Por: Nicole Giuffra
*Ahora sí, comienzan los spoilers*
El director M. Night Shyamalan hizo su reaparición en 2016 con un nuevo thriller psicológico: Fragmentado. Una historia sobre un personaje con 23 identidades a punto de ser usurpadas por la que vendría a ser la número 24: La Bestia.
Como fundador de un género distinto de thrillers psicológicos, que involucra estudios cercanos de personajes con un enfoque paranormal o sobrenatural (como fantasmas o aliens), Shyamalan es, ciertamente, un director digno de respeto.
Sin embargo, desde el éxito de sus dos películas históricas (Sexto Sentido y El Protegido), el director tuvo muchos desaciertos como La Dama del Agua (2006), El Último Maestro del Aire (2010), Despúes de la Tierra (2013) y otros.
Por lo tanto, definitivamente Fragmentado es su mayor éxito de los últimos quince años (ahora veremos si Glass consigue superarlo).
El trastorno de identidad disociativo de la personalidad o más conocido como “personalidades múltiples” ha sido utilizado por Shyamalan para mostrar los talentos de James McAvoy.
El actor interpreta a Kevin, un hombre que sufre de personalidades múltiples desde siempre, sus distintos alter-egos van desde lo más dulce (un Romeo de 9 años), hasta lo más aterrador (un adulto mayor con TOC que tiene una inclinación por las mujeres jóvenes).
Con el surgimiento de cada nueva personalidad, las tres jóvenes descubren, poco a poco algo, más de su secuestrador y de la prisión en que las mantiene cautivas, lo que les da una luz de esperanza. Sin embargo, una identidad significativamente más peligrosa parece tener un plan especialmente horrible para ellas.
Esta película, a pesar de ser un thriller, se libera de las convenciones del género, que usualmente tiene su efecto en los sentidos. Fragmentado tuvo todas las herramientas para trabajar el drama en un espacio que transmite claustrofobia; sin embargo, permite que su historia se realice no totalmente en el búnker, sino cambiando constantemente su punto de vista entre el secuestrador, las secuestradas y la psicóloga, interpretada por Betty Buckley.
La trama y la atmósfera dan paso al estudio de cada uno de los personajes, dando pistas de que Casey (Anya Taylor) es quien tiene más probabilidades de sobrevivir, ya que intenta escapar buscando una manera de relacionarse con los alter-egos de Kevin, mientras que las otras dos chicas ponen toda su esperanza en arrastrarse por el ducto de ventilación y –¿por qué no?- en sus clases de karate de secundaria (es un misterio para mí cómo esto último no les funcionó).
Shyamalan ingeniosamente coloca a su protagonista al frente y al centro, donde McAvoy divierte y horroriza ahí donde la trama tropieza en eventuales clichés. Puede parecer extraño, pero Kevin y sus alter-egos son sorprendentemente divertidos (de repente es hora de revisar nuestra salud mental).
McAvoy usa largas pausas y leves movimientos de cejas que llegan a lograr un gran efecto, en otras ocasiones incluso la transformación en otro alter-ego se apodera de todo su cuerpo: hombros, brazos, forma de caminar y expresarse, todo cambia y la nueva personalidad toma el control total.
El actor se mueve perfectamente entre estos diferentes personajes y muestra que su rango actoral es excepcional.
Paralelamente, Shyamalan narra la historia igualmente traumática de Casey a través de una serie de flashblacks. En el encuentro de La Bestia y Casey, él entiende que ella tiene un pasado similar al suyo y le dice que es diferente a los demás por ello.
Dirección: M. Night Shyamalan
Producción:
Marc Bienstock, M.
Night Shyamalan, Jason Blum
Guión:
M. Night Shyamalan
Música: West
Dylan Thordson
Fotografía: Mike Gioulakis
Montaje: Luke Franco Ciarrocchi
Reparto:
James McAvoy, Anya
Taylor-Joy, Jessica Sula, Haley Lu Richardson, Betty Buckley
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Año: 2016
Género: Terror psicológico, thriller
Duración: 116 min
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