un modo diferente. El mundo se ve distinto desde aquí arriba.”
Lo hace, además, tomando
como principal herramienta uno de los pilares más incomprendidos de la
literatura: la poesía… ese género literario que, por su intensidad y su
complejidad metafórica es considerado, muchas veces, “el patito feo de la
literatura”.
Y así lo hacen Neil, Tod, Knox, Charly y el resto de sus compañeros de clase, hasta que este intrépido profesor echa a la basura los dictados académicos que la encasillan, y les enseña -mas bien- a sentirla. Keating, en un memorable monólogo, resume el sentido real de la poesía:
Y así lo hacen Neil, Tod, Knox, Charly y el resto de sus compañeros de clase, hasta que este intrépido profesor echa a la basura los dictados académicos que la encasillan, y les enseña -mas bien- a sentirla. Keating, en un memorable monólogo, resume el sentido real de la poesía:
“No leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos
poesía porque pertenecemos a la raza humana. Y la raza humana está llena de
pasión. La medicina, el derecho, los negocios y la ingeniería son carreras
nobles y necesarias para la vida. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo,
el amor… son las cosas que nos mantienen vivos.”
Keating perteneció, durante sus años de preparatoria
-también en la Academia Welton- a la Sociedad
de los Poetas Muertos, un grupo de muchachos que se reunían en una cueva para
expresarse mediante poemas. Él está seguro de que las ideas -al margen de lo que diga el resto- pueden cambiar el mundo,
y eso es lo que transmite a sus alumnos, de modo que ellos, se dejan inspirar y
forman una segunda Sociedad de los Poetas Muertos, en la misma cueva del
antiguo club de su profesor.
Personajes como
Keating enamoran por su rebeldía y su espíritu transgresor, que contrastan de
manera armónica con un carácter amable y una mente sumamente creativa. Keating
es el profesor divertido, el que da clases al aire libre, el que te enseña a
leer poemas pateando balones de fútbol, pero, sobre todo, el que te ayuda a romper con tus propios miedos y esquemas mentales… el
que te lleva a reflexionar y te reta a perseguir tus sueños.
Sin duda, el profe que todos quisiéramos (y deberíamos) tener.
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