Por: Alexiel Vidam
Para nuestros tiempos, lo de “40 y 20” está un poquito desfasado, pero,
en los años 60, época en que se estrenó –y ambientó- la película El Graduado,
ver a un joven veinteañero con una mujer de 40, era tema tabú. Más aún si la
mujer era casada, y tenía una hermosa hija capaz de encender su celos…
El chico rebelde y la Femme Fatale
Benjamin Braddock
(Dustin Hoffman) tiene 20 años,
acaba de graduarse, y aún no sabe qué hacer con su vida. Al regresar a casa, se
encuentra con una gran celebración donde se encuentran todos los amigos de sus
padres, quienes no dejan de sacar pecho por sus triunfos universitarios. Todos
le llenan de halagos y le acosan con preguntas sobre lo que hará en adelante,
pero Benjamin sólo quiere apartarse y pensar.
En un intento por refugiarse en una habitación solitaria,
Ben se encuentra con la Sra. Robinson (Anne Bancroft) –esposa del socio de
su padre-, una atractiva cuarentona con el defecto de ser neurótica y adicta al
alcohol. Ésta le pide que le lleve a casa, a lo que él accede a regañadientes.
Una vez ahí, Mrs. Robinson manifiesta sus deseos de acostarse con él. Él
evita sus acosos y se muestra escandalizado; prácticamente huye del lugar, pero
unos días después, no puede evitar comunicarse con esa seductora mujer mayor.
Por si fuera poco, los padres de Benjamin le exigen comenzar
a salir con Elaine (Katherine Ross), la joven y encantadora
hija de los Robinson. Él no quiere hacerlo, pues sabe que se metería en un lío
con su desequilibrada amante, pero, ante la presión, acaba cediendo. La cosa se
complica verdaderamente, cuando Ben se enamora de Eleine…
Giros románticos y espíritu trasgresor
Si bien en nuestros tiempos el tabú de la diferencia de edad
está bastante superado, la película no deja de ser interesante por su contraste
entre sensualidad y comedia; aparte de ello, el contexto está perfectamente
planteado, de modo que podemos comprender la incomodidad del protagonista ante su
situación con la intimidante Mrs. Robinson. Benjamin es un tipo educado bajo
cánones conservadores, acostumbrado a seguir las reglas impuestas por sus
padres, quienes a su vez, aunque con poca consciencia, le tratan como una
suerte de “atracción de circo” para sus amistades. Vemos, por ejemplo, que en
la fiesta de bienvenida de Benjamin, no hay ningún amigo de él; todos son
amigos de sus progenitores. Lo mismo sucede en su cumpleaños, donde además debe
enfrentar una situación sumamente bochornosa: Mr. Braddock le pide que haga una
muestra de buceo (con todo y equipo) en la piscina familiar; figura tan
ridícula como humillante.
Sin embargo, él ha llegado a un punto en su vida en el que
desea romper con todo, ser diferente; es
éste el motor que lo lleva a involucrarse esa mujer que podría ser su madre. Escapa
todas las noches y se encuentra con ella en un lujoso hotel, donde se queda
hasta el mediodía siguiente. Inicialmente es excesivamente torpe; no sabe cómo
comportarse, y es ella quien domina y le indica lo que debe hacer, pero poco a
poco va ganando experiencia y seguridad. A pesar de ello, Ben no es un tipo
frívolo, y desea conocer el mundo interior de su amante, interrogándole sobre
su vida personal y los temas que le interesan. Grande es su frustración cuando
ésta le evade.
Podríamos decir que surge en el protagonista un impulso por
sentir algo más hacia aquella mujer, pero el rechazo que recibe le lleva
progresivamente al cansancio, que concluye en una nueva rebelión: Cuando conoce
a Eleine –tan distinta a su madre- decide comenzar a salir con ella. A partir de
este punto, la historia da un giro de ciento ochenta. Ya no se trata de las
peripecias amatorias de un joven veinteañero, sino de la aventura romántica de
un joven capaz de viajar de ciudad en ciudad persiguiendo a la mujer que ama en
verdad. La historia coge un sentido mucho más romántico (también conservador,
es verdad, tomando en cuenta el momento en que vio la luz), pero no deja de
mantener su espíritu subversivo, al tener como foco a un rebelde que, por amor, se
pasa por alto los conflictos sociales y familiares.
Por cierto... para los amantes de la buena música, ésta peli trae de lo mejorcito de Simon & Garfunkel, incluyendo su emblemático tema Mrs. Robinson.
Dirección: Mike Nichols
Producción:
Joseph E. Levine, Lawrence Turman
Guión:
Calder Willingham, Buck Henry
Música: Dave Grusin
Fotografía:
Robert Surtees
Protagonistas:
Dustin Hoffman, Anne Bancroft, Katharine Ross
País: Estados Unidos
Año: 1967
Género: Drama,
comedia erótica
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