Por: Alexiel Vidam
Bastante he hablado anteriormente sobre locos del cine… pero hoy he querido darle un espacio a un tipo particular
de loco: el científico. Estos
personajes ya son patrimonio un género en particular: el horror, mas no se
limitan a él. Los tenemos presentes también en las películas de drama,
suspenso, ciencia ficción… y hasta en disparatados musicales. Vamos con una lista de cinco científicos
locos que deberías conocer.
El Dr. Victor
Frankenstein es el científico loco de la ficción por excelencia. Concebido
en 1818 por la mente de Mary Shelley, este personaje dio a luz
al género de ciencia ficción. En el cine
ha tenido múltiples encarnaciones, pero la que me ha parecido más
interesante es la que encarna Kenneth
Branagh en su propia película: Frankenstein de Mary Shelley. Este
Frankenstein, es un antihéroe trágico,
un romántico que busca salvar a la humanidad. Un sujeto noble y carismático, cuyo rechazo obsesivo al dolor y a la
soledad, le acaban arrastrando hacia una total tragedia. Después de perder
a su madre, Victor se obsesionó con
vencer a la muerte… y lo logró. Sin embargo, el ser regresado de ultratumba
no llenó sus expectativas. Horrorizado,
el creador abandona a su creación, que acumula sentimientos de ira y odio. Las consecuencias serán brutales.
Ni más ni menos, que el
inventor del primer robot de la historia de cine… o mejor dicho LA primera
robot. María fue creada por Rotwang para
vengarse de Joh Fredersehen, creador de la gran Metrópolis, quien le robó a la
mujer que amaba. En su afán por arruinar a su rival, Rotwang le da a la
robot la apariencia de la “santa” de los obreros, secuestrando a esta última y
enviando a la androide a dar mensajes subversivos. Su objetivo es crear el caos y la destrucción de las dos clases
sociales (los de “arriba” y los de “abajo”). Rotwang es el claro ejemplo de
amor a nivel patológico… Él ha acumulado
sentimientos de venganza por años, y no le importa quién tenga que morir con tal
de lograr su revancha.
Otro loco vengativo. Aunque al inicio de La piel que habito (de Pedro Almodóvar),
nos identificamos con el dolor de Ledgard, luego sus radicales métodos acaban por identificarle como el “malo de la
película”. Cuenta la leyenda que Robert era un cirujano que perdió a su
mujer cuando ésta saltó por la ventana, luego de ver su rostro quemado por un
accidente. Este acontecimiento fue observado por la hija de ambos, quien –ya trastornada-
sería víctima de violación. Quedando
solo en el mundo, Robert se encargaría de hacer que el violador pague
(*ATENCIÓN A SPOILER*)… pero de una manera bastante particular: cambiándole de
sexo, de rostro, de cuerpo… hasta transformarle en uno de los fantasmas de su
propio pasado.
Egocéntrico,
narcisista, algo tímido al comienzo. Seth Brundle es un genio y lo sabe.
Sabe que ha creado un objeto que revolucionará a la humanidad. Con su
inteligencia, atrae a una guapa periodista, a quien arrastrará hacia el peligro
con su locura. Seth quiere lograr la
teletransportación de un ser vivo. Ya lo ha conseguido con objetos inanimados,
pero con seres vivos algo sale siempre mal. Luego percibe que lo ha logrado y
decide teletransportarse a sí mismo… pero no nota que una mosca se ha colado en
la cápsula junto a él. Entonces Brundle
se convierte, poco a poco, en “Brundle-mosca”, un ser que adquiere tanto el
físico, como la actitud despreciable del insecto…
La fusión del conde Drácula
y el Dr. Frankenstein pero en versión travestida y extraterrestre. Por si
fuera poco, tiene nombre de salchicha alemana. Este personaje sólo puede haber
sido concebido en medio de ácidos. Y es
que el Dr. Frank-N-Furter ha llegado a la Tierra desde el planeta Transexual en
la galaxia Transilvania, con el aparente fin de pervertir a cuanta forma de
vida se cruce en su camino, sea mujer, hombre o cocodrilo. Su máximo experimento consiste en un “hombre perfecto” (según él):
rubio, con cuerpo de físico culturista,
ojos azules… y medio cerebro… obtenido de un delincuente. De buenas a
primeras, puede que el doctor te conquiste con su disparatada forma de ser…
pero luego vas descubriendo que, en su afán de obtener diversión, no tiene ningún
límite: podría aniquilarte… o hacerte bailar en un cabaret y luego plantarte un
beso.
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