Por: Alexiel Vidam
Acabo de terminar de ver 1984, de Michael Radford, basada en el libro 1984
de George Orwell, que, dicho sea de
paso, terminé de leer un día antes de volver a ver la película (la había visto
hace varios años, pero admito que aquella vez me quedé dormida en algunas
partes). Esta segunda vez, la película me gustó más, porque pude reconstruir
aquellas escenas que ya había imaginado durante la lectura del libro. Debo
decir que Winston y Julia están muy bien retratados en
cuanto a su apariencia física y expresiones. Sin embargo, al momento en que
decimos que la película no gustó tanto de manera independiente (vale decir,
antes de leer el libro), reconocemos una serie de deficiencias por parte de la
misma…
Un poco de historia
En el universo de
1984,
el mundo está dividido en tres grandes potencias:
Oceanía,
Eurasia, y
Estasia (o
Asia Oriental), que se encuentran en guerra permanente. La película
se desarrolla en la nación de
Oceanía,
donde un gobierno totalitario controla la vida de las personas mediante
“telepantallas”
a través de las cuales, el
Gran Hermano,
representante máximo
Ingsoc (partido
único), vigila cada una de sus acciones. Los ciudadanos, además, son
continuamente expuestos a propaganda política que pretende encandilar su odio
hacia los extranjeros y su amor y fe ciega en el Gran Hermano, y en los designios del Partido.
El protagonista, Winston
Smith (John Hurt), es un
empleado del Ministerio de la Verdad,
dedicado a alterar las noticias y libros de Historia a conveniencia del
Partido. El gran dilema de Smith, consiste en su capacidad de reflexión… en su
poder de discrepar, en silencio, con lo establecido. El poder de pensar, es
considerado como el más grave delito en la sociedad de Oceanía, es el delito
llamado “crimental” o “crimen del pensamiento”, por el cual
uno es penalizado con la muerte y “vaporización” de todo vestigio de su
existencia.
Distopía Literaria Vs. Distopía Fílmica
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Logotipo y lema de Ingsoc (el Partido) |
No soy de la idea de que el libro siempre supera a la
película (a pesar de que mi pasión por la literatura le lleva unos cuantos
puntos a mi pasión por el cine). Hay casos en los que eso es discutible, y
casos en los que sí, pienso que la película supera a la obra literaria en
varios aspectos. En el caso de
La Naranja
Mecánica, por ejemplo, me cuesta elegir, pero en el caso de
La Máscara de la Muerte Roja, adaptación
del cuento de Edgar Allan Poe, me atrevo a decir que la película supera a la
versión literaria. Sin embargo, en este caso, sería una necedad no admitir que
el libro se la lleva de encuentro. Éste no sólo engancha desde el principio,
sino que nos brinda una serie de detalles que enriquecen el texto, y que muchas
veces son necesarios para comprender a fondo la obra. Las ideas políticas de Ingsoc
y de la resistencia, son ahondadas a fondo aquí, por el contrario de la
película, donde todo lo que conocemos acerca de Ingsoc, es su política de
control y sus tres lemas (que en ningún momento son ahondados):
“LA GUERRA ES LA PAZ. LA LIBERTAD ES LA
ESCLAVITUD. LA IGNORANCIA ES LA FUERZA”.
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Winston y Julia |
Cuando vi el filme por primera vez, me pareció confuso. No
me quedó muy claro cuál había sido el máximo crimen de Winston, pues nunca se
explicó bien la naturaleza del crimental; lo único que quedó claro, es que él
se había acostado con Julia (- Suzanna Hamilton- una miembro del Departamento de la Novela) y que eso no
le gustaba al Partido (éste buscaba erradicar el orgasmo e imponer la
reproducción In Vitro –el motivo no se da a conocer en esta versión-). Sabemos
que Winston piensa distinto, sí, y que eso va en contra del Partido, pero nunca
se llega a sentir el verdadero peso de este “crimen”; el miedo de Winston a la
hora de escribir un diario no está bien representado, ni se explica cómo es que
la telepantalla no lo descubre, estando tan cerca de él. En el libro, este
miedo está muy bien descrito, así como las medidas que toma Winston para evitar
ser descubierto; percibimos todo su nerviosismo, su terror, y a la vez sus
ansias desesperadas por expresarse, por descargar toda su ira contra El Gran
Hermano.
Julia, por su parte, queda como un personaje mediocre. Somos
capaces de percibir su modo de actuar ambivalente. Primero la vemos aclamando
al Gran Hermano, y lanzando injurias contra Goldstein (su prófugo opositor), y luego la vemos retozando con
Winston y dando a entender –mediante comentarios breves- que son prófugos de la
“justicia”. Aun así, el personaje es hueco, está relegado al papel de musa del
protagonista. No percibimos, como en el libro, su grado de rebeldía, la astucia
con que se las arregla para sacarle la vuelta al partido, ni todas sus
estratagemas para encontrarse con Winston (porque sí, ella es el cerebro
estratega de los dos).
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Julia (Suzanna Hamilton) y Winston (Richard Hurt) |
Algo similar ocurre con
O’Brien
(
Richard Burton), aquel miembro del
Ministerio del Interior que intriga a
Winston desde el primer momento. Al principio de la película, observamos un
intercambio de miradas entre ambos. En la novela, Winston se manda toda una
reflexión acerca de este corto intercambio; él siente que es capaz de
entenderse con aquel miembro del Partido, y sospecha que quizás tampoco siente
verdadero amor por el Gran Hermano. Winston confía en O’Brien, y piensa en él
como un salvador, como un miembro de aquella
Hermandad que complota contra el poder totalitario. En la película,
O’Brien no aparece en ninguna de las reflexiones de Winston (reflexiones que,
además, se ven seriamente recortadas); únicamente aparece al principio del
filme, y luego hacia el final, cuando le entrega el libro “hereje” a Winston,
con los principios de la resistencia (principios en los cuales tampoco llegamos
a explorar en el filme, lo que sí sucede, y con mucha profundidad, en la
novela).
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O'Brien (Richard Burton) |
En general, la versión cinematográfica tiene bastantes cavos
sueltos, que uno sólo puede llegar a resolver (y nunca del todo),
observándola detenidamente, con mucha paciencia, y más de una vez… prestando
suma atención en cada expresión de los personajes, en cada silencio; hay que
encontrarle sentido a este silencio, interpretarlo minuciosamente, pues en la
novela, estos “vacíos” están cubiertos por una honda explicación de los
sentamientos y sensaciones de los personajes, así como de sus ideologías.
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Winston capturado por cometer el crimental. |
Lo que hay que resaltar como positivo, en contraste, es que
el director ha sabido darle el rostro exacto a cada uno de ellos. Uno lee el
libro, cierra los ojos, y ve al Winston de la película (o una imagen similar);
lo mismo sucede con Julia y con O’Brien. Los ambientes también han sido muy bien
construidos; para nada es una de esas producciones que abusan de efectos
especiales para recalcar en su carácter futurista (tengo entendido que fue
gracias a una exigencia de la viuda de George Orwell, antes de dar el permiso);
de ese modo, uno se centra más en los aspectos psicológico y político, y siente
mucho más cercano el tema de la distopía, cuya opresión se respira en el ritmo en
que se desarrolla la trama, y en el cromatismo opaco de las imágenes.