Los años de
opulencia han llegado a su fin….
Por: Alexiel
Vidam
Jule (Julia Jentsch) es camarera en un restaurante
para ricos. Vive en un departamento que a duras penas consigue mantener. La
mayor parte de su dinero, va a pagar una deuda de cien mil euros que tiene con
un ricachón al que, casualmente, le chocó el Mercedes. Incapaz de seguir
pagando el apartamento, debe mudarse momentáneamente con su novio Peter (Stipe
Erceg), quien a su vez convive con su amigo Jan (Daniel Brühl). Jule piensa que
Peter y Jan trabajan por las noches pegando carteles. No imagina que se
infiltran en las casas de los millonarios para ocasionar desorden y hacerles
saber que sus días de opulencia pronto terminarán.
De izquierda a derecha: Jan (Daniel Brühl), Jule (Julia Jetsch), y Peter (Stipe Erceg). |
¿De qué va esto?
Peter y Jan, son Los
EduKadores, dos jóvenes rebeldes al sistema capitalista, que vigilan
las casas de los ricos por las noches, investigan sus sistemas de seguridad, y
las salidas de sus dueños. Se cubren el rostro e ingresan en ellas cuando no
hay nadie. No roban nada, pero dejan todo hecho un caos, y una nota con
alguna frase del tipo “sus días de opulencia pronto terminarán” o “tienen
demasiado dinero”, y firman con su pseudónimo. Su objetivo es causar terror
psicológico en quienes acumulan egoístamente en lugar de ayudar a otros.
Jule, la novia de Peter, vive día a día la explotación y el estrés de
las deudas. Casi todo el dinero que gana trabajando como camarera, se destina a
pagarle el Mercedes a un ricachón con quien chocó accidentalmente. Por si fuera
poco, el dueño de su apartamento la echa por su retraso en las rentas.
Quedando sin domicilio, Jule se muda a
vivir con Peter. Ambos habían planeado visitar Barcelona (todo por cuenta de
Peter), pero Jule debe quedarse a desalojar el departamento, y Peter termina
viajando solo (por insistencia de ella). Jan, el amigo de Peter, la ayuda a
hacer la mudanza, la apoya cuando pierde el trabajo, la acompaña a cenar, y
ambos empiezan a tener largas e interesantes conversaciones acerca de las
injusticias del sistema. Es entonces cuando Jan le rebela a Jule que él y Peter
son Los EduKadores (hasta el momento, ella pensaba que trabajaban pegando
carteles por las noches).
Impresionada por la noticia, Jule le pide a
Jan entrar juntos en la casa de Hardenberg
(Burghart Klaußner), el sujeto con
el que se encuentra endeudada. Jan inicialmente se niega, pero termina cediendo
a las insistencias de Jule. Disfrazados como Los EduKadores, ingresan en la
casa (luego de anular las alarmas), y hacen la labor de siempre (bueno, esta
vez se afanaron un poquito más de la cuenta, por tratarse de un caso personal).
Luego huyen rápidamente, y todo parece haber salido a la perfección. Repito:
PARECE.
A la mañana siguiente, Peter llega de
Barcelona. Jule llama a Jan aparte y le dice que ha olvidado su celular en la
casa del ricachón. Tienen que regresar, y esta vez la suerte los agarra
salados. Hadenberg vuelve antes de lo planeado, y los encuentra con las manos
en la masa. Jan consigue knockearlo momentáneamente, pero al no encontrar
solución inmediata, no les queda otra que llamar a Peter para que les eche una
mano.
Reunidos los tres, y en un momento de descuido, Hardenberg marca a la policía, por lo cual los tres EduKadores terminan huyendo despavoridos y secuestrando a Hardenberg para que no abra la bocota.
Ahora están en un verdadero lío… Han
secuestrado a un pez gordo y no saben qué hacer con él. Además, para echarle un
poquito más de picante al asunto, se arma un tremendo conflicto sentimental,
pues en medio de todo el rollo, Jule se ha enamorado de los dos chicos.
Una joyita del soundtrack: "Hallelujah", interpretado por Jeff Buckley
De derechas, izquierdas, singularidades y clichés
Los EduKadores (en alemán Die fetten Jahre sind vorbei
–“Los años de abundancia han pasado”-) es uno de esos filmes que he visto como
cinco veces. No me parece lo que se diría “UN PELICULÓN”, pero es una película
que atrapa por su espíritu juvenil y rebelde, que critica al sistema y a la
sociedad de una manera bastante original. No nos presenta a un grupo
violentista, ni peca de convertir a sus protagonistas en criminales comunes.
Los EduKadores no pretenden ser Robin Hood ni el Che Guevara. Ellos no colocan
bombas ni roban a los ricos para dar a los pobres. Su modo de hacer las cosas
es más sofisticado y original. Los EduKadores trabajan con el miedo, pero
también, con la reflexión. Ellos quieren que sus “víctimas” tiemblen al saber
que alguien los observa, pero también quieren que sean conscientes de que, a
pesar de que conocen perfectamente cada rincón de su casa, han sido incapaces de
llevarse alguna de sus cosas o de agredir a quienes la habitan. Éste es, para
mí, el punto más rico del filme.
En cuanto a la
estética, podemos destacar el afán del director por transmitir realismo. No es
una película de marcados efectos especiales ni juegos de tiempo. La historia se
narra de manera lineal (salvo por los diálogos que sí mencionan eventos
pasados, como el choque del auto de Jule con el Mercedes de Hardenberg), y sin
embargo, el ritmo es bastante ágil. Se puede apreciar por ahí algún corte
brusco entre toma y toma, como si, en lugar de tratarse de una filmación, se tratase
de una grabación casera captando la cotidianidad. Estos cortes, no casualmente,
se reducen en aquellas escenas en que ocurren sucesos excepcionales, como la
actuación de Los EduKadores, el secuestro, y las consecuencias del mismo. La
música entra de manera muy disimulada, y sólo para enfatizar la intensidad o el
dramatismo de ciertas escenas (cabe destacar el tema “Hallelujah”, interpretado
por Jeff Buckley, una joyita de la banda sonora); en otros casos, la música de
fondo coincide convenientemente con la que están escuchando los protagonistas
en la radio. Las actuaciones, por su parte, son bastante naturales; uno tiene
la impresión de que, fuera de su rol revolucionario, bien podríamos
encontrarnos con cualquiera de los EduKadores por la calle.
Lo que sí quisiera
criticarle al filme, es la aparición de ciertos clichés demasiado marcados que
le quitan verosimilitud al relato, como los diálogos recargados de romanticismo
e idealismo, hasta el extremo de caer en lo cursi. Esto va de la mano con una
idealización de los valores de la izquierda, y una satanización del estilo de
vida de la derecha. Los de la izquierda son los “buenos”, los solidarios, los
sensibles, los soñadores, los justos… los de la derecha son los “malos”, los egoístas, los
abusivos, los explotadores, los despilfarradores, y, sobre todo, los hipócritas;
los que de jóvenes creyeron fervientemente en un ideal, y de viejos se
vendieron al sistema. Ésta no es una crítica a la postura del filme; el autor
puede darle a la historia el punto de vista que quiera, y reflejar sus ideas
políticas como prefiera; la crítica va por el lado de que la representación en
escena, sumada a los diálogos, llega a parecer tan exagerada o parcial (sólo se
muestra un lado de cada postura política), que pierde credibilidad.
Ficha técnica:
Título
original: Die
fetten Jahre sind vorbei (Los años de abundancia han pasado)
Título
traducido: The
EduKators/Los EduKadores
Dirección: Hans Weingartner
Guión: Katharina Held, Hans Weingartner
Música: Andreas Wodraschke
Protagonistas: Daniel Brühl, Julia Jentsch, Stipe Erceg
País: Alemania-Austria
Año: 2004
Duración: 127 min.
Un regalito especial de Cinematosis: The EduKators, la película completa.
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