martes, 28 de noviembre de 2023

“Cadáver exquisito”: No existe un futuro más espeluznante

Por: Alexiel Vidam

Soy amante de las distopías; las consumo en grandes cantidades, y como alguien que ha explorado a fondo el género, sé reconocer sus debilidades: muchos de sus temas están bastante quemados: androides, gobiernos dictatoriales, escasez y experimentos retorcidos. Pocas son las que logran traer un tema nuevo, o refrescar los temas frecuentes de un modo en que se sienta novedoso. Por eso, cuando me encuentro con una distopía tan original (y macabra) como Cadáver exquisito (Premio Clarín 2017), simplemente me explota el cerebro.

El universo catastrófico planteado por la argentina Agustina Bazterrica es, probablemente, el más escalofriante en el podríamos caer (toquemos madera). Es un futuro cercano en el que un virus ha infectado a todos los animales, haciéndolos peligrosos para la humanidad. Desde las mascotas hasta las bestias salvajes deben ser sacrificadas, y el consumo de carne queda completamente imposibilitado. Tras un largo debate internacional, y de la ineficacia para suplir la proteína animal, los gobiernos se ven obligados a legalizar la cría y comercialización de personas (que a partir de ahora serán llamadas “cabezas”, “reses” o simplemente “carne”) para consumo humano. Es entonces cuando la sociedad queda dividida en dos grandes clases: los que comen y los que son comidos.

El protagonista, Marcos Tejo, trabaja en un frigorífico, y convive a diario con la rutina de faenar humanos. No le gusta su trabajo, pero no sabe hacer otra cosa, y necesita la paga para mantener a su padre, que está internado en un geriátrico. Está casado con Cecilia, quien se ha alejado de él a partir de la reciente pérdida de su hijo recién nacido. Marcos enfrenta el más doloroso de los duelos, a la par que empieza a sentirse cada vez más incómodo con la realidad. Su aversión hacia la carne va en aumento, cuando uno de sus proveedores le regala una hembra PGP (“Primera Generación Pura”, es decir, carne de alta gama), y no sabe qué hacer con ella. En este mundo está prohibido mirar a estos seres como humanos (el término “carne humana” es reemplazado por el más amigable “carne especial”), así como mencionar la palabra “canibalismo”. Por supuesto, estrechar lazos con “la res” es una aberración, cosa que Marcos sabe, y que no es capaz de evitar a medida que se va sintiendo más y más alienado.

La lectura es tan incómoda como envolvente; hace que la piel se te erice desde las primeras líneas:

«Media res. Aturdidor. Línea de sacrificio. Baño de aspersión. Esas palabras aparecen en su cabeza y lo golpean. Lo destrozan. Pero no son sólo palabras. Son la sangre, el olor denso, la automatización, el no pensar. Irrumpen en la noche, cuando está desprevenido. Se despierta con una capa de sudor que le cubre el cuerpo porque sabe que le espera otro día de faenar humanos.»

Sin embargo, es interesante cómo la autora ha logrado equilibrar el lenguaje a un nivel en que perturba lo suficiente y lo necesario como para no distraer de la trama. El desarrollo del personaje central es uno de los aspectos más potentes, así como los dilemas morales y las incoherencias, tan típicas de toda sociedad, humanamente imperfecta.  El narrador nos muestra una mirada irónica y crítica, donde los mismos sujetos que se escandalizan del asesinato de unos, se muestran insensibles al mandar a otros al matadero. También nos lleva a reflexionar sobre cómo los humanos nos desconectamos del sufrimiento ajeno, con tal de conservar comodidades y placeres.

No nos encontramos frente a un libro “para todos”. Para leerlo hay que mentalizarse y tener estómago fuerte. Más de uno se detendrá a meditar acerca de la industria alimentaria, y es que todos, o la mayoría de los procesos descritos en el libro, se dan en la realidad, sólo que no los vivimos en carne propia. Al mismo tiempo, la autora realiza una metáfora sobre la “naturaleza caníbal” del individuo, que, sintiéndose en la cima de la pirámide, tiende a deshumanizar a los que están abajo.

En resumen, obra 100% recomendable para lectores recios, devoradores (valga la ironía) de historias de terror y ciencia ficción distópica.

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