Prometheus y el universo Alien
Por: José
Abelardo Güich
(Escritor)
Mucho
ruido y quizá no tantas nueces como presumíamos desató Prometheus, el esperado
nuevo filme de Ridley Scott, quien
en 1979 fijó con Alien
una serie de hitos inamovibles en el género de la ciencia ficción, en su
vertiente de “horror espacial”. Ha corrido agua bajo el puente desde que la
pantalla mostró por primera vez a la famosa criatura extraterrestre, perfecta
máquina de matar que da cuenta rápida de toda una tripulación de curtidos
navegantes. La película inauguró una saga extendida hasta Alien: Resurrección. Pero
ninguno de estos productos superó al original, cuya estima se ha incrementado
durante los treinta años transcurridos desde el estreno.
Alien no brindaba muchas pistas sobre cómo
se originó el casi indestructible ser; apenas unas huellas que el espectador
procesa, pero no se convierten en un eje primordial, pues toda la historia gira
en torno de la desesperada lucha de los tripulantes de la nave de carga “Nostromo” por eliminar al organismo
invasor. El llamado space jockey, cuyo gigantesco esqueleto llama la atención de
los exploradores, y por otro lado, el depósito de huevos de donde emergen los fertilizadores; son las únicas marcas fehacientes que conectan más o menos a las
dos producciones,
Prometheus no es, en
realidad, parte del ciclo, como ya lo ha sostenido Scott en varias entrevistas
anteriores al lanzamiento. No se trata de una “precuela” (vaya palabra), sino
de un relato autónomo con respecto al universo que la primera película
establecía. Quien esperaba una nueva batalla contra el babeante espécimen
puede, en cierta medida, salir defraudado y hasta pensando en la devolución del
dinero.

A partir
del conflicto entre las inquietudes de los científicos y las motivaciones
empresariales, los hechos se suceden con fluidez hasta aproximadamente la mitad
de la película; luego, sobreviene un enrarecimiento
que hace más lentas las acciones, en contraste con el ritmo eficazmente
administrado por Scott hasta ese instante. Ése es el punto débil, pues esa disminución
de la velocidad no llega a calzar con las intenciones filosóficas o
especulativas que parece querer insuflarle el realizador. Esto genera
desconcierto en quien seguramente ansiaba un panorama de sorpresas permanentes
y de apariciones súbitas de criaturas que salen de cualquier parte para
abrirles el cráneo a sus víctimas atónitas y paralizadas de terror.
Se aprecian las concesiones a la industria que
Scott, un buen artesano, ha debido hacer, si su primera mirada fue en realidad
una aventura plagada de veladas trascendencias en medio de un despliegue
tecnológico y visual subyugantes que son, al fin y al cabo, las “fortalezas” de
Prometheus.
La ambientación tanto del planeta como de las naves y su parafernalia, llenan
los ojos, siguiendo los clásicos dictados del space opera.
El filme
recupera algo del vigor inicial en la segunda parte, cuando se van aclarando
elementos narrativos, sobre todo en cuanto a la identidad de la raza
extraterrestre, “los ingenieros” (el space jockey es uno de ellos), que diseñaron
a nuestra especie y la sembraron en la Tierra. No está ausente el efectismo tan
asociado a la saga y el manejo de la angustia (hay un correlato entre el terror
de Ripley –protagonista de la saga
anterior- en su último encuentro con la criatura, y la escena de la arqueóloga
buscando liberarse del feto alienígena que lleva en su interior), así como una
advertencia sobre los riesgos de la manipulación genética y de los experimentos
que salen de rumbo y no pueden ser
controlados por sus ejecutores.
Prometheus no está a
la altura de su ilustre predecesora, pero sabe mantener la atención del espectador
a pesar de sus abruptas aceleraciones y retardos. Deja varios cabos sueltos vinculados con “los ingenieros” y sus objetivos reales; en
la conclusión, estos no son mostrados como una sociedad nada benéfica, sino
todo lo contrario. La siguiente entrega debería profundizar en ese aspecto, más
allá de tentáculos y cuerpos que se abren de parte a parte (festín siempre
bienvenido en todo lo que implique la criatura del envidiable exoesqueleto).
Gracias José. Particularmente en Prometheus me perturbó mucho los vínculos entre los protagonistas. El padre que prefiere como hijo a un robot antes que a su hija biológica. El robot que es un "desgraciado" y etc.
ResponderEliminarAdemás me capturó esta idea de los ingenieros y la búsqueda por descubrir nuestros orígenes en el espacio. Sin embargo, como mencionas, yo también imagino que muchas personas esperaban otras cosas, más encuentros con la criatura y todo aquello que se asocia con las anteriores entregas.
Dicho sea de paso, hay una película muy buena, llamada Terrore nellos spazio (Terror en el espacio) de 1965, traducida al inglés como Planet of the vampires, donde se establece mucho de la atmósfera y suspenso de Alien aún sin poseer su presupuesto. Está en Youtube, te la recomiendo, por si aún no la has visto. Abrazos.
http://elgatodescalzo.wordpress.com