lunes, 3 de abril de 2017

“Ghost in the Shell: La Vigilante del Futuro” (2017): Sencillamente alucinante



Por: Alexiel Vidam

Acabo de regresar de ver Ghost in the Shell: La Vigilante del Futuro (2017), y estoy más que emocionada. Hace tiempo que no veía una película que me dejase con la boca abierta de principio a fin…y con la frase “¡qué tal peliculón!” en los labios.

Había esperado con ansias esta pela. Deseaba compararla con la versión animada del 95’ (la que vimos por Locomotion), la cual planteaba muchos cuestionamientos interesantes acerca de la naturaleza humana, en medio de un futuro distópico, de estética cyberpunk... En otras palabras palabras, tres elementos que siempre me han fascinado. Cuando vi por primera vez el trailer del live action, quedé sorprendida por su calidad audiovisual y por las muchas similitudes que guardaba con la película original. No me la podía perder.


Ahora la pregunta del millón: ¿Tengo que haber seguido el manga o las diversas entregas del anime para ver el live action?


No. Quienes conozcan cero sobre Ghost in the Shell hasta el momento, pueden estar tranquilos. La película se entiende por sí sola; requiere atención (como todas las piezas de este universo) pero se deja entender perfectamente. Esta entrega no es una secuela de sus antecesoras. Por el contrario, lo que hace es replantear la historia respetando bastante bien las bases sentadas por el universo:

En un futuro no muy lejano, los humanos recurren a prótesis robóticas para mejorar su cuerpo y obtener nuevas habilidades. Existen aquellos que han cambiado tantas partes de su cuerpo que ya sólo les queda el tejido neuronal -y con ello, el “ghost” (alma)-, elemento fundamental y básico que les determina como seres humanos ante la sociedad. 

Sin embargo, así como aparecen las mejoras, aparecen también los nuevos tipos de crimen, como el hackeo del ghost o la trata de personas para involucrarlas en experimentos tecnológicos. En medio de este contexto, es que se plantea la nueva historia y se presenta a los personajes.


La Mayor Miria Killian -Motoko Kusanagi en el anime y manga- (Scarlett Johansson) padece de amnesia. Lo único que sabe es que sus padres fueron víctimas de un ataque terrorista, y que ella sobrevivió, aunque perdió su anatomía humana y su “ghost” fue trasladado a un cuerpo robótico. En “compensación” por su nueva prótesis, ella debe ejercer como agente de la sección Sección 9 de la Seguridad Pública -un departamento de inteligencia-, la cual se focaliza en delitos informáticos. 

El antagonista en un primer momento, es Kuze (Michael Pitt), un hacker que se adueña de las mentes de diversos cyborgs (humanos con prótesis robóticas) y les utiliza para sus propios fines. Por si fuera poco, implanta falsos recuerdos en las mentes de dichos cyborgs, alterando completamente su identidad. 



Hasta aquí, los que hayan visto la película del 95’, podrán notar las similitudes, pues no sólo la Mayor sigue siendo el soldado principal de la Sección 9, sino que además, Kuze, tiene bastantes puntos comunes con “El Titiritero” -antagonista de la primera película animada-; no obstante, las motivaciones y el background de Kuze y “El Titiritero” son distintas. “El Titiritero” es un personaje sin pasado, que busca crearse una identidad humana. 

Por su parte, Kuze no necesita afirmarse como humano, más bien busca reconstruir el pasado que sí posee y que no casi no recuerda. Este pasado, por cierto, se enlaza estratégicamente con los orígenes e identidad de la Mayor. A partir de aquí, la trama construye una serie de giros argumentales y sorpresas que a uno le dejan pegado en el asiento, pendiente del detalle, pues cada pequeña pieza termina por ser una revelación.



En cuanto al tratamiento estético, Ghost in the Shell: La Vigilante del Futuro, es un orgasmo audiovisual. Sorprende la forma fiel en que se ha conseguido recrear en imagen real la estética futurista, decadente y chillona de la saga original. Las calles infestadas de publicidad nos trasladan inmediatamente a una de las páginas del manga o de las escenas del anime. 

Los planos generales vistos desde abajo están directamente inspirados en varias tomas de la película del 95’, así como varias escenas de acción (la Mayor saltando desde el edificio o alguna secuencia de pelea). 

Además, los efectos especiales están perfectamente utilizados; no caen en exageraciones, a pesar de que la atmósfera deshumanizante y estridente que observamos, depende directamente de ellos. Por el contrario, resultan precisos y completamente verosímiles para el género.



Por cierto, hay quienes erróneamente han tildado a Ghost in the Shell como “la nueva Matrix”. Déjenme decirles que es un craso error, pues no sólo el argumento como la puesta en escena de Ghost in the Shell es muy superior a las de Matrix, sino que además, la historia original (manga de 1989) y la primera entrega cinematográfica (1995) de la primera son mucho más antiguas que las de la segunda, que más bien -y esto ha sido admitido por las Wachowski- se inspiró bastante Ghost in the Shell tanto para el tratamiento visual de varias de sus escenas.


Para cerrar… véanla! 


Ficha técnica:


Dirección: Rupert Sanders
Producción: Avi Arad, Ari Arad, Steven Paul
Historia original: Masamune Shirow (del manga Ghost in the Shell)
Guión: Jamie Moss, Ehren Kruger
Música: Clint Mansell
Fotografía: Jess Hall
Vestuario: Bart Mueller, Kurt Swanson
Reparto: Scarlett Johansson, Michael Pitt, Pilou Asbæk, Chin Han, Juliette Binoche
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Año: 2017
Género: Ciencia ficción, drama psicológico, cyberpunk, thriller policial
Duración: 107 minutos





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