martes, 13 de enero de 2015

“Lucy”: De la falacia surge el filme


Por: Alexiel Vidam

Compré la película Lucy, sobre todo interesada por el autor: Luc Besson, directorazo a quien ya había gozado en El Profesional y Juana de Arco. La reseña del DVD más bien no era tan atractiva: “Lucy es una joven obligada a hacer de burrier para transportar una nueva y poderosa droga. Por accidente, uno de los paquetes se revienta en su estómago y, al estar en contacto con la sustancia, obtiene poderes psíquicos que la convierten en una asesina letal”.

Sin embargo, tratándose de un filme de Besson, tenía que arriesgarme a verlo. Intuía que, viniendo de él, Lucy no podía ser un policial cualquiera… y tenía razón.


Desde el primer momento, la película impacta, tanto por su velocidad como por clima alucinógeno. Nos hallamos en un país extraño, con una lengua rara y una estética chillona. Los colores estridentes están por todos lados. De pronto nosotros -espectadores- tenemos la sensación de que la bolsa de CPH4 se hubiese roto en nuestro propio interior. Vemos mediante los ojos de Lucy. Experimentamos su angustia, en un primer momento; cuando es amenazada, torturada y secuestrada por los gánsteres coreanos. Luego nos sentimos poderosos. Tenemos la capacidad mental para controlarlo todo, hasta los objetos o a las personas que nos rodean. Nos convertimos en una suerte de "dios", inalcanzable e indestructible, al mismo tiempo que nos vamos desligando de toda emoción humana.

Según este filme, los seres humanos sólo manejamos el 10% de nuestro cerebro. Al estar en contacto con la CPH4 (sustancia química que permite al feto desarrollar todos los huesos y músculos), Lucy logra acceder al 100% de su capacidad cerebral, consiguiendo un dominio total sobre el espacio y el tiempo. Ella logra inclusive viajar a otras  épocas y encontrarse con el primer ser humano primitivo.


Ahora, esta premisa tan interesante, sería, irónicamente, el punto flaco de la película, el que le restaría verosimilitud. ¿A qué me refiero? Pues a que ya está comprobado por la neurología actual que la teoría que plantea el filme es falsa. No usamos solamente el 10% del cerebro, sino el cerebro en su totalidad, sólo que utilizamos distintas zonas, de manera independiente, en diferentes momentos. Este mito -atribuido a una mala cita de Albert Einstein-, no obstante, está bastante extendido, y al parecer llegó a estafar a un entusiasmado Luc Besson, quien alucinó con las capacidades que podríamos desarrollar de tener acceso al 90% de cerebro que, supuestamente, no utilizamos. Para el ojo conocedor, haber patinado con una falacia como ésta le resta mucho peso al argumento, y por lo tanto, buena cantidad de puntos al filme en su totalidad.


Yo opino que  definitivamente fue un “fail” del director no haber investigado lo suficiente (tal vez si planteaba la teoría de un modo un tanto distinto, atribuyendo quizás el desarrollo de los poderes, a una mayor explotación de las mismas neuronas o a una mejor conexión entre ellas, la cosa hubiese funcionado mejor). A pesar de ello, me parece que si dejamos este punto de lado, el producto artístico funciona como tal. La trama está desarrollada de tal manera que nos mantiene angustiados (y atentos), a la vez que atrapa con su atmósfera violenta y deshumanizante. Esta última, está determinada por los recursos del decorado, un interesante uso del  montaje (lleno de metáforas visuales), y el muy bien elegido soundtrack. Destaca su interesante combinación entre música clásica y electrónica, que, aunque de naturalezas opuestas, sincronizan a la perfección en este filme plagado de emociones agudas. 



Ficha técnica: 

Director: Luc Besson
Productor: Virginie Silla
Guión: Luc Besson
Fotografía: Thierry Arbogast
Música: Éric Serra
Montaje: Luc Besson
Reparto: Scarlett Johansson, Morgan Freeman, Amr Waked, Choi Min-Sik
País: Francia
Género: Acción, Ciencia Ficción
Idiomas: Inglés, Coreano, Francés, Chino
Año: 2014
Duración: 89 minutos




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