¿Qué hacemos cuando la ficción, esa que nos estremece y nos hace
imaginar sombras donde sólo hay oscuridad, toca nuestra realidad? ¿Cómo
reaccionaríamos si los horrores imaginados por una de las mentes más grandes y
macabras (literariamente hablando) de los últimos siglos comienzan a hacerse
realidad? ¿Y si la persona que les dio vida en su imaginación, tuviera que
contemplar el reflejo de lo que ha creado?
A principios de octubre de 1849,
Edgar Allan Poe (John Cusack), abatido por la falta de
ideas, la escasez de dinero y sus propios demonios, se enfrenta a una mente
cuya percepción macabra del mundo le ha llevado a recrear las obras del insigne
autor Bostoniano, en una serie de cruentos asesinatos que llenarán de sangre
las calles de Baltimore. Ayudando a Emmett
Fields (Luke Evans), investigador
principal encargado del caso, Poe se enfrenta a una lucha contrarreloj en la
que no sólo las vidas de personas inocentes y desconocidas dependen de sus
actos, sino también la de su joven prometida Emily (Alice Eve), por
quien termina haciendo un pacto con el diablo que le obliga a narrar,
utilizando todo su ingenio, las tortuosas “hazañas” de su sanguinario alter ego.
Esa es la idea fundamental que el director, James McTeigue (V de Vendetta, Ninja Assassin) nos quiere vender con El enigma del Cuervo (The Raven), una premisa atractiva si tenemos en cuenta lo atrayente que siempre ha sido el horror característico de Poe y la oscuridad que destilan sus escritos, algo que además McTeigue ha sabido compaginar con las misteriosas circunstancias de su muerte. Obras como Los crímenes de
Un
poco de historia…
Poco se puede decir que no se conozca ya de Poe, todos conocemos sus obras y podemos nombrar muchos de sus
relatos… incluso terminar algunos de sus versos (Como cuando durante la
película el propio Poe pregunta: Y dijo el Cuervo…); pero menos conocidas son
las extrañas circunstancias que culminaron con su muerte, y que son el punto de
arranque a través del cual el film va tomando forma. Mientras que en la
película se nos muestra un Poe abatido, ahogado en alcohol y sin ideas, en
realidad, durante sus últimos días el autor Bostoniano se encontraba feliz,
sobre todo debido a su próximo enlace con el amor de su juventud, Sarah Elmira Royster… O al menos fue
así hasta que el simplemente desapareció de Richmond, reapareciendo días más
tarde en Baltimore, delirando y con unos ropajes que no le pertenecían… Durante
cuatro días estuvo en ese estado febril, gritando por un tal Reynolds (identificado posiblemente
como el marinero en cuyas aventuras se basó para crear su única novela, La
narración de Arthur Gordon Pym). Todos los informes, así como el
certificado de defunción, desaparecieron sin dejar rastro, y la muerte de Poe
quedó como otro de los grandes misterios sin resolver de la historia, poblando
aún más la leyenda negra del autor.
A
medio camino…
La película en sí, (por la que admito que estuve esperando ya que soy fan incondicional de las obras de Poe y escribí, en su día, un relato que recogía la misma premisa) peca de lo mismo que otras muchas de su género: el intento por ser más grandes de lo que son. El director ha intentado abarcar mucho más de lo que el guión le permitía, primando por una acción que muchas veces peca de innecesaria, dejando que la trama, ya de por sí escasa, flojee aún más. La estética, oscura o opresiva, cuidada en muchos detalles, pierde fuerza en los asesinatos, algo que ciertamente defrauda ya que en un título de estas características se espera que las muertes sean tan tortuosas como los relatos de Poe y en cambio vemos secuencias cortadas que carecen de la crudeza necesaria y que muestran asesinatos “light” aptos para los estómagos más sensibles.
La historia que McTeigue nos intenta contar se va desinflando a medida que pasan los minutos y, aunque se hace entretenida, no dispone de unos diálogos memorables o de trepidantes juegos de ingenio que nos dejen un buen sabor de boca.
En mi opinión, el guión pudo haber dado mucho más de lo que dio, pudo
haber alcanzado cotas mucho más altas y adentrarse en los incomparables mundos
brumosos de Poe… Trabajar con otros relatos menos conocidos pero igual de
escabrosos, enseñar al espectador facetas de Poe que no conoce, o que no son
tan conocidas como Hop-Frog o Ligeia, retorcer la mentalidad del
asesino hasta el punto de sorprender al espectador a través del impacto visual,
del mismo modo que Poe ya había hecho con nosotros a través de la imaginación.
En definitiva, se trata de una película que se quedó a medio camino entre una posible genialidad y un estrepitoso fracaso, tambaleándose peligrosamente entre uno y otro lado, aunque la crítica (siempre tan destructiva) sólo contempla el fiasco resultante; tanto es así que poco antes de su estreno ya había páginas que hablaban de lo mala que era.
Eso sí, si al igual que a mí te gustan las historias de Edgar
Allan Poe, disfrutas con su prosa (o su poesía), y no tienes grandes aspiraciones cinéfilas… esta
película te resultará entretenida, ligeramente emocionante y hasta angustiosa
en algunos puntos; algo que, pese a no haber alcanzado la recaudación necesaria
(costó $ 26 millones y recaudó $ 22 millones) es lo que verdaderamente
debe mover a una película: entretener al espectador.
Cumple con el fin de entretener, el otro día la ví por la tele y si me ha gustado, al final el hueco que ha dejado Poe es muy difícil de llenar, pero la adaptación es buena, hay que recordar que Poe no solo escribió terror, fue pionero dentro de muchos otros géneros.
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