martes, 24 de septiembre de 2019

“Ghost”: el amor más allá de la muerte



Por: Alexiel Vdam

Si tuviésemos que hablar de películas románticas icónicas, sin duda, tendríamos que hablar de Ghost (Ghost la sombra del amor en Latinoamérica y Ghost, más allá del amor en España), ganadora de dos Premios Oscar (a Mejor Guion y Mejor Actriz de Reparto —Whoopi Goldberg—) y película más taquillera de 1990. Recientemente volví a verla, un poco movida por la nostalgia, un poco por corroborar si experimentaría la misma conmoción que experimenté cuando la vi por primera vez, hace muchos años.


Ghost, es la historia de Sam y Molly (interpretados por Patrick Swayze y Demi Moore respectivamente), un chico de negocios y una escultora, que conforman una pareja feliz y acaban de iniciar la convivencia. Lo único que, por momentos parece incomodar a la pareja, es la incapacidad de Sam para decir “te amo”, aparentemente, debido a cierto temor a matar la magia (cada vez que Molly dice “te amo”, él responde “ditto duty”, que significa “lo dicho” en toscano).

Una noche en que Sam y Molly salen de una obra teatral, son atacados por un delincuente armado, quien forcejea con Sam y termina jalando el gatillo. Sam —aparentemente a salvo— corre tras él hasta perderle de vista. Luego vuelve Molly sólo para hallarla llorando junto a su propio cadáver. Sam es ahora, un fantasma atrapado en el mundo de los vivos, incapaz de comunicarse con su novia y consolarla.



En un principio, Sam se limita a observar y seguir a Molly a todos lados, como quien se aferra a la vida que alguna vez tuvo; sin embargo, luego comprende que le queda una misión. Esto ocurre al encontrar al sujeto que lo asesinó, colándose en el departamento de Molly. Sam persigue al sujeto y descubre que el asalto fue planeado, y que ahora Molly corre peligro. A partir de ello, Sam recurre a Oda Mae Brown (Whoopi Wholberg), una estafadora con poderes de médium, para que contacte a Molly y le haga llegar su mensaje.


Si tuviese que elegir los puntos más fuertes de la película, me quedaría con tres: la forma en que distintos géneros cinematográficos conviven en un mismo filme, las actuaciones y la música.

Lo primero, es un acierto de guion, que combina originalmente elementos de thriller —fantasmas, crimen y complot—, drama romántico, y comedia; esto último, especialmente en las escenas de interacción entre el protagonista y el personaje de Oda Mae, a quien prácticamente debe chantajear para que se convierta en su aliada.


En cuanto a la música, cabe resaltar la bien merecida nominación al Oscar. El tema más destacado es la canción Unchained Melody, interpretada por The Righteous Brothers; esta canción colorea las escenas más íntimas y emotivas entre los dos protagonistas.

Finalmente, las actuaciones ponen el broche de oro a este clásico del cine romántico: Patrick Swayze es encantador, y Demi Moore sorprende con su facilidad para llorar siempre que es necesario; juntos conforman una pareja cautivadora y con mucha química, a pesar de que ellos no fuesen amigos fuera de cámara. Esta química llega a su punto cumbre en la escena en que ambos moldean el barro; esta escena está cargada de una sensualidad impresionante y peculiar, pues su intensidad no radica en el erotismo, sino en una conexión profunda y sensible entre dos seres humanos. 



No obstante, quien más destaca a nivel actoral, es Whoopi Goldberg, como la carismática y ocurrente Oda Mae. Es ella quien pone la nota de humor y termina de completar el eclecticiso de la película. Vale decir que la actriz no había sido considerada en un principio para el papel —por ser demasiado conocida— pero Patrick Swayze insistió por ser un gran admirador de ella.

Sólo me queda decir que, si buscan una película para sensibilizarse al máximo y sin la mínima vergüenza, Ghost es ideal. El final es sumamente emotivo; tengan kleenex a la mano.



"Es increíble Molly. Todo el amor que llevo dentro, se queda contigo."



Ficha técnica

Dirección: Jerry Zucker
Producción: Steven-Charles Jaffe, Howard W. Koch, Lisa Weinstein
Guion: Bruce Joel Rubin
Música: Maurice Jarre
Fotografía: Adam Greenberg
Montaje: Walter Murch
Reparto: Patrick Swayze, Demi Moore, Whoopi Goldberg, Tony Goldwyn, Rick Aviles
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Año: 1990
Género: Romance, drama, suspenso
Duración: 128 minutos








*Para ver la película completa online, click aquí.


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jueves, 19 de septiembre de 2019

Brundlefly: El hombre que se transformó en alimaña



Por: Alexiel Vidam

Quizás la primera vez que viste Spiderman, pensaste que obtener ciertos rasgos de insecto podría tener sus ventajas: llegar a tiempo a todos lados sin gastar en taxi (como el Spiderman de Sam Raimi), subir pisos rápidamente, eso sin contar el volverte invulnerable y súper popular (especialmente con esa vecina pelirroja). Sin embargo, cuando el científico Seth Brundle obtuvo sus propios “poderes” de insecto, créanme que no la pasó tan bien…


Seth, protagonista de La Mosca (David Cronenberg, 1986), interpretado por Jeff Goldblum, era un científico joven y brillante. Casi había logrado el Premio Nobel de la Física a sus veinte años, y estaba más que seguro de poder crear una máquina revolucionaria. Inspirado por su problema de cinetosis (se mareaba al subir a un vehículo), Seth decidió que era momento de acabar con el transporte tradicional y crear la primera máquina teletransportadora.

La máquina de Brundle, consistía en dos telecápsulas al mando de una computadora; la computadora daba la señal, y la primera cápsula desintegraba el objeto, el cual volvía a integrarse -sin diferencias- en la segunda cápsula. Por donde se le mire, una maravilla… salvo por un “detalle”.


El aparato de Brundle sólo podía teletransportar objetos inanimados; los animados, terminaban “integrándose” de una manera completamente desordenada y absolutamente nauseabunda.


(Si no me creen, pregúntenselo a este mandril.)

Seth se sentía completamente frustrado, y trabajaba día y noche encerrado en su habitación-laboratorio ubicada en el cuarto piso de un almacén abandonado. Sin embargo, la llave para solucionar el problema, se la daría Verónica -interpretada por Geena Davis-, una ambiciosa periodista interesada en publicar su trabajo. Ella pronto se vería atrapada por la peculiaridad, ingenio y simpatía del científico, iniciándose entre ambos un romance.

En medio de uno de sus tantos encuentros es que surge la clave: la máquina de Brundle no es capaz de comprender la naturaleza de la carne. Una vez que Brundle le enseña sobre esto a la computadora, alcanza la cima de su trabajo profesional, pero también, inicia su propia perdición.



Movido por los celos, y hecho  una cuba de pies a cabeza, Brundle tiene la “genial idea” de probar la máquina teletransportadora consigo mismo. Lo que no percibe, es que no se encuentra solo en la telecápsula: una mosca ha ingresado junto a él. ¿Resultado? Brundle va convirtiéndose progresivamente en un monstruo humanoide con características y hábitos de mosca.

Esto se vería reflejado tanto en su apariencia física (empieza a deformarse, se llena de pelos de mosca, se le van cayendo los dientes, las uñas, etc.), como en su personalidad (pasando de ser un sujeto amable y encantador, a un total cretino), y en su estilo de vida (ingiriendo enormes cantidades de azúcar y vomitando en sus alimentos antes de tragarlos).


El nuevo Brundle, se hace llamar “Brundle-Mosca” (“Brundlefly”, en el idioma original), ya que se considera un ser nuevo y diferente de su antiguo yo. Podríamos decir que Brundle-Mosca tiene sentimientos encontrados hacia sí mismo: la parte de Brundle que habita en él, añora volver a la normalidad, se desprecia, y reconoce que nadie debería acercársele, pues “no se puede confiar en un insecto”; en contraste, la parte de mosca se siente fascinada con su propia naturaleza y no tiene una pizca de escrúpulos.


En otras palabras, la película de Cronenberg no sólo nos seduce con la brutalidad y el detalle con que muestra la transformación de un hombre en alimaña; también nos atrapa con en enfrentamiento interno de Brundle-Mosca. Él oscila entre sus antiguos de deseos de proteger a la mujer que amó —aun a costa de perderla— y su monstruosa megalomanía, que busca hacerla parte de sus experimentos a como de lugar.  



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