El Lado Oscuro del Corazón es una de esas películas que provoca
ver cada cierto tiempo, sobre todo cuando te sientes inspirado o de ánimos
melancólicos. Para ver tirado en tu cama, con las sábanas deshechas y una taza
de café amargo al costado. Es un filme para el desgarro -a decir verdad-, pero
para un desgarro penetrante y bien sentido. Es un filme para sentir poesía.
Y es que El Lado Oscuro del Corazón, de Eliseo
Subiela, es poesía pura por donde se le mire. No sólo los diálogos son un tejido de versos de Benedetti, Juan Gelman y
Oliverio Girondo, sino que toda la puesta en escena fluye tal cual, construyendo
un universo de metáforas visuales. Oliverio
Fernández (Darío Grandinetti), es un escritor que conversa con la muerte -que tiene
cuerpo y rostro de mujer-, que le coquetea y la reta constantemente. Se
burla de ella. Ella le saca en cara que él no deje de ser un adolescente, que
debería encontrarse un trabajo estable y renunciar a sueños imposibles de
mujeres voladoras. Oliverio busca una
mujer que sepa volar.
De hecho, la película arranca con un diálogo entrañable, que
clava estocada fija en aquellos que andamos siempre en la búsqueda de “algo más”,
que nos rompa los esquemas y nos seduzca con el intelecto, con el espíritu.
"¡Pero eso sí! -y en esto soy
irreductible-: No les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no
saben volar, pierden el tiempo conmigo…"
Este fragmento, que pertenece al poema Espantapájaros, de Oliverio Girondo, es el que podríamos
decir que representa mejor al protagonista, un tipo ansioso de escapar de la “normalidad
dormida”; ésa en la que observa atrapado a todo el que le rodea, exceptuando a un
par de locos como él…
Y como dicen que el que busca encuentra, Oliverio se
encuentra a “la que vuela”. Pero su fortuna coincide con su tragedia, pues esta
mujer voladora trabaja en un cabaret. Se dedica al oficio más antiguo de la
historia. Se llama Ana, perdió a su
esposo por culpa de los milicos, tiene una hija en un internado de monjas en
Buenos Aires; ejerce de prostituta en Montevideo para poder mantenerla. Ya se
ha acostumbrado a esa vida; no piensa en dejarla, aunque ame a Oliverio.
OLIVERIO: Te quiero.
ANA: Yo también. Pero puedo quererte sin tenerte. Hemos volado
juntos... ¿Qué más hace falta?
Y este diálogo aborda otro de los temas importantes del
filme: el de la posesión. “¿Cómo amar sin poseer?”, se pregunta Oliverio. “Amar
es un pretexto, para adueñarse del otro, para volverle tu esclavo, para
transformar su vida en tu vida. ¿Cómo amar sin pedir nada a cambio, sin
necesitar nada a cambio?” y concluye: “Es muy difícil, el amor”. Sin embargo, luego de probar el cielo y el infierno, nos
queda la sensación de que siempre es mejor sentir que no sentir. Que sentir, para
bien o para mal, es estar vivo, y que siempre hay esperanza de algo más, si es
que uno es capaz de sentir.
"¿Qué pasó? ¿Te llevó a volar y te dejó caer desde lo alto?"
Uno siente con Oliverio, se convierte en Oliverio y
experimenta toda esa montaña rusa de emociones y sensaciones intensas mediante
él. La película es mucho más que una mirada a Buenos Aires, o a los
infortunios del mundo artístico; es un viaje al interior del ser humano en su
máxima sensibilidad. Un largo paseo por
las frías calles de la soledad, y un descenso a la profundidad cálida del amor.
Definitivamente, uno de esos filmes que tocan hondo y que
nadie debería dejar de ver.
Dirección:
Eliseo Subiela
Producción:
Suzanne Dussault, Roger Frappier, Susana Serebrenik, Fernando
Sokolowicz
Guión: Eliseo Subiela
Poemas: Mario Benedetti, Juan Gelman, Oliverio
Girondo
Música: Mário Clavel, Osvaldo Montes, Chico
Novarro, Fito Páez
Fotografía:
Hugo Colace
Reparto:
Darío Grandinetti, Sandra Ballesteros,
Nacha Guevara, Mario
Benedetti, André Mélançon, Jean Pierre Reguerraz, Mónica Galán, Inés Vernego
Países: Argentina, Canadá
Año: 1992
Género:
Cine-arte, drama, surrealista
Duración: 127 minutos
Idioma(s): Español, Alemán
**VÉLA TÚ MISMO**
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Imperdible. Ojalá hombres y mujeres arriesgarán por amor aunque caigan y buscarán menos poseer que ese es el baile con la muerte
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