Por: Alexiel Vidam
En un futuro cercano, los ricos son capaces de alargar su vida comprándola de un donante a cambio de una jugosa suma de dinero. AEON, la organización encargada del proceso de intercambio de edades, justifica el hecho bajo la premisa de dar más años a quienes pueden hacer más por la sociedad, y mejorar la calidad de vida de los más pobres. Sin embargo, detrás de este controvertido procedimiento no todo es cien por ciento transparente, y eso es lo que está a punto de descubrir Max, el protagonista de la historia.
Este es el argumento de Paradise (2023), la película alemana que está dando la hora en el catálogo de Netflix.
Max (Kostja Ullman) es el vendedor estrella de AEON. Él y su esposa Elena (Marlene Tanczik) tienen una vida feliz hasta que el incendio de su departamento les genera una deuda que sólo se puede pagar de una manera: restándole 38 años de vida a Elena. Max hace lo posible por encontrar otra salida, pero es inútil, su esposa es forzada a hacer la donación, y en pocas horas se convierte en una anciana (ahora interpretada por Corinna Kirchhoff). Esto llevará a Max a renegar del sistema que antes apoyó, y a buscar recuperar los años de su esposa aún actuando en contra de la ley.
A partir de aquí, la trama agarra un ritmo trepidante que consigue mantenernos pegados hasta el final, pendientes de la travesía que Max y Elena emprenden en medio de la clandestinidad. Los giros y puntos de quiebre están muy bien ubicados a lo largo de la historia, haciendo que la tensión –y la atención—vayan en ascenso.
Pero Paradise tiene puntos mucho más interesantes que un ritmo muy bien logrado. Esta película plantea una serie de dilemas morales y preguntas filosóficas bastante profundas: ¿Vivir más es igual a vivir mejor? ¿Sería negativo o al menos inmoral quitarle años a los pobres a cambio de suplir todas sus carencias económicas? ¿Realmente hay personas que valen más que otras y, por lo tanto, merecen vivir más? ¿De acuerdo a qué se determina el valor de una persona?
De hecho, AEON tiene algunos argumentos bastante sólidos para defender el intercambio de años, como la solución del problema medioambiental (ya que los ricos, al cambiar su percepción del tiempo de vida, invertirían en tecnología ecológica), o un castigo más eficaz para los criminales (condenándolos a pagar con años de vida, en lugar de mantenerlos a costa de los impuestos). Sin embargo, Paradise aborda también el problema de la corrupción incluso en el terreno científico, haciendo que, en ciertos casos, los poderosos jueguen con sus propias reglas, beneficiándose a costa de otros.
En cuanto a los personajes, los dos protagonistas muestran evolución a partir de las vivencias traumáticas que los persiguen. Max reniega de su antiguo trabajo y, desesperado por recuperar a su esposa y su futuro juntos, empieza a imitar los métodos terroristas de ADAM, la organización subversiva que se opone al intercambio de edades.
La transformación de Elena es aún mayor, pues pasa de ser una joven amable y optimista, a una anciana amargada y resignada. A lo largo del viaje que emprende junto a su esposo, también parece ser la voz moralista entre los dos, cuestionando todo el tiempo si los métodos que utilizan son los correctos. Sin embargo, un par de sucesos cruciales acaban generando una revolución en su mente al punto de llegar a transformar todas sus creencias acerca de lo que es justo y lo que no lo es. A mi parecer, se trata del personaje más profundo y mejor trabajado de la historia.
Sobre los puntos negativos del filme, diría que le faltó desarrollo al proceso de donación de años. Este tema le da mucha potencia a la premisa argumental, y es el eje del mundo distópico presentado. A pesar de ello, tal vez por su propia complejidad, dicho tema acaba siendo abordado de modo superficial a lo largo de la trama, dándole más peso a la odisea de los protagonistas.
También faltó explorar mucho más a fondo al
personaje antagónico, encarnado en la figura de Sophie Theissen (Iris Berben), creadora de AEON. Aunque pronto la descubrimos
como un personaje oscuro que se esconde bajo la fachada de velar por el
progreso y el bienestar de la humanidad, nunca llegamos a conocer sus
verdaderas motivaciones. ¿Es que todo en ella es una mentira, o acaso es un personaje
gris que cree actuar por el bien mayor? ¿Es cierto que en un principio sus
intenciones fueron nobles, o es lo que nos ha hecho creer solamente? Esta
última es una pregunta importante, tomando en cuenta las pocas explicaciones
que se dieron sobre la muerte de su primera hija.
No obstante, el final de Paradise queda abierto a la posibilidad de una segunda película. Esperemos que, en caso de darse, la secuela sepa cubrir aquellos aspectos menos explorados por su predecesora.
Ficha técnica
Muy buena película la recomiendo
ResponderEliminar¡Gracias por tu comentario 😃! A nosotros también nos gustó mucho.
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