martes, 19 de marzo de 2013

De Niro, un antihéroe de la ciudad



Por: Lauro Minaya

Era un hombre de aspecto sombrío. Cada noche atravesaba la ciudad conduciendo un taxi, en el cual trasladaba a forajidos, delincuentes, prostitutas, asesinos, y políticos del más alto calibre. Las calles se abrían salvajes ante sus ojos reflejados en el espejo retrovisor, la inmundicia de una sociedad corrupta desde lo más profundo de sus entrañas, iba afectando de a pocos su mirada del mundo.

De corte citadino, Taxi Driver es una película que se desarrolla completamente en la ciudad. Sus hechos nos introducen en lo más hondo del submundo neoyorkino, mostrándonos la cruda realidad de sus personajes. Sus escenarios son ambientes comunes, de reunión o de paso, es así como vemos diálogos en cafeterías, tiendas de abarrotes, salas de cine pornográfico, oficinas de campaña electoral, e incluso dentro de la misma cabina de un taxi. Martin Scorsese logra capturar la esencia de lo urbano; un trabajo anterior como Malas Calles, habla de su éxito en lo que también podríamos de denominar thriller callejero.

Travis Bickle (Robert De Niro) es acaso un personaje puro, de visión cortoplacista y sin grandes aspiraciones, es incapaz de reconocer que sus hábitos son una herencia de la ciudad en la que vive, y al mismo tiempo odia.


“Por la noche, salen todos los animales. Putas, pordioseros, sodomitas, travestidos, maricones, drogadictos, toxicómanos. Todo es asqueroso y venal. Algún día, una lluvia de verdad se llevará toda esta basura de las calles.” - Travis Bickle

Se trata, sin embargo, de un ex-Marine y veterano de la guerra de Vietnam, que sufre de insomnio y maneja un taxi por las noches. Parece amar lo bello, y en la vorágine de una ciudad convulsa— como lo puede ser Nueva York— distingue a dos mujeres que representan su ideal de amor y de justicia. La belleza de Betsy (Cybill Shepherd)—una chica que trabaja para la campaña presidencial de un senador— le hace en un primer momento compartir sus mismas aspiraciones hacia el candidato. Cuando descubre a Iris (Jodie Foster) —una prostituta menor de edad— pierde los estribos al ver como una chica tan joven, desperdicia su vida en aquel negocio explotador.


Travis y Betsy

Travis Bickle no deja de ser un personaje alienado a la ciudad. Su insomnio, su pasado como combatiente de una guerra traumática para muchos jóvenes, su desprecio por lo cotidiano, su interés asexuado por las películas pornográficas, así como su solitaria existencia, no son otra cosa que el producto de su relación con su entorno. El resultado también nos ha dejado a un hombre que ve las cosas muy a su manera, y que a pesar de ello, logra con cierto éxito involucrarse con personas ajenas a su entorno más próximo. Es así que llevar a Betsy a una función de películas para adultos, le resulte algo de lo más natural. Sus continuos desencuentros con el mundo de lo “políticamente correcto”, lo convertirán en un antihéroe de la ciudad, dispuesto tomar venganza por sus propias manos.

 
Finalmente, queda decir que si el jazz es a Nueva York, como Nueva York es al jazz, el saxo de Bernard Hermann no deja de encandilarnos a lo largo de toda la película. Debo confesar que mientras veía Taxi Driver, las imágenes de un cuento de Julio Cortázar titulado El perseguidor, se iban recreando una y otra vez en mi mente. Si eres aquellos que gustan de las historias de ciudad, con personajes nada extraordinarios y más bien del todo comunes, no dejes ver el reestreno de esta obra maestra de Martin Scorsese.


*Nota: Este post también forma parte de Cine Club, el blog de cine de RPP.

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