Por:
Alexiel Vidam
Hay películas que uno repite,
repite y repite una y otra vez sin cansarse… En mi caso, esa pela es Hedwig and
the Angry Inch, ópera prima de John Cameron Mitchell, quien luego de conquistar
Broadway, decidió llevar a su más entrañable personaje a la pantalla grande. Es
así como en 2001, estrena un colorido y desgarrador musical, capaz de estremecer
fibras y arrancar tanto lágrimas como risas. Hedwig and the Angry Inch, es un
filme tan estrambótico como enternecedor.
La película nos traslada hacia el
escenario, pero hacia el pequeño y decadente escenario de un bar de cualquier
parte, para presentarnos a la “mundialmente ignorada” cantautora Hedwig Schmidt, rockera transexual
procedente de la ex Alemania comunista.
“¿No
me conoces, Kansas-city? ¡Soy el nuevo muro de Berlín! ¡Intenta derrumbarme!”
Le acompaña su banda glam-rock “The Angry Inch” (la “Pulgada Irritada”), de donde cabe destacar a su esposo Yitzhak, ex drag queen de origen judío, corista del grupo, en cuya voz reconocemos a un transexual de mujer a hombre. Ellos se encuentran viajando por distintos puntos de Estados Unidos, persiguiendo a la estrella de rock Tommy Gnosis, ex-pareja de Hedwig, quien le ha robado las canciones presentándolas como suyas.
Tommy Gnosis, interpretado por Michael Pitt |
De buenas a primeras el filme nos revela su naturaleza posmoderna: tenemos
a una peculiar pareja heterosexual (formada por una transexual de hombre a
mujer y uno de mujer a hombre –alemana y judío por si fuera poco-) en medio de un montón de “freaks” en traje
multicolor, menospreciados por todos y buscando el reconocimiento que se
merecen.
La reacción inicial del espectador
ante el despliegue visual puede ser de choque; más, si tomamos en cuenta que
Hedwig ingresa en la pantalla acompañado por un trueno de guitarra eléctrica.
Sin embargo, rápidamente esta pandilla
de perdedores logra ganarse un lugar en nuestro corazón. A través de letras
emotivas y melodías íntimas, burlescas o desgarradoras, Hedwig nos va contando
su propia historia; la historia de un chico que llegó a una tierra desconocida
prácticamente de casualidad –buscando el
amor-, y en el camino se perdió a sí mismo.
The Origin of Love, el tema más emotivo de la película
**ATENCIÓN A SPOILER**
Hanzel –ése era su verdadero nombre- cambió de sexo con más miedo
que convicción, a fin de poder amar a Luther, el marine norteamericano que le
ofreció sacarlo fuera del muro, hacia la libertad. Pero las cosas salieron
bastante más que desastrosas: Hedwig
posee una “pulgada irritada” producto de una mala operación, convirtiéndose en
un ser “a medio camino”, abandonado justo en el instante en que el hombre de
las noticias anuncia la reciente caída de la Unión Soviética…
Hanzel |
****
Furioso, angustiado y aferrado a la supervivencia, Hanzel –ahora Hedwig-
plasma toda su frustración sobre su única amante fiel: la música, y es que
desde pequeño siempre amó a los clásicos del rock: Lou Reed, Iggy Pop, David
Bowie… Ahora ellos son los únicos capaces de salvarle.
En definitiva, un filme que conmueve con la humanidad de sus
personajes. Son seres sumamente “mezclados”,
llenos de defectos y matices, así como gestos tan emotivos que son capaces de
arrancar alguna lágrima en el espectador. Hedwig es alguien que se hace
querer, que al principio puede provocar cierto rechazo con su apariencia
bizarra, pero rápidamente nos conquista con sus relatos de infancia, y con las
duras experiencias que ha tenido que vivir desde aquel entonces. Al mismo
tiempo, está muy lejos de ser un personaje perfecto, pues somos testigos de
cómo sus conflictos con Yizhak son producto de sus propios complejos; Hedwig
desquita en Yitzhak el dolor que le provocaron otros.
Hedwig (John Cameron Mitchell) y Yizhak (Miriam Shor) |
Por si fuera poco, no podemos
dejar de mencionar el excelente trabajo visual y la exquisita banda sonora. Hedwig
and the Angry Inch agudiza y
multiplica la carga emocional de sus distintas escenas en un preciso trabajo de
iluminación y color (momentos tristes o remembranzas repotenciados en azul
y altos contrastes… momentos de risa, mofa y escenario, en un derroche de
colores cálidos y luz dura: reflectores, rojos intensos, amarillos, verdes y
naranjas encendidos); éste se ve plasmado en la construcción y exposición de decorados y sobretodo, en la excelente
elección del vestuario (de estética claramente
underground).
Por otra parte, la música en su
totalidad es una verdadera delicia; transmite perfectamente el sentimiento del
narrador. Posee una intensidad insuperable, especialmente en temas como The Origin of Love, Wicked Little Town en sus dos versiones, y Midnight Radio, dándole un desenlace triunfal a la película. Vale
decir que todos los temas fueron compuestos por Stephen Trask –quien interpreta a uno de los integrantes de la
banda- en conjunto con el propio John
Cameron Mitchell, encargado de interpretar a la propia Hedwig.
Quizás lo único que se hizo
extrañar por parte de quienes pudimos echarle un vistazo a la obra de Broadway,
fue la presencia del tema The Long Grift;
desde mi perspectiva, uno de los mejores del soundtrack. Fue retirado posiblemente porque no aportaba al
argumento, siendo sumamente difícil hacerle encajar –a diferencia de lo que
sucede en el teatro-; sin embargo, es posible escucharlo en el álbum de la
película… el cual dejamos por aquí:
Dirección:
John Cameron Mitchell
Dirección
artística: Nancey Pankiw
Producción:
Christine Vachon
Guión:
John Cameron Mitchell, Stephen Trask
Música: Stephen Trask
Vestuario:
Arianne Phillips
Reparto: John Cameron Mitchell, Michael Pitt, Miriam Shor, Stephen Trask
Países: Canadá, Estados Unidos
Año: 2001
Género: Drama, musical
Idioma: Inglés
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