A propósito
de Código Enigma
Por: Alexiel Vidam
El caso de Alan Turing es quizás uno de los más injustos de la
historia. ¿Cómo es que un héroe de guerra llega a convertirse en un criminal?
Para quienes no vieron aún The Imitation Game
(Código Enigma en Latinoamérica), les comento que no fue que el héroe
luego se convirtiese en asaltante de bancos, narcotraficante o político
corrupto. No. Sucede que este destacado profesor de Cambridge, dueño de una de
las mentes científicas más prodigiosas que han existido hasta la actualidad…
era homosexual.
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El verdadero Alan Turing |
Por si no lo sabías hasta este momento, Alan Turing es el creador de
ese objeto al que te has vuelto tan adicto desde hace ya varios años: la
computadora; ésa que no sólo tienes en casa, sino que llevas en el maletín
o incluso en una versión miniatura en tu celular.
Ok. Tal vez la máquina
de Turing no era como la conoces hoy en día. No tenía pantalla, ni todos
los elementos internos o externos que eres capaz de manipular ahora, pero el
invento de Turing fue el primer aparato con
la capacidad de codificar y decodificar. O sea que sin él -posiblemente- no existirían los
programas; seguiríamos usando máquinas de escribir y todas las comunicaciones a
distancia serían por teléfono o carta (nada de Whatsapp ni Facebook, señores;
tendrían que llamar por teléfono, tal cual hacían cuando todos usaban “ladrillos”).
Turing fue, además, el primero en
plantear la posibilidad de que las máquinas posean un tipo de inteligencia… lo
que hoy conocemos como “Inteligencia Artificial” (así que también es el
precursor de Terminator, Blade
Runner, Matrix, entre otros).
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La Máquina de Turing |
Ahora, el contexto en el cual creó su prodigiosa máquina, es
todavía más admirable. Sucede que durante
la II Guerra Mundial, los alemanes contaban con un artilugio llamado Enigma,
mediante el dirigían y monitoreaban sus avances militares. El tema es que
Enigma enviaba todos los mensajes en códigos que duraban sólo 24 horas. Pasado
este lapso de tiempo, los códigos cambiaban y el trabajo de los criptógrafos
ingleses -que interceptaban los mensajes- debía iniciar de cero. Turing, a cargo de la sección Hut 8,
inventó no una simple réplica de Enigma, sino un mecanismo capaz de verificar
metódicamente todas las configuraciones de ésta hasta romper su código. Para
esto -a diferencia de lo mostrado en The
Imitation Game, donde el aparato funciona prácticamente solo-, era
necesario que el usuario introduzca valores específicos de manera analógica, de
modo que la máquina pudiese ponerse a buscar patrones. Era pues, dada su
capacidad de seguir comandos (órdenes), un
modo rudimentario de software.
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Enigma, la máquina de los nazis. |
Gracias a Turing, no sólo fue posible detectar los próximos
avances alemanes, sino que se crearon estrategias para acortar la guerra, sin
que los nazis noten haber sido descubiertos. Los especialistas calculan que esto permitió reducir el enfrentamiento
en dos años. A pesar de ello, Turing no recibiría el reconocimiento correspondiente
hasta 2013, cuando la reina Isabel II le concedió el “perdón real” por “una
sentencia que ahora se consideraría injusta y discriminatoria”. En su momento
más bien fue víctima de una ley
retrógrada que le condenó a la castración química (inyecciones de
estrógenos) por “indecencia”. Como resultado, Turing sufrió cuadros severos de inestabilidad emocional, aumentó
exageradamente de peso y desarrolló unos prominentes pechos. Al año siguiente,
se suicidó ingiriendo un trozo de manzana con cianuro.
Turing y The Imitation Game
He leído por ahí que varios
seguidores de Turing anteriores al estreno de la película se han rasgado las vestiduras con la adaptación realizada por Morten Tyldum.
“Ése no es Alan Turing”, señalan, y añaden que el personaje interpretado por Benedict Cumberbatch se parece más a
su papel en la serie Shelock Holmes,
fusionado con Sheldon Cooper, de The Big
Bang Theory.
El Turing de
Cumberbatch es un sujeto arrogante, taciturno, solitario, semi-autista
(nótese su incapacidad para entender las
indirectas) y con un sentido del humor que brilla por su ausencia. Vive su homosexualidad en secreto y
podríamos decir que se siente culpable por ella. Por el contrario, las
biografías y testimonios de sus conocidos, le revelan como un sujeto que,
aunque tímido y excéntrico (solía llevar piyama debajo del terno), era bastante
tratable, fácil de querer y predispuesto a trabajar en equipo. Se sabe
también que no ocultaba su
homosexualidad, sino que la mostraba de manera natural y abierta, aunque no
tenía mucha suerte en las cuestiones amorosas. No se le describe como Asperger, pero sí como un sujeto algo nervioso
que en ocasiones tartamudeaba.
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El Turing de la ficción ya integrado a su equipo de trabajo. |
En este sentido es cierto que el Turing presentado por
Tyldum discrepa bastante de la realidad. Se le ha edulcorado además con una
historia de bullying sobre la cual no hay registros, y se añadió el detalle dulzón
de ponerle “Christopher” -como el amor adolescente de Turing- a la primera
máquina del inventor (llamada en verdad “Victoria”, en honor al artificio
polaco que tomó de base). Sin embargo,
yo creo que la película, así como el personaje, cuenta con más puntos a favor
que en contra.
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Benedict Cumberbatch como Alan Turing. |
Antes del estreno de la película, yo tenía una idea general
sobre los orígenes del computador (recordando mis clases universitarias de
Historia de la Comunicación…), pero no recordaba ni vagamente el nombre de Alan
Turing. O acaso no lo escuché antes, o acaso mi memoria fue ingrata con este
señor; lo cierto, es que su nombre no sonaba por lo menos entre el común de
mortales. Él, al igual que otros tantos
genios, ha sido rescatado gracias a la ficción del cine, la TV y los medios en
general (seguro que antes de ver Jobs
o The Big Bang Theory, tampoco
conocías a Steve Wozniak y pensabas que el genio creador era Jobs). Puede que
esta versión Hollywood esté adaptada a una sociedad consumista que necesita de
algunos buenos y malos; o puede también que la masa no hubiese asistido al cine
-así como fue- si presentaban de plano a un homosexual sin tapujos. No
obstante, The Imitation Game no sólo es un filme que saca a la luz el nombre
de Turing y despierta curiosidad sobre él (de no ser por eso, no estarían
leyendo este post), sino que además denuncia
la injusticia de las mentes rancias que condenaron a este hombre, arrastrándole
hacia la muerte.
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Hacia el final de la historia. Turing en su momento más dramático. |
Es verdad que el filme se toma varias libertades. Por ahí
reclaman que él no se conoció muy de cerca con Hugh Alexander, y que jamás se
cruzó con John Carincross. A mí me parecen críticas un poco exageradas, pues no
hablamos de un documental y los personajes mencionados son secundarios. No dan
giros fatales a la historia, sino que añaden algo de emoción sin alterar e argumento
central. La presencia de Hugh pretende crearle una imagen rival a Turing y
representa las negativas que suele recibir un genio al presentar una idea
demasiado original. Por otra parte, la presencia de Cairncross busca es poner a
Turing en aprietos con respecto a su homosexualidad, así como reflejar
claramente el afecto que sentía él por Joan Clarke.
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Alan Turing y Joan Clarke en la ficción. |
Es curioso que en la
mayoría de críticas negativas que he leído, se dé mucha importancia a la forma
que se presenta el “romance” entre Clarke y Turing, cuando en realidad es una de
las partes mejor adaptadas. Por el contrario de forzar un enamoramiento, la
película busca mostrar la frustración de
Turing, al no poder reflejar sentimientos que no existían. Ello se dio también
en la realidad: Turing trabajó
junto a Clarke y tuvieron una amistad bastante cercana; salían incluso al cine
o a pasear juntos. Un día él la sorprendió pidiéndole matrimonio y dándole un
beso, pero luego sintió que la cuestión no funcionaría debido a sus
inclinaciones y continuaron siendo amigos.
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El comandante Denniston y Alan Turing de The Imitation Game. |
En verdad, la única
denuncia que me parece realmente justificable, es la que ha dado la familia
Denniston, molestos porque el filme convierta a su pariente en el villano que
nunca fue. Al margen de eso, creo que el personaje construido por Tyldum e
interpretado por Cumberbatch no sólo logra calar e intrigar al espectador, sino
le sensibiliza ante una cuestión que genera controversia. La escena final con Turing destrozado por el tratamiento hormonal es
desgarradora y nos lleva a reflexionar sobre los crímenes de la intolerancia.