Por: Sergio Cueto
Nunca me habían gustado las cintas de terror porque siempre se trataban
de un tipo en un traje de goma. Bueno, sólo hay una manera de tratarlo. Lo más
importante en un filme de este tipo no es lo que ves, sino lo que crees haber
visto.
-
Ridley Scott
“En el espacio nadie
puede oír tus gritos”. Éste fue el slogan promocional que cambió todo. Y nada
volvió a ser igual después de este film. Su influencia es incuestionable y
sus referencias ya son universales, completando, junto a un puñado de geniales
artistas y actuaciones de primer nivel, una experiencia cinematográfica
inolvidable y que aún con el paso del tiempo, sigue erizando la piel.
La inmensidad del
espacio. Una nave gigantesca de lento desplazamiento. Una carga de 20
millones de toneladas de mineral que se dirige a la Tierra. Enormes y oscuros
pasillos. Una llamada de emergencia. Una
expedición fallida. Algo sale mal. Muy mal.
Estos elementos, forman la receta para crear una de las mejores películas de ciencia
ficción y terror de la historia. Dan
O´Bannon, uno de los guionistas, llevaba tiempo trabajando en una historia con
estos ingredientes: de hecho, poco antes había participado en una película
dirigida por John Carpenter (Dark Star) con un concepto similar, pero sin la
intervención alienígena.
Es entonces cuando aparecen dos personajes cruciales: El artista e ilustrador H.R. Giger, que
conquistó a O´Bannon con el diseño de
unas horripilantes criaturas, y Ronald Shusett –guionista y productor, que
le contó a O´Bannon una idea bastante bizarra-: ¿Qué te parece si un bicho se introduce en el cuerpo de un humano, para
después salir por su pecho convertido en un monstruo aterrador? Así nació
una de las escenas más famosas e impactantes del cine.
Además, nadie dudaba del probado talento visual del británico Ridley Scott para llevar a
buen puerto el proyecto (luego del éxito de Los Duelistas, su primer
largometraje), pero conseguir que el espectador sienta terror real, era todo un
desafío. Lo logró. Y con creces.
Estrenada en 1979,
esta cinta protagonizada por Sigourney
Weaver, Tom Skerritt, John Hurt, Harry Dean Stanton, Yaphet Kotto, Veronica
Cartwright e Ian Holm narra las vicisitudes de la nave U.S.C.S.S. Nostromo;
inmensa, fría, laberíntica y a la vez claustrofóbica; que se dirige a la Tierra
tras una misión de extracción minera con sus tripulantes en estado de
hibernación.
Sin embargo, el ordenador principal decide despertarlos ante
la recepción de una señal desconocida. Obligados por las normativas de la
compañía, aterrizan en un planeta desértico, donde comienzan a descubrir
sucesos sorprendentes. La expedición
acaba con una extraña criatura adherida al rostro de uno de los miembros del
equipo, mientras descifran que la señal recibida era de
advertencia.
Uno de los grandes aciertos de Alien, es colocar personajes muy humanos: trabajadores al
servicio de una gran corporación, preocupados por sus salarios y sus rutinas.
Nunca vemos el cliché de héroes prefabricados o pétreos y fornidos astronautas.
Scott, los retrata
uno a uno desde el inicio del film y se así crea un nexo mucho más cercano:
con defectos y virtudes que podemos ver en nosotros mismos; ello en, gran
medida, gracias a las excelentes
actuaciones. Resalta sobremanera una debutante en Brodway, que no solo se
convirtió en estrella instantánea, sino que creó un personaje icónico: La
incansable teniente Ripley (Sigourney Weaver).
Teniente Ripley |
Con el paso de los primeros minutos, ya formamos parte del
misterioso Nostromo y su tripulación. Somos, en cierta manera, un pasajero más
(sin ser el octavo del título), ya que conocemos y nos conectamos con la
personalidad de Dallas, Brett, Parker Kane, Ash, Lambert y Ripley como si
fuesen compañeros nuestros. Ridley
Scott, para esto, escribió las biografías completas de los siete protagonistas
(amigos, manías, parejas, trabajos anteriores y aficiones), a fin de que sus
roles fuesen interiorizados al máximo.
Alien nos ofrece así una gran historia de ritmo impecable: conocemos a los protagonistas, somos testigos de
la problemática en ciernes y observamos el pánico apoderándose de ellos. Saben
que sus gritos no son escuchados, y que sus opciones de escapar con vida son
prácticamente nulas.
Dicho de este modo, puede resultar un planteamiento simple y
soso, pero nada más alejado de la realidad: el film, gracias al talento de
Scott, nos presenta un universo lleno de
matices y momentos bastante gore, donde pasamos rápidamente de la fascinación
al terror y al desasosiego absoluto.
Una de las escenas más recordadas y terroríficas, fue, sin
duda, la que planteó Ronald Shusett –mencionada líneas arriba-. Se dice que para la mítica escena, el director no quiso
que los actores supieran cómo iban a rodarla; es por eso que sus reacciones son
tan reales, en especial la de Lambert (Veronica Cartwright).
Luego nos enfrentamos a un monstruo al que no logramos ver
por completo y que, a medida que avanza (y mata), se vuelve más terrible e
invencible: “No podrán matarlo” –sentencia Ash, antes de que conozcamos su
verdadera naturaleza.
En una época en la que no existían los efectos digitales –de
los que hoy abusa Hollywood-, la imaginación de los técnicos para lograr los
escenarios a base de maquetas, y los disfraces y trucos rudimentarios, resultan
en un producto tan convincente, que, aún hoy, 36 años después, siguen dando que
hablar (de hecho, aquel año se llevaron el Oscar
a Mejores efectos visuales). Mención aparte para la espectacular banda sonora, obra del maestro Jerry Goldsmith (Gremlins, Total Recall) que logró una sorprendente, clásica e inquietante
partitura.
Por todo ello, Alien: el octavo pasajero, ha sido,
es y siempre será una obra maestra del séptimo arte; cima temprana de un
visionario director que establece a este film como piedra angular de toda una
forma de hacer cine, a la que, desafortunadamente, casi ninguno ha logrado
alcanzar.
Ficha técnica
Dirección: Ridley Scott
Producción: Gordon Carroll, David Giler, Walter Hill
Guión: Dan O'Bannon, Ronald Shusett
Música: Jerry Goldsmith
Fotografía: Derek Vanlint
Montaje: Terry Rawlings
Reparto: Tom Skerritt, Sigourney
Weaver, John Hurt, Ian Holm, Veronica Cartwright, Yaphet
Kotto, Harry Dean Stanton
Año: 1979
Género: Terror, ciencia ficción
Duración: 117 minutos
No hay comentarios:
Publicar un comentario