viernes, 28 de agosto de 2015

Actos de redención



Por: Alexiel Vidam

Magallanes (2014), ópera prima de Salvador del Solar, es –desde mi perspectiva-, de lo mejor que ha podido estrenar el cine peruano en los últimos años. No sólo cuenta con una historia que engancha desde el primer momento, sino que –también- visual y actoralmente, es una película bastante bien lograda, con más puntos fuertes que débiles

La historia se inicia con Magallanes (Damián Alcázar), un soldado en retiro que estuviese de misión Ayacucho. Ahora es taxista. Sobrevive a duras penas y carga con un pasado que le atormenta.

Ese pasado, está vinculado a Celina (Magaly Solier), “La Ñusta”; la chica del Coronel.


Magallanes aún recuerda lo que ella vivió; recuerda los abusos. Por eso decide seguirla y observarla. Quiere ayudarle, pero su método no es ortodoxo: la extorsión.

El drama humano se entremezcla con el thriller policial.

La Ñusta corre entre cerros de tierra, en contraluz con las luces coloridas de la ciudad de noche. Pierde el oxígeno; resucita la escena de su huida. Sentimos su angustia, su furia, su afán desesperado por salir a flote.

Magallanes la persigue, esperanzado en poder liberar esa carga que ha llevado por años. En su afán de cazador-justiciero le acompaña Milton (Bruno Odar); otro ex militar diferente a él. Mientras Magallanes es un perdedor motivado por la culpa, Milton es un sujeto burdo y agresivo, motivado por la ira y la violencia; borracho empedernido, encuentra en la brutalidad un único motor de vida.

Derecha a izquierda: Damián Alcázar como Magallanes
y Bruno Odar como Milton

Su víctima es el hijo del Coronel (interpretado por Christian Meier); un abogado importante, adinerado; nacido en cuna de oro y acostumbrado a la buena vida. Es él quien debe pagar los pecados del padre… de la peor manera.

Una historia dramática llena de personajes redondos, humanos, que van transformándose ante el atropello que les toca vivir.

Christian Meier como el abogado y Federico Luppi como el Coronel

Destaca la actuación de Magaly Solier, siempre natural y entrañable. Ella conquista con su suavidad y su fiereza. Sabe pasar de la joven desgarrada a la mujer fuerte y dispuesta a defender su dignidad hasta las últimas consecuencias. Un lujo también es la presencia de Federico Luppi, legendario actor argentino encargado de encarnar a la sombra del Coronel, este anciano balbuceante, desmemoriado, lisiado y con repentinos ataques de histeria.



La maduración de Magaly Solier en esta película es indiscutible.

La fotografía es otro de los fuertes de la película; aprovecha muy bien los planos cercanos para enfatizar los gestos de los actores –clave en escenas de revelación-, así como los planos más abiertos para mostrar el contraste entre paisajes urbanos de clase alta y baja, creando un violento choque de realidades.



Choque de realidades

Quizás los únicos puntos que no me cuadraron dentro del filme, fueron: la presencia de un policía colombiano, y lo que yo considero una escena muy poco trabajada.

No pienso que Jairo Camargo sea poco convincente en el papel de policía investigador; lo que pienso es que su marcado acento descuadra en un relato muy-muy limeño. Siento que es poco probable que un extranjero se traslade a nuestro país para ejercer de policía, de modo que, o lo preciso era anular el acento, o había que conseguir un actor peruano para el papel. Cierto es que Damián Alcázar y Federico Luppi tampoco son peruanos, pero han sabido neutralizar perfectamente sus entonaciones naturales.

Jairo Camargo como el mayor Medina

Por otra parte, creo que la escena del secuestro fue nada verosímil. Se observa la acción de manera rápida y “fácil”: una tapada de cara y ya está, cuando lo que se espera de ese tipo de situaciones –mínimo- es algún golpe que deje a la víctima totalmente indefensa. Considero que esta escena se vio improvisada, hecha “a la loca”, como si se hubiese estado peleando contra el reloj por acabar de editar, restándole calidad al resto de la construcción tan bien armada.

A pesar de estos puntos, creo que Magallanes es una muy buena película y otro importante avance en el cine nacional de cartelera. De hecho, sentí mucha satisfacción después de verla –dos veces- en el cine, y me animaría por verla una vez más.

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