martes, 8 de septiembre de 2015

Ridley Sott: De aliens y otros demonios pasajeros



Por: Sergio Cueto

Nunca me habían gustado las cintas de terror porque siempre se trataban de un tipo en un traje de goma. Bueno, sólo hay una manera de tratarlo. Lo más importante en un filme de este tipo no es lo que ves, sino lo que crees haber visto.
-          Ridley Scott

“En el espacio nadie puede oír tus gritos”. Éste fue el slogan promocional que cambió todo. Y nada volvió a ser igual después de este film. Su influencia es incuestionable y sus referencias ya son universales, completando, junto a un puñado de geniales artistas y actuaciones de primer nivel, una experiencia cinematográfica inolvidable y que aún con el paso del tiempo, sigue erizando la piel.

La inmensidad del espacio. Una nave gigantesca de lento desplazamiento. Una carga de 20 millones de toneladas de mineral que se dirige a la Tierra. Enormes y oscuros pasillos. Una llamada de emergencia. Una expedición fallida. Algo sale mal. Muy mal.



Estos elementos, forman la receta para crear una de las mejores películas de ciencia ficción y terror de la historia. Dan O´Bannon, uno de los guionistas, llevaba tiempo trabajando en una historia con estos ingredientes: de hecho, poco antes había participado en una película dirigida por John Carpenter (Dark Star) con un concepto similar, pero sin la intervención alienígena.

Es entonces cuando aparecen dos personajes cruciales: El artista e ilustrador H.R. Giger, que conquistó a O´Bannon con el diseño de unas horripilantes criaturas, y Ronald Shusett –guionista y productor, que le contó a O´Bannon una idea bastante bizarra-: ¿Qué te parece si un bicho se introduce en el cuerpo de un humano, para después salir por su pecho convertido en un monstruo aterrador? Así nació una de las escenas más famosas e impactantes del cine.


Además, nadie dudaba del probado talento visual del británico Ridley Scott para llevar a buen puerto el proyecto (luego del éxito de Los Duelistas, su primer largometraje), pero conseguir que el espectador sienta terror real, era todo un desafío. Lo logró. Y con creces.

Estrenada en 1979, esta cinta protagonizada por Sigourney Weaver, Tom Skerritt, John Hurt, Harry Dean Stanton, Yaphet Kotto, Veronica Cartwright e Ian Holm narra las vicisitudes de la nave U.S.C.S.S. Nostromo; inmensa, fría, laberíntica y a la vez claustrofóbica; que se dirige a la Tierra tras una misión de extracción minera con sus tripulantes en estado de hibernación.

Sin embargo, el ordenador principal decide despertarlos ante la recepción de una señal desconocida. Obligados por las normativas de la compañía, aterrizan en un planeta desértico, donde comienzan a descubrir sucesos sorprendentes. La expedición acaba con una extraña criatura adherida al rostro de uno de los miembros del equipo, mientras descifran que la señal recibida era de advertencia.



Uno de los grandes aciertos de Alien, es colocar personajes muy humanos: trabajadores al servicio de una gran corporación, preocupados por sus salarios y sus rutinas. Nunca vemos el cliché de héroes prefabricados o pétreos y fornidos astronautas.

Scott, los retrata uno a uno desde el inicio del film y se así crea un nexo mucho más cercano: con defectos y virtudes que podemos ver en nosotros mismos; ello en, gran medida, gracias a las excelentes actuaciones. Resalta sobremanera una debutante en Brodway, que no solo se convirtió en estrella instantánea, sino que creó un personaje icónico: La incansable teniente Ripley (Sigourney Weaver).


Teniente Ripley

Con el paso de los primeros minutos, ya formamos parte del misterioso Nostromo y su tripulación. Somos, en cierta manera, un pasajero más (sin ser el octavo del título), ya que conocemos y nos conectamos con la personalidad de Dallas, Brett, Parker Kane, Ash, Lambert y Ripley como si fuesen compañeros nuestros. Ridley Scott, para esto, escribió las biografías completas de los siete protagonistas (amigos, manías, parejas, trabajos anteriores y aficiones), a fin de que sus roles fuesen interiorizados al máximo.

Alien nos ofrece así una gran historia de ritmo impecable: conocemos a los protagonistas, somos testigos de la problemática en ciernes y observamos el pánico apoderándose de ellos. Saben que sus gritos no son escuchados, y que sus opciones de escapar con vida son prácticamente nulas.


Dicho de este modo, puede resultar un planteamiento simple y soso, pero nada más alejado de la realidad: el film, gracias al talento de Scott, nos presenta un universo lleno de matices y momentos bastante gore, donde pasamos rápidamente de la fascinación al terror y al desasosiego absoluto.

Una de las escenas más recordadas y terroríficas, fue, sin duda, la que planteó Ronald Shusett –mencionada líneas arriba-. Se dice que para la mítica escena, el director no quiso que los actores supieran cómo iban a rodarla; es por eso que sus reacciones son tan reales, en especial la de Lambert (Veronica Cartwright).


Luego nos enfrentamos a un monstruo al que no logramos ver por completo y que, a medida que avanza (y mata), se vuelve más terrible e invencible: “No podrán matarlo” –sentencia Ash, antes de que conozcamos su verdadera naturaleza.

En una época en la que no existían los efectos digitales –de los que hoy abusa Hollywood-, la imaginación de los técnicos para lograr los escenarios a base de maquetas, y los disfraces y trucos rudimentarios, resultan en un producto tan convincente, que, aún hoy, 36 años después, siguen dando que hablar (de hecho, aquel año se llevaron el Oscar a Mejores efectos visuales). Mención aparte para la espectacular banda sonora, obra del maestro Jerry Goldsmith (Gremlins, Total Recall) que logró una sorprendente, clásica e inquietante partitura.


Por todo ello, Alien: el octavo pasajero, ha sido, es y siempre será una obra maestra del séptimo arte; cima temprana de un visionario director que establece a este film como piedra angular de toda una forma de hacer cine, a la que, desafortunadamente, casi ninguno ha logrado alcanzar.



Ficha técnica

Dirección: Ridley Scott
Producción: Gordon Carroll, David Giler, Walter Hill
Guión:  Dan O'Bannon, Ronald Shusett
Música: Jerry Goldsmith
Fotografía: Derek Vanlint
Montaje: Terry Rawlings
Reparto: Tom Skerritt, Sigourney Weaver, John Hurt, Ian Holm, Veronica Cartwright, Yaphet Kotto, Harry Dean Stanton
Año: 1979
Género: Terror, ciencia ficción

Duración: 117 minutos


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