Por: Lauro Minaya
Era un hombre de aspecto sombrío. Cada noche atravesaba la ciudad
conduciendo un taxi, en el cual trasladaba a forajidos, delincuentes,
prostitutas, asesinos, y políticos del más alto calibre. Las calles se abrían
salvajes ante sus ojos reflejados en el espejo retrovisor, la inmundicia de una
sociedad corrupta desde lo más profundo de sus entrañas, iba afectando de a
pocos su mirada del mundo.
De corte citadino, Taxi Driver es una película que se
desarrolla completamente en la ciudad. Sus hechos nos introducen en lo más
hondo del submundo neoyorkino, mostrándonos la cruda realidad de sus
personajes. Sus escenarios son ambientes comunes, de reunión o de paso, es así como
vemos diálogos en cafeterías, tiendas de abarrotes, salas de cine pornográfico,
oficinas de campaña electoral, e incluso dentro de la misma cabina de un taxi. Martin Scorsese logra capturar la
esencia de lo urbano; un trabajo anterior como Malas Calles, habla de su
éxito en lo que también podríamos de denominar thriller callejero.
Travis Bickle (Robert De Niro) es acaso un personaje
puro, de visión cortoplacista y sin grandes aspiraciones, es incapaz de reconocer
que sus hábitos son una herencia de la ciudad en la que vive, y al mismo tiempo
odia.
“Por la noche, salen
todos los animales. Putas, pordioseros, sodomitas, travestidos, maricones,
drogadictos, toxicómanos. Todo es asqueroso y venal. Algún día, una lluvia de
verdad se llevará toda esta basura de las calles.” - Travis Bickle
Se trata, sin embargo, de un ex-Marine y veterano de la guerra de Vietnam, que sufre de insomnio
y maneja un taxi por las noches. Parece amar lo bello, y en la vorágine de una
ciudad convulsa— como lo puede ser Nueva
York— distingue a dos mujeres que representan su ideal de amor y de
justicia. La belleza de Betsy (Cybill Shepherd)—una chica que trabaja
para la campaña presidencial de un senador— le hace en un primer momento
compartir sus mismas aspiraciones hacia el candidato. Cuando descubre a Iris (Jodie Foster) —una prostituta menor de edad— pierde los estribos al
ver como una chica tan joven, desperdicia su vida en aquel negocio explotador.
Travis Bickle no deja
de ser un personaje alienado a la ciudad. Su insomnio, su pasado como
combatiente de una guerra traumática para muchos jóvenes, su desprecio por lo
cotidiano, su interés asexuado por las películas pornográficas, así como su
solitaria existencia, no son otra cosa que el producto de su relación con su
entorno. El resultado también nos ha dejado a un hombre que ve las cosas muy a
su manera, y que a pesar de ello, logra con cierto éxito involucrarse con
personas ajenas a su entorno más próximo. Es así que llevar a Betsy a una función de películas para
adultos, le resulte algo de lo más natural. Sus continuos desencuentros con el
mundo de lo “políticamente correcto”, lo convertirán en un antihéroe de la
ciudad, dispuesto tomar venganza por sus propias manos.
Finalmente, queda decir que si el jazz es a Nueva York, como
Nueva York es al jazz, el saxo de Bernard
Hermann no deja de encandilarnos a lo largo de toda la película. Debo
confesar que mientras veía Taxi Driver, las imágenes de un
cuento de Julio Cortázar titulado El
perseguidor, se iban recreando una y otra vez en mi mente. Si eres aquellos
que gustan de las historias de ciudad, con personajes nada extraordinarios y más
bien del todo comunes, no dejes ver el reestreno
de esta obra maestra de Martin Scorsese.
*Nota: Este post
también forma parte de Cine Club, el
blog de cine de RPP.
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