Por: Alexiel Vidam
Este domingo por fin pude darme un salto para ver Loco
Cielo de Abril, película peruana dirigida por Sandro Ventura, cuyo cast de actores incluye a varios rostros
conocidos de la TV, como Fiorella
Rodríguez, Valeria Bringas y Adolfo Aguilar.
Para serles sincera, cuando observo caras populares de la
TV, desconfío un poco; no es personal, es sólo que le tengo poco aprecio a la
televisión. Sin embargo, me cuido siempre de emitir una sentencia antes de
observar la obra y hago un esfuerzo por desprenderme de todos mis prejuicios.
Además, vale decir que me agrada que se esté haciendo más cine y más variado en
nuestro país, y creo que la mejor manera de ayudarle a crecer, es mostrando
sus puntos a favor, y señalando de manera constructiva
aquellos que pueden mejorar.
¿Qué tal me pareció…? Apelando al lenguaje coloquial del
buen limeño, debo decir que la pasé “de P#=$)?*% madre”.
Loco Cielo de Abril, como todas las películas peruanas, podrá
todavía carecer del presupuesto de las grandes producciones de afuera, pero
cuenta con un guión bastante ingenioso capaz de arrancarnos carcajadas. Sus
personajes son sumamente frescos y están bien interpretados (lo cual refuerza
mi teoría de que nuestro problema no son los actores, sino el facilismo de la tele
nacional… pero ése es otro rollo).
Se percibe, además, el esfuerzo del director por implementar
las técnicas aprendidas de uno de sus maestros favoritos: Woody Allen. El diálogo en que la protagonista y el muchacho
descubren que sus casas están para lados opuestos… ¿Acaso no recuerda a Annie Hall? Y esos planos en los que el
personaje se acerca a la cámara y nos habla de tú a tú… Se nota la influencia,
pero no empalaga; por el contrario, pega; creo que remueve el filin de quienes
reconocemos la huella. Quizás lo único que no me convenció del todo fue el uso
exagerado de desenfoques… Según el director, esto representa la confusión y la
búsqueda de un personaje específico de enfocarse. Sin embargo, creo que por
ratos se cayó un poco en el exceso.
Ahora… ¿De qué va esto? Pues de la vida. De aprender a
sentir la vida.
Abril (Fiorella Rodríguez) es una mujer que
todo el tiempo ha tenido que aguantar. Aguantar a un marido inseguro e infiel, la traición de una
hermana, la dependencia… Es alguien que se la ha pasado viviendo para los otros
y nunca escuchándose a sí misma… Hasta que descubre algo que le cambia de rumbo
en 180°, de un modo repentino; una revelación tan fatal como liberadora.
A partir de entonces todo cambia. Ella adopta una actitud
distinta: “Hago lo que me da la gana”. Y en ese preciso momento, conoce a Bruno (Ariel Levy), un joven chileno con varios problemas personales.
En un país extranjero, con un trabajo que no le llena y
tratando de actuar siempre con madurez, Bruno se siente tan presionado, que la
actitud de Abril le deslumbra. Digamos que esta relación –si ignoramos el fondo
dramático del asunto- recuerda un poco a la de Ben Stiller y Jennifer Aniston
en Mi Novia Polly, aunque las
persecuciones que se mandan el uno al otro (o, mejor dicho, Bruno a Abril,
acosándola todo el tiempo) traen a la mente también alguna secuencia de Silver Linings Playbook (El Lado Bueno de las Cosas… con Jennifer
Lawrence y Bradley Cooper).
Bruno quiere aprender de Abril. Quiere aprender a complicarse menos la vida y apreciar cada instante. Pero no conoce los verdaderos motivos de ella. La única persona que parece comprender a Abril a fondo, es la alocada Viviana (Ximena Díaz); esa mujer que nos rompe los esquemas por el contraste que la caracteriza: es la mejor amiga que todos queremos tener, pero a la vez la pareja irresponsable que nadie quisiera tener. Debo decir que este personaje me pareció especialmente divertido; le añade esa descarga de humor hilarante a la historia.
Por otra parte, están Carlita
(Valeria Bringas) y su hermano, Omar (Rodrigo Sánchez Patiño). Ella, la novia perfecta: encantadora,
bonita, inteligente y con buen carácter. El hermano es un caso: un matón con el
ego más grande que la Torre Eiffel, pero a la vez con un sentimiento de culpa
que llega a sugerir alguna segunda intención. Los diálogos entre él y el coprotagonista
precisamente causan gracia por su sugestión. A ratos ya no sabemos si trata de
interceder por la hermana o si habla por sí mismo. En todo caso... es
interesante cómo el filme nos deja esa pregunta en el aire.
Para concluir, quisiera decir que la música me gustó
bastante. Big Bang Films sabe elegir
las canciones de acuerdo a la temática y a la atmósfera que quiere transmitir. El
tema Depresión,
de Mon Laferte es preciso en esa
cómica secuencia de Carlita borracha en el karaoke. Creo que es una escena con
la que todos nos identificamos… ¿Quién no ha cantado (chillado) ebrio y
despechado y hecho sangrar oídos…? Quien diga que no, que lance la primera
piedra.
En fin… creo que se van a divertir bastante con esta pela.
Recuerden que el buen cine no se basa tanto en los efectos; éste es un recurso
que caracteriza más que nada a Hollywood y que debe ser tomado como ingrediente, mas no
como paquete. Una buena obra se justifica, sobre todo, en una historia
atractiva, que engancha y que conecta con nosotros… que logra que nos sintamos
un poco en ella.
Fin.
Creo que no tienes argumentos suficiemtes para poder defender está película que más allá de un guión flojo indigna ver sus fallas técnicas que han podido ser perfectamente resueltas aun con un bajo presupuesto. La única referencia que das de Annie Hall parece extrafalaria. W.Allen te comunica más allá de lo que tu puedes ver. Te puedo aconsejar otras películas peruanas buenas de bajo presupuesto que si vale la pena disfrutar. Saludos.
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