martes, 29 de enero de 2013

La cara oculta de la Naranja



Por: Alexiel Vidam

Pasado mañana, se reestrena oficialmente La Naranja Mecánica (A Clockwork Orange) en las salas de los multicines UVK. Colgándonos de este regreso de Alex y sus “drugos” a la pantalla grande, les presentamos una serie de datitos curiosos que quizás no conocían sobre el filme, y sobre la novela homónima en que se encuentra basado.

La jerrrrga del futurro

Así como tú destruyes el español con tus cuchomil jergas “barruntas”, Alex, el protagonista de La Naranja Mecánica, y su banda de malandros, destrozaban el distinguido y elegante inglés británico mediante la jerga “Nadsat” (al menos la de ellos tenía nombre, o sea que igual es más “cool” que la tuya), que no es otra cosa que una mezcla entre ruso e inglés británico con un acentito Cockney, particular de los londinenses. Si se les da por la novela original (altamente recomendable), verán que estas palabras son más frecuentes que en la película, por lo cual deberán recurrir al glosario de las últimas páginas para entender qué rayos están leyendo. Aquí, algunas palabritas recogidas del filme y su significado según el diccionario nadsat: “gulivera” (cabeza), “devotchka” (mujer),  “drugo” (amigo), “moloko” (leche), “málchico” (chico). Además, el bar que frecuenta el protagonista se llama “Korova”, que proviene del ruso y significa “vaca”.


El tirano Kubrick

Kubrick es conocido por pisotear el ego (y me atrevería a decir, la autoestima) de sus actores... y sino, que lo diga Malcom McDowell (actor de Alex DeLarge), quien tuvo que soportar la presencia de Basil (la serpiente mascota del protagonista) desde que el director descubriese su fobia hacia los reptiles. Por si fuera poco sufrió un daño en la córnea mientras grababa las escenas del Tratamiento Ludovico (de hecho, el doctor que se mantiene al lado de Alex durante esa escena, es un doctor real que se aseguraba de que los ojos de McDowell no se secaran demasiado); eso sin contar con que tuvo que repetir 74 veces la escena final del filme (la más grabada de todo el guión). Según palabras del propio McDowell, “la calidad humana de Kubrick no está a la altura de su talento; se comportaba con los actores como el más terrible de los tiranos”.


Infiltrados

Roman Polanski en La Naranja Mecánica
Hay directores que son recooooooooontra poseros. Les encanta aparecer en sus propias películas aunque sea de árbol. Entre ellos tenemos a Alfred Hitchcock, Quentin Tarantino… y ni qué decir de Woody Allen. A Kubrick no le gustba figuretear tanto como a los dos últimos, pero una que otra aparición “caleta” al estilo de su colega Hitchcock, no le caía mal; y es que en la escena de Alex en la tienda de discos, el hombre que está ahí parado leyendo la prensa, es, ni más ni menos, que el mismo Kubrick. Y como a Kubrick le gustaba hacerle la “patería” a sus “amiwis” directores, coló también a su compinche Roman Polanski, nomás que en un rol menos bacán para que no le robe cámara (Polanski es el hombre que está siendo apaleado en la primera imagen del Tratamiento Ludovico).


El hombre naranja

No, no estamos hablando de la Antorcha Humana ni de tu amigo vegetariano con vitaminosis, sino del verdadero significado de “La Naranja Mecánica”. Seguro mil veces se habrán preguntado por qué “La Naranja Mecánica”. Resulta, que se trata de una mala interpretación. El título en inglés es “A Clockwork Orange”, y “orange”, en inglés, significa “naranja”, pero en verdad, el origen del título proviene de la palabra malaya “ourang”, cuyo significado es “persona”. Anthony Burgess (autor del libro) utilizó el término para realizar un juego de palabras y darle un título a su obra, cuyo verdadero significado es “El Hombre Mecánico” (es decir, Alex después del Tratamiento Ludovico).


Cantando bajo la lluvia

Cuenta la leyenda, que la canción Singing in the Rain no era parte del guión original (como podrán imaginar, esta canción tampoco aparece en la novela), sino que Mr. Kubrick se acercó a Mr. McDowell (Alex) durante la filmación y le dijo: “Mientras lo golpeas, canta algo, lo que más te guste, lo que sea”, y éste empezó a cantó Singing in the Rain porque era la única canción que se sabía de memoria. La cancioncita le salió cara al director, pues tuvo que comprar los derechos de Singing in the Rain por $ 10000 después de terminar la escena.


Libro VS. Película

Según el prólogo escrito por Anthony Burgess, existen dos versiones de su novela: la inglesa, vale decir, la que él concibió en un primer momento, y la norteamericana, a la cual se recortó el último capítulo por decisión del editor. La versión original presenta un último episodio en el cual un Alex ya maduro y agotado de la “ultraviolencia”, decide cambiar, por convicción propia. A Kubrick, al parecer no le gustó este final, y decidió quedarse con la versión americana en la cual Alex sigue siendo un desgraciado natural y orgulloso de serlo. Asimismo, como parte de la estética, el cineasta añadió una serie de detalles fálicos que no eran parte de la novela (por ejemplo, en la escena en que Alex se enfrenta a la mujer de los gatos, la escultura original era un busto de Beethoven, mientras que en la película se trata de un falo gigantesco); esto quizás, en alusión a Freud, quien hablaba del instinto sexual como una enorme fuerza impulsiva.


I am your father…
Darth Vader... sin su armadura.

¿Recuerdan al fornido guardaespaldas de Mr. Alexander?... Ah, sí, Mr. Alexander es el escritor al que Alex y sus drugos torturan casi al inicio de la película (en el filme nunca se dijo su nombre). Este fisicoculturista y experto en lucha libre, no es otro que David Prowse, el archi conocido Darth Vader de la primera trilogía de Star Wars. Sí, él es el hombre bajo la atemorizante armadura negra, como también el monstruo Frankenstein de la película Frankenstein and the Monster from Hell (el clásico de Terrence Fisher). A pesar de su destacable musculatura, el actor cayó rendido ante el sadismo de Kubrick, quien le hizo repetir hasta treinta veces una escena en que llevaba en brazos a Patrick Magee (Mr. Alexander).


Cherries por aquí, cherries por allá…

Así como le gustaba posar en sus propias pelis, a Kubrick le gustaba propagandearse al máximo mediante sus mismos filmes (y es que la publicidad siempre es cara, y hasta los cineastas platudos quieren ahorrar). Así, por ejemplo, cuando Alex entra en su habitación e introduce una cinta de la Novena Sinfonía de Beethoven, la cinta que extrae previamente pertenece al compositor Giorgi Lyghety, autor de la banda sonora de 2001: Una Odisea en el Espacio (filme anterior de Kubrick). Luego, en la escena de la tienda de discos se aprecia nítidamente la portada de la banda sonora de la misma película.


Chotes épicos

¿Se lo imaginan como Alex DeLarge?
Hacia 1968, Mick Jagger, líder de The Rolling Stones, quiso llevar la obra de Burgess a la pantalla grande, encargándose él mismo de interpretar a Alex; los drugos, serían encarnados por el resto dela banda. Anthony Burgess dio un reverendo y tajante “NO!!!”. Imaginamos que a Kubrick le habrá parecido muy gracioso el tremendo chote, pero no tanto el que recibió después por parte de la banda Pink Floyd, cuando le solicitó utilizar la música de su disco Atom Heart Mother para La Naranja Mecánica; ahí fue él quien recibió el reverendo y tajante “NO!!!”.

2 comentarios:

  1. Definitivamente con más ganas de ver la película, me acuerdo que leí la obra como dos veces y me encantó :) Aunque nunca llegué a encontrar el último capitulo y creo que fue lo mejor pues hubiese perdido su esencia, además que siempre prefiero los finales menos esperados...

    Anaconda

    ResponderEliminar
  2. Hola. Yo también leí la novela y me encantó, y cuando cheké el prólogo, incialmente pensé que el final original no iba a gustarme, pero sucedió todo lo contrario; sentí que ese final le dio todo el sentido a la obra, que, finalmente, plantea que el ser humano es capaz de elegir el bien libremente.

    ResponderEliminar