Por: Alexiel Vidam
Tod Browning fue
un director multifacético. Dirigió alrededor de 60 filmes de géneros distintos,
pero me atrevería a destacar, como principales, al clásico Drácula (1931, con Béla Lugosi como actor principal) y Freaks (1932), una película que perturbó al
público al grado de exigir que se retire de la cartelera. Podría decirse que
estas dos películas marcaron tanto la cumbre del estrellato de Browning, como
su próximo declive.
Pero hablemos de Freaks (La Parada de los Monstruos en España y Fenómenos en Latinomérica), obra maestra tan
injustamente criticada y censurada durante la época de su lanzamiento y las
décadas siguientes. No fue hasta los años
60, tras su reaparición en la 23ª edición
del Festival de Cine de Venecia, que el público aprendió a recibirla con
entusiasmo y se pudo exhibir con normalidad.
Tod Browning,
antes de convertirse en director, había trabajado en el circo (posteriormente
también fue actor en varias películas de Griffith). Se había desempeñado como
payaso y también en un número en el que hacía de zombie (literalmente, lo enterraban
vivo delante del público y luego el hombre debía levantarse y despertar los
gritos de los mirones). Quizás fue aquí que despertó su gusto por el horror. El
punto es que Browning llamó a varios de sus antiguos colegas, entre otros “freaks”
(“anormales”) para que trabajen con él en su nueva obra (en esta película no se usó efectos especiales y se limitó el uso de maquillaje). Cuando supieron de qué
iba el guión, la mitad del reparto se retiró, quedando finalmente para el
elenco: dos enanitos de apariencia infantil, un enano de apariencia adulta, una
mujer barbuda, un tronco viviente (sin brazos ni piernas), un hermafrodita,
unas siamesas, un hombre-esqueleto, un hombre sin piernas, una mujer sin
brazos, una mujer pájaro y dos “pinheads” (personas con microcefalia).
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Tod Browning y sus "freaks" |
El primer encuentro del espectador con los freaks es estremecedor.
Ver a todas esas personas con malformaciones es inquietante al punto en que uno
se siente inhumano por observarles. Sin embargo, lo paradoja está en que aquí, el
“monstruo” es el ser con corazón, mientras que el humano “normal” es el sujeto
despiadado. A través del drama de Hans, el enanito enamorado de la bella fría, comprendemos
el sentir de estos seres, que al saberse distintos, han aprendido un código y
sentido de comunidad que les ayuda a defenderse (“El dolor de uno es el dolor
de todos. La alegría de uno es la alegría de todos.”). De este modo, cuando la
ambiciosa Cleopatra (la hermosa
trapecista del circo) decide casarse con Hans
para luego matarle y quedarse con su herencia, no imagina lo cara que les
saldría la jugada a ella y a su musculoso amante.
Pienso que cuando Browning lanzó Freaks (animado por su amigo Harry
Earles, el enano alemán que interpreta a Hans) hincó de lleno en los complejos y cucufaterías de su época.
Como bien lo dice el texto introductorio del filme, durante siglos y hasta
aquel entonces, todo ser “distinto” era sinónimo de mal presagio. Desde
antiguas tradiciones se hablaba de males atroces causados por seres deformes, y
en muchas civilizaciones, estos eran abandonados o asesinados desde su
nacimiento. En los años 30 quizás ya no ocurría lo segundo (o no abiertamente),
pero sí lo primero, dado que estas personas acababan en números de feria. Al
mostrarnos su lado más noble, y, en contraste, el lado más pérfido de la belleza,
Browning lanzó una serie de
cuestionamientos morales y una crítica severa que hirió la susceptibilidad
colectiva.
¿Qué obtuvo finalmente? El ocaso de su carrera, el retiro. Pero
nadie puede negar que fue un director con huevos. ¿Que la fama es injusta? Sí. Ni
siquiera podemos afirmar que el pobre Browning se haya enterado del
reconocimiento posterior de su obra (ya que falleció de cáncer en el 62 y no
sabemos la fecha exacta del Festival de Venecia, sólo que fue ese mismo año).
Aun así, su trabajo marcó un hito en la historia del Cine, recibiendo varios
homenajes tanto en el ámbito cinematográfico como en el musical (en una escena
de Los Soñadores, de Bertolucci, la
canción Pinhead de Ramones, entre
otras); su trabajo, a su vez, inspiró la
obra de David Lynch (quien luego dirigió El
Hombre Elefante) y el de la fotógrafa Diane Arbus. Sabemos también que el término “freak” (y su castellanización “friki”) para referirse a lo "extraño", quedó acuñado a partir de esta película.
El banquete de bodas, una de las escenas más memorables de Freaks
Soy el enano.
ResponderEliminarxDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD
ResponderEliminarLeí que Peppers de American Horror Story, se basó en uno de los pinheads. A propósito, hasta fin de mes, hay un ciclo de pelas de circos en el CAFAE.
ResponderEliminarGracias por el dato :)!
ResponderEliminarYo vi esta película en mi clase de cinematografía, Uhn no me causo miedo pero sí a muchos sorprendió. saludos
ResponderEliminarEn esta época ya es un poco difícil que de miedo (recordemos que la película es de los años 30, época en que la gente se estremecía viendo los filmes de Drácula y Frankenstain entre otros clásicos de Universal), pero, como tú dices, no deja de provocar un fuerte impacto visual.
ResponderEliminar- Alexiel