miércoles, 23 de enero de 2013

Maretazo


Por: Jennifer Burga

El agua vuelve a dominar la escena. Lo Imposible nos traslada a Tailandia, durante la Navidad. María (Naomi Watts), Henry (Ewan McGregor) y sus tres hijos, intentan pasar unas maravillosas vacaciones. Una mañana, mientras se encuentran en la piscina, un terrible rugido emerge del centro de la tierra, un terremoto atroz provoca el tsunami más terrible que jamás hemos conocido. María se queda paralizada por el miedo al ver cómo un inmenso muro de agua avanza por los jardines del hotel hacia ella. A medida que el agua la va alejando, la mente de María, en rápida sucesión de recuerdos y sentimientos, lucha contra eso tan terrible que le impide estar con su familia, convirtiéndola en una desolada superviviente.

Que yo haya subrayado que el agua está presente, no quiere que decir que se repita lo ya visto en otras películas sobre el tsunami. Al contrario. Este filme de Juan Antonio Bayona, transmite algo completamente nuevo; la novedad nace de su nueva forma de narrar y carácter más atemperado: imágenes impactantes, pasión explícita y emocionante, alta tensión narrativa. Bayona maneja la realidad, la aniquilación, el caos, o lo más terrible: la muerte. La atracción de los sucesos hace que se perciban muy a flor de piel; el desgarro se siente a lo largo del filme, los sentimientos fluyen como lava fundida. Bayona utiliza todos sus elementos de manera espectacular para contar lo que ya se conocía pero que, presentado así, duele mucho más. La interacción entre la naturaleza y el hombre, la ferocidad contra la fragilidad, la soledad y la desesperación por librarse de ella, el amor desesperado y la búsqueda de la vida arrebatada, son algunas de las claves temáticas y emocionales con las que juega el director español para trasladar al espectador el universo dramático que es Lo Imposible.

Lo imposible es una película cuidada al milímetro, sin elementos al azar. La fotografía de Óscar Faura, inmejorable, y la música de Fernando Velázquez es maravillosa y aplicada a las imágenes de forma porfiada, una proeza, pues resalta los momentos más intensos y dramáticos de manera casi dolorosa, levantando una exaltación palpitante y violenta desde los sentimientos.

La película comienza volando alto y planea alto hasta el final, ayudan al conjunto las creíbles interpretaciones de un grupo de actores que hace fácil lo dificultoso, protagonistas bien seleccionados, y los secundarios, al mismo nivel, aportando actuaciones intensas. Sobre todos ellos, resalta la actuación de Naomi Watts como María, quien demuestra tener un increíble magnetismo y una presencia que llena la pantalla, empapándote de sensaciones en todo momento; hay escenas en que con una mirada te pone el corazón en un puño. Tom Holland se mete en la piel de Lucas, el hijo de María, y destila delicadeza, dureza, dolor, compasión, a la vez que una ternura enorme, se ajusta de lleno en el papel dispuesto a hacer todo lo imposible para conseguirlo.


 En Lo Imposible, la percepción no es otra que la de haber asistido a un documental brutal de sentimientos desmedidos. Superación, lucha, esperanza. Lo Imposible traduce con solvencia la historia real de una familia con suerte.


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