Por: Alexiel Vidam
Sé que ya tuvimos un primer post dedicado a La La Land… pero en aquel entonces la película estaba aún “calientita” y nos esforzamos al máximo en no spoilear y ser lo más imparciales posible. Este post tiene una finalidad distinta, y es que ante las primeras alabanzas, empezaron a surgir los comentarios reaccionarios que la tachaban de “sobrevalorada” y que otras personas empezaron a repetir -a mi parecer- por mera pose y sin tomarse el tiempo ni la paciencia de disfrutarla y ver más allá de “ah, es un musical romántico made in Hollywood”.
A mí me encantó La La Land y no tengo roche de decirlo. No me considero cursi, el musical no es mi género favorito dentro del cine, no estoy enamorada de Ryan Gosling (ni de Emma Stone), tampoco soy hincha de las películas románticas. Sin embargo, esta película me remeció las fibras y me metió unas tremendas y poco comunes ganas de ponerme a bailar de la nada. Con esto no pretendo reivindicar a La La Land como merecedora del Oscar a Mejor Película (eso es bastante discutible, y Moonlight también es una excelente película), pero sí resaltar los motivos por los cuales me gustó y pienso que su nominación a la categoría estaba más que justificada.
¿Por qué me encantó La La Land?
En primer lugar, porque me sentí identificada. Y no, no pienso que empezar por aquí me quite seriedad como crítica, pues toda crítica tiene un margen de subjetividad (de lo contrario, todas las opiniones de los críticos serían exactamente las mismas, y no suele ser así… incluso algunos cambian de opinión). Me identifiqué con los dos protagonistas porque me parece que reflejan bastante bien las frustraciones que vivimos todos los que nos dedicamos al arte: los familiares diciéndote que de eso no se vive, que tómalo como hobbie, que “tienes que madurar”, y tú -“necio”, fiel a lo único que te apasiona y te nace hacer-, prefieres vivir con un ermitaño y seguir guerreando por atrapar una oportunidad… antes que condenarte a hacer algo que te haga infeliz.
Ése diría que es mi gancho emocional más fuerte con la película; sin embargo, no es el único motivo por el cual me gusta o lo único que aprecio de ella.
Su música en particular está muy bien hecha y colocada, precisa para construir esa atmósfera de ilusión/desilusión, donde saboreamos nuestros sueños y a la vez nos estrellamos cincuenta veces contra el piso. La caída, la resignación y el fracaso son -pues- un fantasma que persigue constantemente a los personajes, es el pozo que requiere que ambos se tomen de la mano para ser saltado.
La energía de ambos actores -por cierto- es desbordante; a Ryan Gosling le brillan los ojos al interpretar la pasión de su personaje, y Emma Stone es sencillamente encantadora.
La emoción que transmite Sebastian al hablar de Jazz es desbordante y contagiosa |
Si eres más de un estilo de narrativa clásica (inicio-nudo-desenlace, sin mucho “adorno”), probablemente la puesta en escena no te enamore. Si no te detienes a admirar los bailes ni lo bien construidos que están los escenarios, posiblemente no comprendas lo difícil que debe haber sido la elaboración de esta película. Repito: toda apreciación tiene un margen de subjetividad, así que si no te gustó, es válido.
Lo que no me parece válido es que se menosprecie una excelente producción que cuenta con: fotografía A1, muy buenas actuaciones, buena construcción de personajes, trama bien armada, excelente banda sonora, excelente dirección de arte (creación de escenarios) y un final inesperado y muy bien armado. Todos estos elementos hacen que -como producto culminado- La La Land se haya merecido su nominación -te guste o no-. Puedes decir que la película no era tu onda…pero a decir que “no pasa nada” y ponerte en plan de “hater”... hay que tener cuidado.
*LA YAPA*
*Esta pela sigue en cartelera, así que -si no la has visto-, te aconsejo no escuchar a los haters y construir tu propia opinión.
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