domingo, 6 de abril de 2014

Desamor Independiente



Por: Susana Anavitarte


Según muchas encuestas de hoy en día, existen varios factores de riesgo en las relaciones de pareja que provocan la ruptura de éstas; 30% se le atribuye a los problemas económicos y el que una de las dos partes no tenga empleo, 60% va para las infidelidades, 65% le corresponde a la violencia en casa y, para mi sorpresa, un 80%... se lo lleva la rutina. Muchos podrán creer que es una tontería (adúlteros no canten victoria, igual siguen siendo los culpables), pero ¿qué pasa cuando el mismo tiempo es el que se encarga de apagar esa llama que se creía indomable? ¿Acaso el eterno cuento de hadas donde los amores de película permanecen juntos hasta la muerte es una patética broma?

Podría seguir escribiendo un análisis psicológico sobre todo lo que trae consigo la rutina, pero como no quiero que se duerman mirando la pantalla o que se depriman asaltando la refri, mejor vemos Blue Valentine (Triste San Valentín), la triste y realista historia de Cindy (Michelle Williams) y Dean (Ryan Gosling). Ella, una chica fuerte, liberal, con miedo a entregarlo todo debido a su violento entorno familiar, pero con ansias de ser alguien en la vida. Él, un joven alegre, despreocupado, con aspiraciones mediocres, que cree en el amor a primera vista… y lo encuentra en Cindy. Blue Valentine es un film que, mediante flashbacks que contrastan los tiempos reales de la historia, nos cuenta cómo es que esta joven pareja arruina el cliché de “vivieron felices para siempre”.

Dirigida por Derek Cianfrance, fue exhibida en el 2010 con muy poca publicidad en sólo 4 salas de cine. Sin embargo, obtuvo un 88% de crítica positiva, convirtiéndose en un boom taquillero. Algo que en particular me resultó confuso al verla fueron algunas tomas innecesarias que parecían tratar de dar un doble significado; por ejemplo, planos de manos, el cielo o las caras de los actores conversando pero que se apreciaban de espaldas o de costado. Siento que eso le restaba intimidad y preponderancia a la conversación en determinado momento de la trama y podía caer en aburrimiento.

La película empieza con una situación muy común: Megan, la perra labradora de la familia, se ha extraviado. Frankie (Faith Wladyka), la pequeña hija fruto de su relación, reclama por la pérdida de su mascota. Después de mucho buscarla, Cindy la encuentra tirada a un lado de la autopista, muerta. Esto no sólo nos permite ver que entre los esposos hay problemas de comunicación –automáticamente Dean le echa la culpa por haber dejado la reja abierta- sino que además es una perfecta alegoría de que el concepto de familia feliz ha empezado a desquebrajarse; el cuadro de papá, mamá, hijos, casa con jardín y un perro está a punto de extinguirse.

La fotografía es una parte crucial en el desenvolvimiento de la trama, pues nos permite ver los rostros de los personajes en los momentos destacados. El apasionado pasado, donde Cindy disfrutaba de su adolescencia y vivía el momento y el tormentoso presente, en el que se lamenta al ver que en estos 7 rutinarios años ella es quien mantiene el hogar de forma estable ejerciendo la medicina, mientras que su marido se conforma con poder tener un empleo de pintor de casas y estar junto a ella y a su hija.


El sexo es mostrado desde su lado más promiscuo –Cindy con su ex novio Bobby (Mikel Vogel), donde no nos queda claro si tenían un vínculo más serio o si era algo casual- hasta el lado más entrañable –con Dean besándola y mirándola a los ojos, deseándola con la pasión de un loco corazón enamorado-, ése que nos da esperanzas y nos hace creer que realmente la felicidad los ha encontrado.

La música tiene un significado bastante emotivo; la canción You always hurt the one you love, interpretada por Ryan Gosling, es un mensaje subliminal -si traducen el título sería “tú siempre lastimarás a quien amas” y parece anticipar lo que se viene-. Pero si ésa no hizo que sacaran los cleanex, You and me de Penny and the Quarters hará que te den ganas de abofetear a la Williams y abrazar a Gosling. No, nunca tan fans.

La parte más aclamada por muchos ha llegado. Sí, hablemos de las actuaciones. Particularmente siempre creí que para una actriz que se inició en la televisión –ya, todos vimos Dawson’s Creek y lloramos cuando Jen murió- sería difícil quitarle ese dramatismo exagerado al recitar los diálogos y mostrarla en su parte más pura. Michelle Williams no me ha sorprendido pero sí me convenció para este rol. Notamos su molestia, esa desolación y sentimiento de desilusión que es capaz incluso de matar a la emoción más bella y colorida como lo es el amor. Ella representa a la parte de la pareja que ya se cansó de luchar, que odia el conformismo y que solo quiere enfocarse en lo material o en los logros personales, como lo son un ascenso laboral y la mudanza a un lugar distinto y mejor. La Cindy joven por ratos no se diferencia mucho de la Cindy adulta; ambas muestran ese carácter plano e indiferente a todo lo que acontece.


Ryan Gosling, galán de comedias románticas y tele llorones cinematográficos, cantante y actor que promete bastante. No necesitó una gran transformación de personalidad dentro de la trama ya que eso nos permite ver la otra cara del amor: ése que llega de pronto, cuando las cosas siguen apestando mucho, que no quiere otra cosa en la vida más que compartirla con quien flechó su corazón; que es terco, testarudo, necio, infantil, alegre y que disfruta de la simpleza de la existencia y de sus circunstancias. Dean era un chiquillo tanto en su juventud como en la adultez. Quizás su desesperación al ver que su matrimonio ya no daba para más es lo que más nos inmuta; dicho sea de paso, alternando la escena de su casamiento con el de una de las tantas peleas, nos llena de una carga de hostigamiento emocional.


Cuando vi Blue Valentine por primera vez fue a través de la cadena televisiva I.Sat. Recuerdo el spot publicitario: “El tiempo mata todo, incluso a ese amor que se creía para siempre”. Esta obra de Cianfrance nos dice que a veces la misma modernidad líquida, en la que todo transcurre rápido y constantemente nos preocupamos en ser los primeros y mejores, es la que se encarga de borrar nuestro final perfecto. Nos quita la esperanza si sentimos como Cindy, que ya no desea a su marido y que le frustra y perturba ver que no ha conseguido nada más allá de ser madre e interna de un hospital; nos dice que hay muchos seres como Dean, amorosos, fuertes, enamoradizos, alocados, pero que como todo humano no son perfectos y no tienen más que ofrecernos. Guarden los chocolates, los anillos de compromiso e incineren todas las rosas; un triste San Valentín se puede aproximar.

1 comentario:

  1. Recién la puedo ver. Me gustó, aunque no me emocionó como sí lo hizo "El Diario de Noah". Sin embargo me captó mucho el sentido trágico, lo inevitable, y me dieron ganas (como lo menciona el post) de protestar ante la "volatilidad" del amor. Pero no se puede protestar ante esto porque no es ficción del guionista, sino una realidad cotidiana. ¡Gracias por el aporte! :)

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