martes, 28 de octubre de 2014

Demonio con alma humana




Por: Alexiel Vidam    


“El dolor es espantoso para ti. Lo sientes como ninguna otra criatura, porque eres un vampiro." - Lestat de Lioncourt 


Desde siempre he tenido una fascinación especial por los vampiros. Primero por el Conde Drácula y luego por unos vampiros que, casualmente encontré en la televisión allá por los años 90. En ese entonces sólo pude ver pedazos de la película a escondidas, ya que mi señora madre me llamó la atención por estar viendo “películas de grandes”.


Tal vez se refería al erotismo propio de la película… o a la sangre… o a la extrema cercanía entre sus personajes masculinos… o quizás a la extraña relación entre este joven vampiro y su pequeña “hija” (¿?)… Lo cierto es que Entrevista con el Vampiro (1994) es un filme con tantos elementos atractivos como controversiales para su época. Tanto así que, cuando pude verla completa -varios años después-, se convirtió en una de esas películas que he repetido varias veces (incluso tres esta misma semana).

Para empezar es una delicia visual. Los personajes destacan por su desbordante belleza física y sensualidad. Los ambientes y decorados nos trasladan a diferentes épocas y lugares (partiendo de San Francisco en los años 80 para dar un largo salto al pasado, que recorre distintos espacios durante los siglos XVIII, XIX y XX, para finalmente regresar al punto de inicio). Hay un uso intencional del color que remarca en la oscuridad de los protagonistas, su soledad, su cercanía con la muerte y su sed de sangre. Por si fuera poco, la banda sonora complementa a la perfección con el arte visual, enfatizando los momentos de clímax en los que acecha el peligro, la sensación de extrañeza, desolación o erotismo.


Entrevista con el Vampiro, dirigida por Neil Jordan y escrita por Anne Rice, autora de la novela homónima en que se basa el filme, aborda al monstruo desde una perspectiva particularmente humana. Se acerca, en cierta medida, al Drácula presentado dos años antes por Francis Ford Coppola. Al igual que aquel, los vampiros de Entrevista con el Vampiro poseen fuertes emociones; tienen una personalidad compleja, apasionada y conflictuada, cosa que no sucedía, o por lo menos no se abordaba a fondo, en películas de vampiros anteriores. En esas películas, el monstruo no pasaba de ser eso -un monstruo-, un claro antagonista, representación de la maldad, y por lo tanto, alimaña exterminable. Aquí, en cambio, uno se identifica con el vampiro; observamos las cosas desde su perspectiva y llegamos a comprender sus motivaciones y sufrimientos.


Ahora, una importante innovación de la novela de Rice -que se traslada también al filme-, es que, a comparación de la película de Coppola, nos presenta -por primera vez-a un vampiro ateo. Hasta el momento, la figura de este ser estaba estrechamente ligada a Satanás, mientras que aquí se nos dice que no existe el demonio o que -por lo menos-ningún vampiro le conoce… ni a él, ni a dios. El vampiro es, entonces, un ser que presenta de por sí un conflicto existencial, que no tiene claro de dónde viene ni a dónde va, y que lucha desesperadamente por encontrarle un sentido a su inmortalidad.


LOUIS: ¿Entonces Dios no existe?
ARMAND: Yo no sé nada de Dios. Ni del Diablo. Jamás he tenido una visión ni me he enterado de un secreto que no salvara o condenara mi alma. Hasta donde yo sé después de 400 años soy el más viejo de los vampiros con vida del mundo.

Para complicar más la cuestión, el personaje principal es un vampiro más humano de lo normal. Louis de Pointe du Lac (Brad Pitt), acepta el “don oscuro” por parte de Lestat de Lioncourt (Tom Cruise) para escapar de una vida que le parece insoportable. Ha perdido a su esposa e hijo (en la novela original, a un hermano, pero esto fue alterado para el filme por la propia autora), y hallándose solo, encuentra en el vampirismo una forma de renacimiento que le permite acceder a un mundo distinto, donde obtener nuevos conocimientos. Sin embargo, pronto se siente horrorizado por la necesidad de alimentarse de humanos; reniega de su propia naturaleza e intenta sobrevivir bebiendo la sangre de pollos, ratas y cuanto animal se cruce en su camino. Esto frustra sobremanera a Lestat, quien -fascinado su belleza- buscaba hacerle su igual y compañero.


“He venido en respuesta a tus plegarias. La vida ya no tiene sentido, ¿verdad? El vino no tiene sabor. La comida te produce nauseas. Parece que nada tiene razón de ser, ¿verdad? ¿Y si yo pudiera devolverte todo? Calmarte el sufrimiento y darte otra vida. Una que no puedes ni imaginar. Y sería, para siempre. Y ni la enfermedad, ni la muerte podrían volver a tocarte. No temas. Voy a darte la ocasión de elegir que yo, no tuve.” - Lestat de Lincourt


Ambos personajes se convierten en una suerte de enemigos íntimos, que no pueden vivir el uno sin el otro pero a la vez de repelen; se aman y se detestan al mismo tiempo. Todo ello se intensifica aún más con la llegada de Claudia (Kirsten Dunst), una niña vampiro que, de algún modo es “hija de los dos” (asesinada por Louis en un arranque de ansiedad y “resucitada” a la “no-muerte” por Lestat). Ella, en un primer momento, afianza el vínculo. Profesa un profundo amor por Louis, pero también se identifica y divierte con Lestat. Pero luego, sus cuestionamientos personales acaban por desencadenar un odio hacia Lestat, que resulta tan profundo como su pasión por Louis.


Para esto, las actuaciones son precisas. Tom Cruise calza perfectamente con el carácter histriónico de Lestat, con su refinamiento y su sarcasmo. La escena en que Lestat baila con el cadáver de la madre de Claudia es memorable, por su humor excesivamente sórdido. Brad Pitt, por su parte, sorprende en un papel que -a diferencia de sus papeles frecuentes-, dista mucho del rol de tipo duro; nos presenta a un personaje sensible hasta el punto de la fragilidad. Kirsten Dunst, en ese entonces con 12 años, interpreta con excelencia a una mujer apasionada y de carácter, atrapada en el cuerpo de una niña. Cabe mencionar también la presencia de Antonio Banderas en el papel de Armand -líder del Teatro de Vampiros-, Stephen Rea como el bufón Santiago, y Christian Slater, como Daniel Malloy, entrevistador que registra la historia de Louis.


Sólo me queda decir que la película estuvo nominada a los Oscars en las categorías de Dirección Artística (diseño visual) y Banda Sonora, incluyendo esta última el emblemático tema Simpathy  for the Devil (en la versión de Guns N’ Roses), como cierre. Este tema nos devuelve a la época actual y sirve de apertura al carácter que tendría la secuela de esta película. Lamentablemente, su continuación -La Reina de los Condenados- fue realizada “a la de dios” por Warner Brothers, que quería lanzar la secuela antes de que expiren sus derechos sobre la saga de Rice. En esta ocasión la autora no estuvo implicada en el guión, se cambió de director (a Michael Rymer) y no se pudo contar con ninguno de los actores del reparto original. En mi opinión, el resultado fue lamentable, pero ése es tema para un próximo post. 



Ficha técnica: 

Dirección: Neil Jordan
Producción: David Geffen, Stephen Woolley
Guión: Anne Rice
Música: Elliot Goldenthal
Fotografía: Philippe Rousselot
Reparto: Tom Cruise, Brad Pitt, Antonio Banderas, Kirsten Dunst, Stephen Rea, Christian Slater
País: Estados Unidos
Año: 1994
Género: Drama, Horror
Distribución: Warner Bross







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