Por: Sergio Lescano
Cualquiera que busque ejemplos de cine gótico contemporáneo, debe atravesar la entreverada maleza que
constituye la filmografía de Tim Burton;
una filmografía surtida de personajes excéntricos (generalmente pálidos),
hechizos y maldiciones que atraviesan generaciones, y algunos de los más
fantásticos –y oscuros- momentos capturados en pantalla. La leyenda del jinete sin cabeza,
lejos de ser el mejor trabajo de Burton, posee
una característica crucial que se evidencia desde los primeros segundos de
la película y permanece latente durante el resto de la misma: madurez. Desde que oímos la banda sonora compuesta por Danny Elfman, colaborador usual de Burton, y los
créditos –letras apropiadamente fantasmagóricas- van desplegándose frente a
nosotros, podemos constatar que lo que estamos a punto de ver es una obra sumamente personal, y que cada
detalle ha sido trabajado minuciosamente; desde el vestuario, hasta la
nivelación del registro actoral.
Si este filme fuese
la tesis de Burton, la secuencia inicial de varios minutos (hasta que terminan
los créditos), sería su carta de presentación. ¡Y vaya carta! Los eventos de la película se desarrollan
en el año 1799, en el pueblo ficticio de Sleepy Hollow: una especie de
suburbio ubicado en las afueras de Nueva York, poblado en su mayoría por
agricultores, aislado en todo sentido de la ciudad y rodeado de bosques
tenebrosos y malditos. Para la secuencia inicial, Burton, de entrada, le saca el
jugo al fantástico trabajo fotográfico
de Emmanuel Lubezki, y al inspirado
trabajo de dirección de arte de Rick Heinrichs y Peter Young –los tres nominados a los premios
Oscar por esta película-. Los encuadres que presenta Burton mientras van
sucediéndose los créditos, parecen sacados de nuestras peores pesadillas. Los
bosques son lúgubres, las casas tenebrosas, y la atmósfera en general es
absolutamente tétrica. El filme emplea una muy atinada y visualmente impactante
tonalidad opaca, lánguida, donde prima el color plomo. La secuencia inicial
(hasta que terminan los créditos) está tan bien lograda, de hecho, que no me
cabe duda será exhibida y estudiada continuamente como una verdadera clase maestra en la creación de atmósferas. Pero hay
mucho más en esta película que su secuencia inicial.
La historia va sobre
Ichabod Crane (Johnny Depp), un temeroso pero sagaz policía de Nueva York,
firme creyente en el poder de la razón, y conocido como el excéntrico de su
recinto por emplear técnicas de investigación novedosas que en ese entonces no
eran comunes, tales como las huellas dactilares y las autopsias. Tras exacerbar
una vez más al juez de su recinto (excelente Christopher Lee) acerca del uso
innecesario de métodos de tortura, Crane
es prácticamente exiliado a Sleepy Hollow, para descubrir al responsable de
tres asesinatos con una característica muy particular en común: las tres víctimas
fueron decapitadas y sus cabezas desaparecieron tras el ataque. Después de
instalarse en la casa del líder del pueblo, Baltus Van Tassel (un muy divertido
Michael Gambon), Crane se dispone a dar con el asesino. Por supuesto, pasa por alto las advertencias de los
pueblerinos, quienes aseguran que el asesino no es otro que el fantasma de “el
jinete sin cabeza”, un despiadado mercenario –con largo rastro de sangre en
su haber-, quien veinte años antes habría sido capturado y decapitado. Contra
todo pronóstico, Crane se verá obligado
a cuestionar sus creencias conforme se adentra en el caso, descubriendo que
la maldad es tan real y comprobable como los implementos de estudio científico
que él diseña.
Durante el resto de la historia, Burton nos hace partícipes de la investigación de Crane, la cual toma
giros inesperados a cada momento, dejando al espectador en ascuas. El
clímax es tan sorprendente como lógico. El autor hila los sucesos de forma
magistral, recopilando las pistas dejadas a lo largo de la película, y logrando
satisfacer, así, nuestra inquietante curiosidad.
En resumidas cuentas, La leyenda del jinete sin cabeza nos
muestra a un Burton seguro, en la cúspide de sus talentos, y nos deja el sabor
de haber visto una joya cinematográfica, cuyo brillo tiende a opacarse sólo
por otras de sus más brillantes películas.
La fina línea entre el humor y el drama está muy bien tratada, la historia es
entretenida y la conclusión satisfactoria. Sin embargo, tuviera que elegir
un sólo aspecto –el más cautivante de todos-, sin duda hablaría de la concordancia entre la dirección, el diseño
de producción y la fotografía; tres aspectos de la película que considero,
sin ánimos de exagerar, exquisitos.
Ficha técnica
Dirección: Tim Burton
Producción: Scott Rudin, Adam Schroeder
Idea original: Washington Irving
(historia original)
Guión: Kevin Yagher, Andrew Kevin Walker (adaptación)
Música: Danny Elfman
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Montaje: Chris Lebenzon, Joel Negron
Reparto: Johnny Depp, Christina Ricci, Michael Gambon, Christopher
Lee, Christopher Walken
Países: Estados Unidos, Alemania
Año: 1999
Género: Terror, fantasía, aventura
Idioma: Inglés
Duración: 105 minutos
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