sábado, 14 de marzo de 2015

American Sniper: La leyenda continúa


Por: Alan Luis Echevarría

Parece que Clint Eastwood se ha inclinado hacia los films biográficos, como ha venido demostrando en sus últimos trabajos, esto es a cargo de J. Edgar y Jersey Boys. Aquí, en American Sniper, nos narra la historia de Chris Kyle, adaptando a la gran pantalla la autobiografía del Navy SEAL. Probablemente no se trate de una de las mejores películas del gran director de Mystic River, pero acaba dejando una sensación de conformidad apreciable gracias al pulso que aún posee Clint para abordar este tipo de relatos.

Algunas voces se han encargado (y otras se encargarán también) de señalar a la obra como otra propuesta que destila patriotismo por la nación. Lo cierto es que Eastwood no toma una postura definida acerca de los eventos que nos presenta, y profundiza (como bien suele hacerlo) sobre las cuestiones humanitarias que incluso tienen lugar en la proyección, algo que asimismo divide y dividirá opiniones por todo lo que implica la temática central de la misión en Irak.

Bradley Cooper lleva a cabo una destacable actuación en la piel de Chris Kyle, aquel marine que recibió el mote de “Leyenda” por salvar una gran cantidad de vidas y por su capacidad milimétrica a la hora de posicionarse como francotirador. El actor de American Hustle es una de las razones por las cuales American Sniper suma unos puntos extra en su evaluación final. De hecho, fue uno de los nominados a Mejor Actor en los premios Oscar 2015. Su interpretación tiene momentos muy bien logrados; algunos de ellos consiguen sofocar, conmover y ponerle la piel de gallina al espectador. Dichos pasajes enmarcados por los primeros planos de los que el octogenario director se vale para acrecentar el dramatismo y la tensión.


Sienna Miller acompaña de buena manera en el rol de esposa de nuestro protagonista. Una mujer con una constante opresión provocada por la angustia que le representa el hecho de que Kyle viaje a cada una de las misiones a Irak. Este aspecto es uno de los que cobra mayor grado de emotividad en la narración, junto con las situaciones en las que se ve inmerso nuestro intérprete principal.


Si la primera hora de American Sniper evidencia ciertas irregularidades o recaídas para enlazar de lleno al observador, la segunda mitad cobra más fuerza en todos sus sentidos. La acción toma un poco más de posesión, y el drama da la impresión de estar mejor elaborado, de forma progresiva. Eastwood amplía la variedad de sensaciones que pasan por la mente de Kyle, desde el sufrimiento y el vacío hasta incluso la paranoia.
En líneas generales, el film se percibe más que interesante. Lejos de otras grandes cintas del realizador, pero con la aptitud e idoneidad innata que hacen de Clint un eximio narrador.



Ficha técnica:

Dirección: Clint Eastwood
Producción: Clint Eastwood, Robert Lorenz, Andrew Lazar, Bradley Cooper, Peter Morgan
Guión: Jason Dean Hall
Idea original: Chris Kyle (obra autobiográfica homónima)
Fotografía: Tom Stern
Montaje: Joel Cox, Gary D. Roach
Reparto: Bradley Cooper, Sienna Miller, Luke Grimes, Kyle Gallner
País: Estados Unidos
Año: 2014
Idioma: Inglés
Duración: 132 minutos




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miércoles, 11 de marzo de 2015

El arte de perder…

Still Alice y el papel más entrañable de Julianne Moore


Por: Alexiel Vidam

La noche de los Oscar, hubo sólo una premiación que me hizo gritar más que la de Mejor Película: la categoría de Mejor Actriz. No sólo porque siento que Julianne Moore viene buscándola ya desde hace rato, y perfilándose en su carrera como la próxima Meryl Streep; también porque la película por la cual recibió el galardón, me tocó de manera particular. Con un excelente guión y una calidad de actuación que atraviesa las fibras, Still Alice logra acercarnos y compenetrarnos con una enfermedad tan impopular, como trágica e incómoda (por no decir embarazosa): el Alzheimer.

La Dra. Alice Howland (Juliane Moore) es lingüista de profesión, destacada conferencista y profesora de la Columbia University. Salió adelante a pesar de un pasado devastador. Está felizmente casada, y publicó un libro a la vez que criaba a sus tres hijos. En resumen: es una mujer luchadora y realizada por donde se le mire.

Quizás, precisamente el hecho de ser una mujer tan admirada y sobresaliente, es lo que hace más doloroso asumir el mal que le aqueja: con sólo 50 años, Alice sufre de un prematuro caso de Alzheimer.

Como estudiosa de la comunicación, Alice conoce lo que esto significa… Sabe que sus neuronas se irán apagando, que pronto será incapaz de expresarse, ubicarse, o incluso reconocerse… Irá progresivamente dejando de ser una mujer brillante… para convertirse en lo contrario. Brutal.


Me identifiqué sobremanera con la película. No porque tenga parientes cercanos que padezcan de la enfermedad, ni porque me la hayan diagnosticado a mí (¡gracias a dios!), sino porque también soy una obsesa de la comunicación. Me apasiona el lenguaje y la expresividad del discurso. Entonces, pude imaginar toda esa frustración que sintió Alice al ver cómo su léxico y su memoria se iban perdiendo. Ya no era capaz de expresarse… iba sintiéndose cada vez menos inteligente… cada vez más incompetente. Como para añadirle otra dosis de tristeza, pronto sus valiosos recuerdos empiezan a irse… ya es difícil reconocer hasta a sus hijos.


La visión confusa de Alice está claramente reflejada en el uso de enfoques y desenfoques. De pronto se siente aturdida y el paisaje a su alrededor luce distorsionado, difuminado; la vemos perdida en un fondo impresionista. El rostro de Juliane Moore no puede ser más expresivo: en sus picos de impotencia, en sus instantes de desconcierto, cuando trata de mantener la compostura, enfrentar la situación, o aligerarla con algo de humor. Moore, nos presenta a una mujer recia, que no para de luchar y se aferra con fuerza a su preciado Yo… que pelea hasta el final para seguir siendo Alice.



El guión -para esto- está lleno de frases conmovedoras que conectan con la realidad de esta mujer: con su proceso de aceptación, o mejor dicho, de no-aceptación de una realidad que le perturba, pues incluso en los momentos más duros, hace lo posible por seguir con su rutina: por ser una buena profesional, esposa y madre… aunque cada vez sea más complicado. Es un guión, además, que coloca todo el peso emotivo sobre su actriz principal, permitiéndole lucirse en su interpretación, pero también arriesgando al extremo: de no ser por la magistral actuación Moore, la película dejaría de ser buena. La conexión con la protagonista es clave y absolutamente necesaria para sentir el filme.


Alice (Julianne Moore) y su hija menor, la irreverente Lydia (Kristen Stewart)

Uno de los momentos más conmovedores y mejor logrados, sin duda, es aquel en que Alice da un discurso en el congreso de Alzheimer. Ya con la enfermedad algo avanzada, es incapaz de darlo sin papel y resaltador. Aun así la emoción que transmite en sus sentidas palabras, estremece en extremo a la audiencia...a la de adentro, y a la de afuera de la pantalla.


Sobrecogedora en su punto máximo… Véanla. 


Ficha técnica:

Dirección: Wash Westmoreland, Richard Glatzer
Producción: James Brown, Pamela Koffler, Lex Lutzus
Guión: Wash Westmoreland, Richard Glatzer
Idea Original: Lisa Genova (autora de novela homónima)
Música: Ilan Eshkeri
Fotografía: Denis Lenoir
Montaje: Nicolas Chaudeurge
Reparto: Julianne Moore, Alec Baldwin, Kristen Stewart, Kate Bosworth, Hunter Parrish
País: Estados Unidos
Año: 2014
Género: Drama
Idioma: Inglés
Duración: 101 minutos


martes, 10 de marzo de 2015

En memoria de Alan Turing

A propósito de Código Enigma



Por: Alexiel Vidam

El caso de Alan Turing es quizás uno de los más injustos de la historia. ¿Cómo es que un héroe de guerra llega a convertirse en un criminal? Para quienes no vieron aún The Imitation Game  (Código Enigma en Latinoamérica), les comento que no fue que el héroe luego se convirtiese en asaltante de bancos, narcotraficante o político corrupto. No. Sucede que este destacado profesor de Cambridge, dueño de una de las mentes científicas más prodigiosas que han existido hasta la actualidad… era homosexual.

El verdadero Alan Turing
Por si no lo sabías hasta este momento, Alan Turing es el creador de ese objeto al que te has vuelto tan adicto desde hace ya varios años: la computadora; ésa que no sólo tienes en casa, sino que llevas en el maletín o incluso en una versión miniatura en tu celular.

Ok. Tal vez la máquina de Turing no era como la conoces hoy en día. No tenía pantalla, ni todos los elementos internos o externos que eres capaz de manipular ahora, pero el invento de Turing fue el primer aparato con la capacidad de codificar y decodificar. O sea que sin él -posiblemente- no existirían los programas; seguiríamos usando máquinas de escribir y todas las comunicaciones a distancia serían por teléfono o carta (nada de Whatsapp ni Facebook, señores; tendrían que llamar por teléfono, tal cual hacían cuando todos usaban “ladrillos”). Turing fue, además, el primero en plantear la posibilidad de que las máquinas posean un tipo de inteligencia… lo que hoy conocemos como “Inteligencia Artificial” (así que también es el precursor de Terminator,  Blade Runner, Matrix, entre otros).

La Máquina de Turing

Ahora, el contexto en el cual creó su prodigiosa máquina, es todavía más admirable. Sucede que durante la II Guerra Mundial, los alemanes contaban con un artilugio llamado Enigma, mediante el dirigían y monitoreaban sus avances militares. El tema es que Enigma enviaba todos los mensajes en códigos que duraban sólo 24 horas. Pasado este lapso de tiempo, los códigos cambiaban y el trabajo de los criptógrafos ingleses -que interceptaban los mensajes- debía iniciar de cero. Turing, a cargo de la sección Hut 8, inventó no una simple réplica de Enigma, sino un mecanismo capaz de verificar metódicamente todas las configuraciones de ésta hasta romper su código. Para esto -a diferencia de lo mostrado en The Imitation Game, donde el aparato funciona prácticamente solo-, era necesario que el usuario introduzca valores específicos de manera analógica, de modo que la máquina pudiese ponerse a buscar patrones. Era pues, dada su capacidad de seguir comandos (órdenes), un modo rudimentario de software.

Enigma, la máquina de los nazis.

Gracias a Turing, no sólo fue posible detectar los próximos avances alemanes, sino que se crearon estrategias para acortar la guerra, sin que los nazis noten haber sido descubiertos. Los especialistas calculan que esto permitió reducir el enfrentamiento en dos años. A pesar de ello, Turing no recibiría el reconocimiento correspondiente hasta 2013, cuando la reina Isabel II le concedió el “perdón real” por “una sentencia que ahora se consideraría injusta y discriminatoria”. En su momento más bien fue víctima de una ley retrógrada que le condenó a la castración química (inyecciones de estrógenos) por “indecencia”. Como resultado, Turing sufrió cuadros severos de inestabilidad emocional, aumentó exageradamente de peso y desarrolló unos prominentes pechos. Al año siguiente, se suicidó ingiriendo un trozo de manzana con cianuro.


Turing y The Imitation Game

He leído por ahí que varios seguidores de Turing anteriores al estreno de la película se han rasgado  las vestiduras con la adaptación realizada por Morten Tyldum. “Ése no es Alan Turing”, señalan, y añaden que el personaje interpretado por Benedict Cumberbatch se parece más a su papel en la serie Shelock Holmes, fusionado con Sheldon Cooper, de The Big Bang Theory.

El Turing de Cumberbatch es un sujeto arrogante, taciturno, solitario, semi-autista (nótese su  incapacidad para entender las indirectas) y con un sentido del humor que brilla por su ausencia. Vive su homosexualidad en secreto y podríamos decir que se siente culpable por ella. Por el contrario, las biografías y testimonios de sus conocidos, le revelan como un sujeto que, aunque tímido y excéntrico (solía llevar piyama debajo del terno), era bastante tratable, fácil de querer y predispuesto a trabajar en equipo. Se sabe también que no ocultaba su homosexualidad, sino que la mostraba de manera natural y abierta, aunque no tenía mucha suerte en las cuestiones amorosas. No se le describe como Asperger, pero sí como un sujeto algo nervioso que en ocasiones tartamudeaba.

El Turing de la ficción ya integrado a su equipo de trabajo.

En este sentido es cierto que el Turing presentado por Tyldum discrepa bastante de la realidad. Se le ha edulcorado además con una historia de bullying sobre la cual no hay registros, y se añadió el detalle dulzón de ponerle “Christopher” -como el amor adolescente de Turing- a la primera máquina del inventor (llamada en verdad “Victoria”, en honor al artificio polaco que tomó de base). Sin embargo, yo creo que la película, así como el personaje, cuenta con más puntos a favor que en contra.

Benedict Cumberbatch como Alan Turing.

Antes del estreno de la película, yo tenía una idea general sobre los orígenes del computador (recordando mis clases universitarias de Historia de la Comunicación…), pero no recordaba ni vagamente el nombre de Alan Turing. O acaso no lo escuché antes, o acaso mi memoria fue ingrata con este señor; lo cierto, es que su nombre no sonaba por lo menos entre el común de mortales. Él, al igual que otros tantos genios, ha sido rescatado gracias a la ficción del cine, la TV y los medios en general (seguro que antes de ver Jobs o The Big Bang Theory, tampoco conocías a Steve Wozniak y pensabas que el genio creador era Jobs). Puede que esta versión Hollywood esté adaptada a una sociedad consumista que necesita de algunos buenos y malos; o puede también que la masa no hubiese asistido al cine -así como fue- si presentaban de plano a un homosexual sin tapujos. No obstante, The Imitation Game no sólo es un filme que saca a la luz el nombre de Turing y despierta curiosidad sobre él (de no ser por eso, no estarían leyendo este post), sino que además denuncia la injusticia de las mentes rancias que condenaron a este hombre, arrastrándole hacia la muerte.

Hacia el final de la historia. Turing en su momento más dramático.

Es verdad que el filme se toma varias libertades. Por ahí reclaman que él no se conoció muy de cerca con Hugh Alexander, y que jamás se cruzó con John Carincross. A mí me parecen críticas un poco exageradas, pues no hablamos de un documental y los personajes mencionados son secundarios. No dan giros fatales a la historia, sino que añaden algo de emoción sin alterar e argumento central. La presencia de Hugh pretende crearle una imagen rival a Turing y representa las negativas que suele recibir un genio al presentar una idea demasiado original. Por otra parte, la presencia de Cairncross busca es poner a Turing en aprietos con respecto a su homosexualidad, así como reflejar claramente el afecto que sentía él por Joan Clarke.

Alan Turing y Joan Clarke en la ficción.

Es curioso que en la mayoría de críticas negativas que he leído, se dé mucha importancia a la forma que se presenta el “romance” entre Clarke y Turing, cuando en realidad es una de las partes mejor adaptadas. Por el contrario de forzar un enamoramiento, la película busca mostrar la frustración de Turing, al no poder reflejar sentimientos que no existían. Ello se dio también en la realidad: Turing trabajó junto a Clarke y tuvieron una amistad bastante cercana; salían incluso al cine o a pasear juntos. Un día él la sorprendió pidiéndole matrimonio y dándole un beso, pero luego sintió que la cuestión no funcionaría debido a sus inclinaciones y continuaron siendo amigos.

El comandante Denniston y Alan Turing de The Imitation Game.

En verdad, la única denuncia que me parece realmente justificable, es la que ha dado la familia Denniston, molestos porque el filme convierta a su pariente en el villano que nunca fue. Al margen de eso, creo que el personaje construido por Tyldum e interpretado por Cumberbatch no sólo logra calar e intrigar al espectador, sino le sensibiliza ante una cuestión que genera controversia. La escena final con Turing destrozado por el tratamiento hormonal es desgarradora y nos lleva a reflexionar sobre los crímenes de la intolerancia.

sábado, 7 de marzo de 2015

Repiques de gloria

Al ritmo de la perfección: Whiplash


Por: Susana Anavitarte

En tiempos donde la facilidad para hacer dinero rápido es lo más valorado, se está perdiendo ese bichito tedioso y muchas veces odiado de ser perfeccionista. El conformismo ha acabado con las carreras de muchos jóvenes aspirantes que al primer error desertan de continuar en el ruedo; el primer “no hijo, no es lo tuyo” es devastador.

¿Existirá entonces, alguien capaz de dar hasta la enésima potencia de su ser, para terminar con ese estereotipo? Miles Teller y su interpretación del joven baterista de jazz Andrew Neiman nos demuestra que sí, en Whiplash, de Damien Chazelle.

Andrew vive en constantes altos y bajos tras matricularse en el Conservatorio de Música Shaffer. 

Su sueño es ser de los mejores bateristas de estilo jazz de todos los tiempos; Buddy Rich es su mayor inspiración. Con una escasa y desconocida vida social y un padre que abandonó su propio sueño para sacarle adelante (Paul Reiser), el joven músico tiene toda la fuerza y disposición de sobresalir.

Es entonces cuando el excéntrico y aterrador maestro de orquesta Terence Fletcher (encarnado por un maravilloso J.K. Simmons) lo encuentra ensayando en una sala y decide probarlo como suplente en la banda del Conservatorio. Así, Neiman se siente seguro de tener el favoritismo y aprobación del maestro… hasta que se da cuenta de sus crueles y demoledores métodos de enseñanza… Como para repetir el año e irse corriendo rapidito a otra escuela.

Desde que los créditos se desvanecen sentimos música, sonido, ritmo, contraste… una estupenda forma de adentrarnos en el mundo de Shaffer. Contraltos, trombones, trompetistas, 1-2-3, partitura 256, página 3, y aún no termina la lista de términos instrumentales. La edición de sonido es pulcra y seductora, y hay un juego inteligente en el uso del volumen: alto en las partes de tensión, suave para los instantes de tristeza.



La banda sonora no es original del filme, pero sí muy bien escogida. Usualmente estamos acostumbrados a escuchar canciones con letra. Porque obvio, ¿a quién no engalana y atrapa una voz asombrosa? Pero dejamos de lado al grupo humano capaz de darle pie a esas estrofas que nos cuentan historias. 

A los músicos de cuerdas y viento, a los percusionistas, a los poderosos pianos; a todo eso y más. Buddy Rich y su latigazo constante en cada doubleswing y Jo Jones con ese poderoso rasgueo, son dos inspiradores músicos que prestan sus mejores temas como Caravan, Overture o el mismo Whiplash, para que seamos testigos del film que rinde mayor tributo a la dedicación y trabajo arduo en esa bella carrera.

Los movimientos de cámara son bastante precisos y directos; honestos, porque persiguen a los personajes a donde sea que vayan. La fotografía también resalta, pues permite incrementar la tensión originada cuando Simmons aparece en cuadro, maltratando y humillando a todos. Una nota más: tiene escenas donde corre sangre. Así que los susceptibles, advertidos están.



El guión no me movió el mucho el piso; no porque sea malo, sino porque cumple con dar los conflictos necesarios; no filosofa tan profundamente. Es, más que nada, pura teoría musical. Y esto es también una advertencia para quienes piensen que es algo muy light. Whiplash es una película para quienes gustan de escuchar melodías; para los que están metidos en esta profesión. 

Está destinada a quienes pueden entender términos técnicos en lo que respecta a partituras de música, instrumentos, tempos,  o que conozcan a Jones o a Rich. Es una película dedicada a los soñadores, a los talentosos, a los incomprendidos. 

A los que quieren ir por algo supremo. Sin embargo, hay frases emblemáticas y memorables que ya se exhiben incluso en posters o fanpics  de la película. “Til it bleeds” (“Hasta que sangre”), “The are no two words in the english language more harmful than “Good Job” (“No existen dos palabras en el lenguaje más poderosas que “Buen Trabajo”” y la frase típica del personaje de Terence Fletcher, “You’re not in my tempo!” (“¡No estás en mi tempo!”).

Sobre Miles Teller, actor principal, podemos decir que se ha enseriado actoralmente. Recordado por sus papeles en cintas de corte romántico, fiesteras como la popular Project X o 21 and Over y en la nueva saga de Divergent, ha optado por un papel opuesto a lo que acostumbra representar.

En entrevistas con los medios de entretenimiento americanos, confesó que su construcción de personaje le costó bastante, ya que en la vida real suele ser hablador y sociable. Andrew Neiman es todo lo contrario: un chico centrado, disciplinado. Como mencionamos en la sinopsis, tiene una especie de deber emocional de cumplir su sueño porque su padre no pudo y se limitó a ser profesor en una escuela.

Esto también porque no ha tenido una vida familiar normal, ya que la madre desapareció cuando él era un bebé. Sinceramente, tuve una expectativa mayor con respecto a este personaje. Acabé sólo con un 50% de satisfacción. A mi parecer, es plano desde que inicia hasta la mitad del film. 

Muestra transformaciones desde que empieza a darle la cara a Fletcher, pero no sorprende sobremanera. Puede ser el mejor trabajo que este joven actor haya realizado hasta el momento, mas no me parece merecedor de un reconocimiento mayor.


Personajes pequeños como el de Nicole (Melissa Benoist) -la novia de Andrew-, los compañeros de la banda, los familiares del baterista y el Sr. Neiman no se han desarrollado mucho, pero responden a esas dudas que inevitablemente se forjan con respecto a qué piensan sus más allegados de la carrera elegida por él, cómo lleva sus relaciones interpersonales o si su progenitor le respalda sus objetivos.

Sin embargo, encuentro precisamente en ellos la refutación de por qué creo que le falta algo a este filme. Y es que, por ejemplo, en el caso de la relación amorosa de Andrew y Nicole, sólo sabemos que tienen este vínculo; no presenciamos un contacto físico mayor ni mucho menos cómo es que llegan a formalizar como novios; se desconoce también cómo alternan su noviazgo con el sueño del joven.

Brevemente sí denotamos que a los miembros de la banda no les causa gracia verle convertirse en el favorito de Fletcher. Hay una escena en particular que muestra el potencial de Teller en su performance, donde se encuentra cenando con sus tíos y primos. Préstenle bastante atención. Volviendo al punto, hubiera sido mejor que se mostrase mayores interacciones con los personajes secundarios, para subirle el tono dramático y de riesgo a la historia.

Con un merecido Globo de Oro al Mejor Actor de Reparto y más recientemente, un Oscar en la J.K. Simmons se luce en sus movimientos corporales, su look, sus gestos faciales; todo es único en él. Es como la más engañosa de las fieras; que te seduce, te sonríe, te habla con firmeza y al más mínimo flaqueo, saca las garras y te las clava. 

No se engañen, no estamos hablando de un villano. Es tan solo un hombre con ganas de hacer las cosas a lo grande; de los maestros que, a la menor falla, son capaces de arrojarte la silla o ridiculizarte en público.

Apodos tan crueles como graciosos -“Duende buscador de oro” o “Miss Connolly”- se hacen parte de su grotesco vocabulario. Tiene cambios asombrosos que nos convencen de que sea nuestro personaje favorito. A mitad de la historia lo comprenderán.

Recomiendo ver esta película antes de que la retiren de la cartelera. ¿Quieren escuchar música deslumbrante? ¿Actuaciones desgarradoras? ¿Un tema tan conmovedor como real? Pues lo encontrarán en su cine favorito. Y si no es así, no están en mi tempo



Ficha técnica

Dirección: Damien Chazelle
Producción: David Lancaster, Michel Litvak, Jason Blum
Guión: Damien Chazelle
Música: Justin Hurwitz
Fotografía: Sharone Meir
Montaje: Tom Cross
Protagonistas: J. K. Simmons, Miles Teller, Melissa Benoist, Austin Stowell
País: Estados Unidos
Año: 2014
Género: Drama, Música
Duración: 106 minutos
Idioma: Inglés



martes, 3 de marzo de 2015

Aun así ganadores

Un poco de animación en terreno del Oscar



Por: Daniela Díaz


Todos ya sabemos que el ganador del Oscar a mejor película animada fue Big Hero 6 –gracias medios de comunicación peruanos que repiten la misma noticia hasta el cansancio-. En mi opinión, los largometrajes de Disney llevaban la delantera, básicamente por ser de Disney. No me malentiendan. No es que tenga algo en contra de ellos –de hecho, me gustaron bastante y creo que la ganadora merecía el galardón-; pero suelo preguntarme si los encargados de evaluar, tendrán en cuenta el presupuesto que grandes y prestigiosas empresas como Disney pueden invertir en sus producciones, a comparación de los estudios más pequeños.
                                                                                                              
Y ya que nadie se ha tomado el trabajo de presentar como es debido a las otras nominadas, en este post quisiera dedicarles un espacio.


Menciones honrosas

Cómo entrenar a tu Dragón 2 era una de las favoritas. Seamos francos: La historia de su predecesora había sido muy entretenida y original: Viaje al pasado en la isla Berk, llena de criaturas temidas por todos. Luego te lanzan algo que no esperabas: Hipo pierde la pierna después de la lucha contra el inmenso dragón Muerte Roja.

Usualmente, el personaje principal queda ileso y después todos son amigos y viven felices para siempre. Siendo realistas, ese tipo de final ya aburre. Aquí dejaron el final semi-abierto (¿?). Se menciona que su madre ha muerto, pero no se dice más al respecto.


Esto, como consecuencia, abre una nueva historia para la secuela nominada al Oscar. Hipo encuentra a su madre, e inicia una nueva aventura que trae consigo otra trágica consecuencia –también inesperada-. Para mí era algo que tenía que pasar para que la historia diese otro vuelco impredecible. Casi lloro -no lo niego-, pero hay que aceptar que si la familia de Hipo quedaba completa, se iba a parecer a todas las demás del mercado.

Otra película que también destaca por su argumento, es Los Boxtrolls. Una propuesta atrevida, además, pues revela un lado oscuro que, generalmente, es evitado rotundamente en los filmes para niños: el odio. La historia trata de Huevo, un niño humano que ve a las personas como unos monstruos-egoístas y egocéntricos. Ellos, con excepción de su amiga Winnie, critican a su familia –compuesta por trolls-; le temen e inculpan injustamente. Para esto, los hechos se desarrollan en un entorno surrealista, lleno de escenas algo tétricas y personajes excéntricos –como Archivald, el villano, quien se jacta de haber llevado una exitosa carrera de Drag Queen sin que nadie haya notado que era hombre-. Una película que atrae por su atrevimiento; por su osadía de jugar con los límites de lo esperado-aceptado dentro de su género. Creo, además, que la técnica de stop-motion le dio un toque más prolijo al ambiente macabro que se transmite.

Song of the Sea es completamente distinta al título anterior: más viva, alegre, con un trabajo de animación en 2D, que la dota de un encanto de cuento de hadas. Está basada en la combinación de dos leyendas: una que va del linaje de una familia, y otra sobre un selkie blanco (una foca mítica del folclore irlandés). El conflicto se da a partir de que la bruja malvada, intenta usar los poderes de la pequeña Saoirse para sus maléficos planes.


Lo más interesante de la película, a mi parecer, es la fluidez con que narra el mito, de tal manera que los niños sean capaces de comprender y apreciar la cultura irlandesa. No obstante, pienso que tiene elementos muy comunes, como las típicas moralejas sobre ser valientes, sortear los obstáculos, apreciar al prójimo y no darse vencido. Supongo que mal que bien, tomando al público en cuenta, no está mal un poco de moraleja; pero a mi modo de pensar, la forma en que la presenta es ya un poco repetitiva.

Finalmente, está El Cuento de la Princesa Kaguya, obra de Studio Ghibli (productora responsable de El Viaje de Chihiro). Honestamente, lo primero que pensé al terminar de verla fue: “Es demasiado larga” (dura 2 horas con 17 minutos). Recuerdo haber tenido que pararla por momentos y distraerme con alguna otra cosa.

La verdad dicha: A pesar de que cuenta con una clasificación para 12 años, considero que una historia tan larga y con un argumento tan profundo no puede estar dirigida a niños o adolescentes -a duras penas, adultos, si no se quedan dormidos-. Se desarrolla muy lentamente -tomándose un tiempo, para todo-. Da muchos detalles que me parecen irrelevantes. Lo más destacable, es que desarrolla un tema que a menudo no es tocado: el hecho de sacrificar la propia felicidad con el fin de satisfacer a los padres. La niña -por tener una gran belleza- es obligada a dejar todo lo que le gustaba en el campo, para convertirse en princesa. Luego, se le imponen enseñanzas que le impiden ser ella misma, para que pueda casarse a los 13 años –vaya vida-. Sus padres recapacitan cuando ya es muy tarde; aun así, la princesa no les guarda el menor rencor.

Mi impresión en este caso, es que la película fue nominada debido a lo controversial de su temática, tirada de los pelos, en líneas generales, para un público de cualquier edad.


*Para leer más posts de Daniela Díaz, visita su blog Karicatureando.

lunes, 2 de marzo de 2015

En la entraña de la historia del genio



Por: Alexiel Vidam

Por algún motivo, me ha costado más de lo normal escribir este post sobre La Teoría del Todo. Quizás porque siento que hay demasiado que abarcar a partir de la película. Y es que luego de verla me he sumergido en una extensa investigación sobre Stephen Hawking, sobre sus teorías, sobre su primera esposa -Jane Wild-, sobre la enfermera Elaine Mason, y sobre la relación entre Jane Wild y Jonathan Hellyer Jones. Me obsesioné “un poquito de más” con la historia y sus personajes reales, al punto en que me tomó cierto trabajo volver a enfocarme en el filme.

El caso es que siempre he pensado, que el punto más fuerte de un biopic, debe ser la intriga que despierte hacia el personaje retratado, y éste vaya que intrigó.


Desde el principio, tanto Stephen como Jane se nos presentan como seres encantadores; de ojos resplandecientes. Cada uno a su modo, son seres fascinados por el mundo, por los nuevos descubrimientos y el sentido de la vida; ella desde el arte, y él desde la ciencia. Dos mundos, aparentemente opuestos, se unen por la curiosidad y la capacidad de sorprenderse.

De pronto, su historia de amor se ve marcada por la tragedia. Stephen, con sólo 21 años, es diagnosticado con la enfermedad de la neurona motora, un mal que le augura sólo dos años más de vida, y por el cual iría perdiendo progresivamente la habilidad de controlar sus movimientos. Sus pensamientos permanecerían intactos, pero pronto nadie podría acceder a ellos, pues la enfermedad le quitaría incluso la posibilidad de hablar.


La reacción de Stephen es apartarse: Encapsularse en su propio mundo, estudiar de modo acelerado e intentar recuperar el tiempo perdido en su letargo académico. En su mente habita un sinfín de ideas transformadoras, pero su propio ser se encuentra totalmente devastado.

Hoy en día, Stephen Hawking tiene 73 años. Sigue trabajando desde su silla de ruedas, apoyado por un computador parlante. Es una eminencia de la física e incluso muchas veces es comparado con Albert Einstein. Posiblemente, nada de esto hubiese sido posible, de no ser por Jane.


“Te quiero. (…)Quiero que pasemos juntos el tiempo que tengamos, y si es muy poco tendremos que aceptarlo.” – Jane a Stephen


Lo que muestra la película, es precisamente esto: la lucha de la primera esposa de Stephen Hawking. El filme, basado en Travelling to Infinity: My life with Stephen -obra biográfica escrita por Jane Wilde Hawking-, muestra a Jane como pieza clave en el desarrollo de Stephen, siendo su apoyo para salir de la depresión, su enfermera incondicional y la piedra angular para que la familia Hawking se mantuviera en pie (porque para esto -además-, tuvieron tres hijos de cuya educación Jane tuvo que hacerse cargo prácticamente sola). Muestra también su terrible soledad, sus conflictos ante una situación que -en gran medida- la obligó a dejarse de lado; su propio dolor contrastado con su inmenso amor a Stephen y voluntad de sacarlo adelante.


Con Hawking hay sentimientos encontrados: el personaje refleja genialidad, envuelve con su mirada soñadora y divierte con un peculiar sentido del humor, pero transmite -a su vez-, esa arrogancia típica de los genios. Su orgullo no le permite aceptar la situación de minusvalía en que se encuentra, pecando de necio al no permitir que Jane reciba apoyo en sus cuidados.

La figura de Hawking, aunque carismática y admirable en líneas generales, no termina de ser dibujada como la eminencia científica que es; tampoco creo que el filme lo pretenda. Busca, más bien, mostrar al hombre detrás del  ídolo. En cierta forma, frustra a quienes sentimos curiosidad por los polémicos postulados de Hawking, pero da la suficiente información como para que nos quede el bichito de investigarle a fondo.


Me atrevo a decir entonces que el argumento no sólo cumple, sino que engancha. Logra encantar y conmover desde el inicio con el carisma de sus dos protagonistas. Más que una historia de ciencia, es una historia vida humana.

En cuanto a la parte estética, el tratamiento es bastante clásico: se busca que la atención vaya directamente al argumento. Lo que más resalta, en definitiva, son las actuaciones: Eddie Redmayne y Felicity Jones hacen una magnífica labor, logrando, con su expresividad, que tanto Stephen como Jane calen en lo más profundo de nosotros. Me atrevo a decir, sin embargo, que el trabajo interpretativo se habría quedado medias, de no ser por la perfecta combinación entre fotografía y música, dotando de la profundidad precisa a los momentos más emotivos de la película. La melodía dulcificante, acompañada de colores cálidos en la mayoría de escenas, termina de construir ese cuadro melancólico que nos hace sentir un personaje más de la historia.


Ficha técnica

Dirección: James Marsh
Producción: Tim Bevan, Eric Fellner, Lisa Bruce, Anthony McCarten
Idea original: Travelling to Infinity: My Life with Stephen (obra biográfica de Jane Hawking)
Guión: Anthony McCarten
Fotografía: Benoît Delhomme
Música: Jóhann Jóhannsson
Montaje: Jinx Godfrey
Reparto: Eddie Redmayne, Felicity Jones, Charlie Cox, Emily Watson, Simon McBurney, David Thewlis, Maxine Peake
País: Reino Unido
Año: 2014
Género: Drama, Romance
Duración: 123 minutos
Idioma: Inglés