viernes, 21 de diciembre de 2018

“Robin Hood”: un desastre de taquilla… y de todo lo demás



Por: Alexiel Vidam

El tráiler de la nueva versión Robin Hood, de entrada, me provocó desconfianza. Sin embargo, con el fin de no prejuzgar, y un poco más animada al saber que Leonardo Di Caprio se encontraba detrás de la producción, decidí arriesgarme a verla. Debo decir, que, lamentablemente, la película no sólo no superó mis bajas expectativas, sino que la decepción fue, demás, catastrófica.


Para empezar, mi gusto por la historia me vuelve bastante fijona con el tema de la ambientación. Personalmente, el intento de los productores y directores de arte y vestuario por actualizar la vestimenta, el maquillaje y los elementos del entorno, restan verosimilitud al relato, llegando a perturbar el ojo a un grado en que la mente se desvía del argumento (sin pecar de exagerada, debo decir que los trajes parecían más acordes para una distopía juvenil a lo The Hunger Games; para ponerle la cereza al pastel: entre disturbio y disturbio no se explica cómo es que la vestimenta de los personajes luce siempre pulcrísima y los peinados intactos).

El tema de la inclusión, por otra parte es llevado a niveles ridículos; es obvio que en la época medieval, Inglaterra no había recibido grandes migraciones y por lo tanto, encontrar personajes afrodecendientes o asiáticos entre los ciudadanos de Nottingham resulta completamente fuera de lugar.


Pero no sólo la estética y los valores políticamente correctos –a la fuerza- incluidos en el film cometen fallas de coherencia; también el propio guión. El momento en que El Pequeño John, quien en esta versión es convertido en un desertor árabe, traiciona su fe con una facilidad impresionante a fin de salvar a su hijo, contradice completamente los códigos de un musulmán extremista, cuyo fanatismo religioso le ha llevado hasta una Guerra Santa.

Si nos ponemos mucho más exquisitos con el tema de la fidelidad al relato original, también podemos señalar que resulta forzoso haber convertido a Lady Marian –de noble cuna en la leyenda medieval- en una plebeya ladrona de corceles.


Lo más triste de todo, sin embargo, es la forma en que Robin es desvirtuado y caricaturizado. Robin, cuyo carisma radica en su idealismo, corazón noble, rebeldía e identificación con los más pobres, termina siendo un despechado y llorón que asume su rol de delincuente con el fin de impresionar a unas faldas que lo han olvidado.

Otro punto que molesta en extremo es la importancia exagerada que se le da al sheriff; el sheriff, originalmente, era un sujeto abusivo y explotador, como se ve en el film, pero su afán de derrocar al rey ya no resulta creíble, pues quienes podían acceder a la corona en aquella época, eran, únicamente, los nacidos de sangre azul. De hecho, quien complotaba originalmente contra Ricardo Corazón de León, era su hermano, el príncipe Juan Sin Tierras, quien aquí ni siquiera aparece.


¿Si algo se puede rescatar de este desastre? Algunos dirían que los efectos. Yo discrepo. A mi parecer, se exagera en el uso del CGI. El uso excesivo de efectos digitales aturde y nos hace sentir antes dentro de un videojuego que de un fragmento de época.

Sin más que decir, mi puntuación para esta película es 2/10.


Ficha técnica

Dirección: Otto Bathurst
Producción: Leonardo DiCaprio, Jennifer Davisson, Joby Harold, Tory Tunnell
Guion: Joby Harold, Peter Craig, David James Kelly
Idea original: Ben Chandler (inspirado en la leyenda de Robin Hood)
Música: Joseph Trapanese
Fotografía: George Steel
Montaje: Chris Barwell
Protagonistas: Taron Egerton, Jamie Foxx, Eve Hewson, Ben Mendelsohn
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Año: 2018

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