Por: Alexiel Vidam
No son pocas las comparaciones que existen entre Matrix (1999) y Dark City(1998)…
entre los pocos que conocen Dark City. Personalmente, me inclino
más por la segunda que por la primera. Matrix
es, más que nada, un filme de acción y efectos especiales (vale, con su toquecito
platónico por ahí, pero queda en “toquecito”), mientras que Dark
City es más filosófica y la supera en suspenso. Por lo mismo, nos
obliga a estar más pendientes de los detalles y cuestionamientos de los
personajes.
El parecido en detalles es innegable, pero el resultado final es diferente.
Creo que si Dark City no tuvo el éxito
taquillero que tuvo Matrix fue, paradójicamente, por tratarse de un filme más
inteligente y difícil de clasificar. Combina varios elementos de filme noir, ciencia ficción cyberpunk (futuro distópico) y fantasía… pero a la vez se
trata de un drama psicológico con bastante
misterio. Vale decir también, que contó con un presupuesto mucho menor, hecho que suele bajar puntos
ante una audiencia masiva, pero que en mi opinión refuerza la atmósfera
decadente que pretende transmitir.
Dark City impacta desde el inicio por la sordidez de sus
ambientes. Estamos en una ciudad donde la noche es negra y eterna. Se siente
una atmósfera contaminada y tenebrosa, y todos parecemos estar un poco a la
espera… a la espera del ataque de algo encubierto.
Y no se trata de simple paranoia.
“Los Ocultos”
están ahí. Son seres de otro planeta que experimentan con nosotros mientras
dormimos. Tienen el poder de “sintonizar”,
vale decir, de transformarlo todo con la mente. Están impresionados por la
capacidad humana de ser individual. Al ser ellos un mente colectiva, buscan el
secreto de lo que nos hace SER. Para eso, juegan a borrar nuestras memorias e
inyectarnos una nueva identidad, para probar si actuamos de acuerdo a los
recuerdos implantados, o si acaso hay “algo más” que prevalece.
El Dr. Schreber es el único humano consciente de lo que pasa. Está obligado a apoyar los experimentos de Los Ocultos. |
John Murdoch es
un sujeto particular. Él tuvo la buena o la pésima suerte de despertar cuando
apenas le inyectaban la identidad nueva, mucho antes de acabado el proceso.
Querían convertirle en un asesino de prostitutas, pero no lo lograron. Por si
fuera poco, él ha obtenido la facultad de sintonizar, al igual que Los Ocultos.
Eso le convierte en una amenaza.
Siendo un tipo sin memorias, John se busca a sí mismo y a la vez una respuesta a las cosas extrañas
que le rodean: al hecho de que nunca aparezca el Sol, a que gente se duerma
de pronto y despierte convertida en otra cosa, a las paredes que se mueven y
cambian, y a la razón por la cual le persiguen.
Le persiguen Los Ocultos, y le persiguen las autoridades.
Pronto empezamos a
sentir el estrés del protagonista, acosado por algo que no cometió y confuso
por la falta de un pasado real.
En este punto, notamos la influencia de otro filme cyberpunk:
Blade Runner (1982). Alex Proyas, director de Dark City pone a su protagonista en
una situación similar a la que viven los “replicantes”, los androides
inteligentes de Blade Runner. Ellos también
poseen “memorias insertadas”, y se
angustian ante la falta de una identidad real. Ellos también empiezan a ser
perseguidos por su capacidad de notar lo que sucede a su alrededor.
John atrapado por Los Ocultos. |
Debo decir que, como amante de la ciencia ficción, y
especialmente del cyberpunk, esta película se encuentra entre mis favoritas del
género. Tiene una historia sumamente
interesante y un argumento bien trabajado, que nos mantiene en vilo encajando cada pieza del puzzle que se
presenta. Los escenarios nos transmiten
la sensación de miseria y horror que viven los protagonistas (Murdoch, en
especial), y las interpretaciones están muy bien logradas, en especial las de Rufus Sewell como John Murdoch, Jennifer
Connelly como su “esposa” Emma, y
William Hurt como el inspector Frunk; otra actuación
destacada es la de Kiefer Sutherland
-el recordado Jack Bauer de la serie 24-
como el Dr. Schreber, ese cobarde “traidor”
que visualiza a John como última esperanza.
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