Por: Sergio Cueto
“Lo que digo es que soy un insecto que soñó que era un hombre, y lo
adoró, pero ahora el sueño ha terminado y el insecto está despierto”. - SethBrundle
La Mosca es un filme de 1986,
del director canadiense David Cronenberg,
nueva versión del clásico de 1958 del mismo nombre. Esta cinta es uno de los
mayores éxitos de Cronenberg (que ya nos había sorprendido en aquella época con
el film de culto Scanners). Explícita, gore, reveladora y terrorífica para
algunos, La Mosca nos muestra en
resumen, la metamorfosis de un hombre
brillante que se convierte en un horripilante ser, remitiéndonos a un doloroso
drama de tintes kafkianos.
El autor nos presenta, de modo directo y sin rodeos, al personaje
central: el científico Seth Brundle
(Jeff Goldblum) quien tiene un claro
propósito: cambiar el mundo que lo rodea. La película empieza en un amplio
salón donde se celebra una convención organizada por la empresa para la cual
trabaja; es aquí donde aparece la reportera Veronica Quaife (Geena Davis),
para cubrir el evento.
Interesado en ella y a pesar de su inicial rechazo, el científico consigue que la reportera
acceda a observar su laboratorio, donde –según él mismo- está desarrollando
esos experimentos que van a alterar la vida del ser humano como la conocemos. Su invento son dos cápsulas (telepods), que
permiten la teletransportación.
Seth (Jeff Goldblum) y Veronica (Geena Davis) |
Para demostrar que no es ningún fraude, Seth le pide un
objeto personal a Veronica (quien –coqueta-, le entrega una de sus medias). La
prenda es depositada en uno de los ruidosos telepods, de donde se desvanece,
para aparecer en el otro telepod, envuelta en una enigmática y misteriosa
bruma.
¿El siguiente paso?
Experimentar con algo vivo.
Con la periodista como testigo, Seth intenta teletransportar
a un babuino, pero el resultado es un sangriento desastre. Esto le lleva a la
conclusión de que debe profundizar más en sus estudios antes de probarlos en
otro ser vivo. Por suerte para él, Veronica lo acompañará en ese proceso.
Es, precisamente, su cercanía con Veronica (dato curioso: en
aquel entonces Jeff Goldblum y Geena Davis eran pareja fuera del rodaje), lo
que impulsa al introvertido Seth a querer ir más allá y progresar en sus
investigaciones (pronto consigue transportar con éxito a otro babuino); pero es
también ese amor amor el que lo condena.
En una noche de malos entendidos, celos y mucho alcohol, Seth olvida
las precauciones y decide probar su invento en sí mismo. Comete un error fatal:
no percibe que una mosca ha ingresado en la máquina. Instantes después, y a
primera vista, la teletransportación ha funcionado. Por si fuera poco, Seth
parece haber evolucionado a una mejor versión de sí mismo: se siente más
fuerte, lúcido, vivo.
Repentinamente, todo empieza a
empeorar y a desmoronarse dramáticamente.
Vale decir que una de las mayores diferencias entra las dos
versiones de La Mosca, es que en la
primera el científico y la mosca intercambian partes del cuerpo (quedándose el
hombre con la cabeza y una pata del insecto), mientras que en la versión de
1986, se da una fusión que da lugar a un nuevo y monstruoso personaje. Para
esto, el trabajo de efectos especiales
es impresionante, en conjunto con el maquillaje realizado por Chris Walas y
Stephan Dupuis, ganadores de un Oscar por su trabajo.
Las escenas de la transformación son dignas de elogio, sobre
todo si recordamos que es una película de los años 80, cuando no existía la
cantidad de recursos tecnológicos con que contamos hoy. ¿Escenas imperdibles? El resultado de transportar al primer babuino;
cuando se quita las uñas, el vómito y –por supuesto- la transformación final de
Brundle-Mosca.
Acompaña la banda
sonora del siempre fiel Howard Shore, que logra crear la atmósfera perfecta
para representar la ruina del personaje, así como el sello de Cronenberg:
enfermedad, decadencia, horror, las zonas más oscuras y corruptas del ser
humano, junto a la degeneración mental y física del mismo.
Como detalles anecdóticos, tenemos que el propio Cronenberg
realiza un cameo en la pesadilla de Veronica (como ginecólogo), y que Jeff
Goldblum realmente perdió el juicio durante el rodaje. Según el director, Goldblum llegó a meterse tanto en el papel, que
empezó a consumir azúcar en grandes cantidades como si fuese un hombre-mosca de
verdad. Además empezó, a pelear y a molestarse en el set con el actor John
Getz, quien era su rival romántico en el filme. Cronenberg tuvo que
amenazar a Goldblum con echarlo si no se tranquilizaba.
El ritmo de la
película no decae en ningún momento, pues siempre estamos a la expectativa
de descubrir cuál será el aspecto del protagonista en la siguiente escena. El arco de evolución de los personajes está
bastante equilibrado, destacando Goldblum, que atraviesa distintos según los
genes del insecto van apoderándose de su cuerpo. Su desmesurada energía y
potencia física inicial lo va convirtiendo en un ser irascible y egoísta; cuando
el deterioro exterior se hace irreversible, la melancolía se adueña de su mente,
hasta que elabora una solución, que desencadena el apoteósico final.
Intensa, intrigante y
bastante perturbadora, La Mosca, de
Cronenberg, sigue enganchando hasta el día de hoy, 29 años después de su
estreno. La película recaudó, en su momento, la nada despreciable cifra de
60 millones de dólares (20 millones en los EE.UU. y 40 en el resto del mundo);
éxito de taquilla que provocó el lanzamiento de una endeble secuela tres años
más tarde, dirigida por Chris Walas y sólo con Getz repitiendo personaje. A
pesar de las cifras en recaudación, la cinta carecía de la atmósfera, dramatismo
e inventiva de su antecesora, superior por donde se le mire.
Ficha técnica
Dirección: David Cronenberg
Producción: Stuart Cornfield
Guión: Charles Edward Pogue, David
Cronenberg
Música: Howard Shore
Fotografía: Mark Irwin
Montaje: Ronald Sanders, Carol
Littleton, Jim Miller
Reparto: Jeff Goldblum, Geena Davis,
John Getz
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Año: 1986
Género: Terror, Ciencia Ficción
Duración: 95 min.
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