Por: Sebastián Zavala
No puedo decir que esté muy familiarizado con el Llanero Solitario. No se trata de un
personaje que haya sido muy popular durante mi infancia. Fueron más bien mis
padres, e incluso mis abuelos, quienes crecieron disfrutando de sus aventuras
(primero en las seriales, luego en la televisión, y finalmente en el cine). Por
eso me llamó la atención la decisión de Disney de revivirlo de la mano de los
productores de la saga de Piratas en el
Caribe. De hecho era una película con mucho potencial, pero a la vez, ¿a quién
estaría dirigida? Después de todo, los consumidores principales de blockbusters son personas jóvenes, y
ellas casi ni conocen al Llanero.
Sin embargo, la buena noticia es que, independientemente de
su potencial comercial, la película me gustó. Ahora, puede ser que esto se deba
a que fui con expectativas realmente bajas; después de todo, la respuesta a la
película en EE.UU ha sido muy baja, tanto por parte de la crítica (un miserable
27% de aprobación en rottentomatoes.com) como por parte de la audiencia general
(no ha recaudado ni la mitad de su presupuesto). No digo que se trate de un excelente blockbuster –tiene bastantes
fallas– pero fue entretenido verla, y mi mamá, que creció con el Llanero,
disfrutó incluso más que yo del filme.
“Para variar”, la película cuenta el origen del Llanero
Solitario. El argumento se desarrolla en el
Lejano Oeste. Después de una
emboscada, John Reid (Armie Hammer) es curado por el indio Toro (Johnny Depp), quien cree que está destinado a grandes cosas. Es así
que Reid monta su caballo blanco, Silver,
y busca cobrar venganza de los bandidos que mataron a su hermano Dan (James Badge Dale). El jefe de éstos se llama Butch Cavendish (un siniestro William
Fichtner), pero la realidad es que él es solo parte de una conspiración
mayor. Lo que comienza como una simple venganza hará que Reid se convierta en
el verdadero Llanero Solitario, una
figura heróica interesada en un mucho más que en sí mismo.
Creo que sería bueno dispensar de lo malo primero. Es
cierto, como la mayoría de críticos dicen, que la película tiene problemas de
tono. Para los que no sepan, al hablar de “tono” en un contexto
cinematográfico, uno se refiere a las sensaciones que un filme puede dar. Hay,
por ejemplo, películas más felices y optimistas, infantiles, dramáticas, y de
las que dan miedo. El problema de El Llanero Solitario es que no tiene
un tono uniforme. Johnny Depp interpreta a Toro de manera un poco “payasa”, hay
chistes a expensas del caballo Silver, y muchas veces la producción se siente
ligera. Pero en otros momentos hay escenas de bastante violencia, sangrientas e
incluso una en la que el villano principal se come el corazón de un muerto.
Nuevamente, ¿a quién está dirigido el filme?
Adicionalmente, no hay dudas de que la película es demasiado
larga. Puedo pensar en varias escenas innecesarias que la hicieron demasiado
pesada. Sin embargo, la historia agarra un ritmo más ágil cuando entra en el
tercer acto, el cual culmina en una memorable escena de acción que involucra
trenes, pistolas, saltos, al caballo Silver y un excelente uso del clásico William
Tell Overture, el famoso tema musical del Llanero Solitario. El resto
de escenas de acción no me parecieron memorables, pero este clímax, sí.
En fin… El Llanero Solitario no es una
película perfecta en absoluto, pero divierte. Tiene bastante acción, los
efectos especiales son excelentes, las actuaciones sólidas (con un villano
memorable) y la historia, aunque un poco enredada, funciona. Quizás estoy
siendo demasiado clemente (no sería la primera vez que una película mediocre me
agrada), pero no puedo mentir: al igual que con el fracaso anterior del
productor Jerry Bruckheimer (El
príncipe de Persia), la pasé bien viendo El Llanero Solitario. Y eso es lo
más importante en lo que se refiere a filmes de aventuras.
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