Por:
Jean Piero Camarena Sanabria
(Staff del círculo de anime de la ULima)
Leer Maus,
de Art Spiegelman, es un viaje muy personal e íntimo hacia las memorias del
protagonista. Y hago énfasis en “personal”, porque Vladek (nuestro personaje principal), es el padre del autor, quien
vivió en carne propia uno de los más trágicos momentos de la historia: La
Segunda Guerra Mundial. Por esto, y con información de primera mano, Spiegelman
es capaz de reconstruir la cara más
cruda, humana y realista de esta época, y en especial, humana, del oscuro
episodio del Holocausto
El
autor construye una novela gráfica
basada en entrevistas a su propio padre: Vladek Spiegelman, un judío polaco. Su objetivo: explorar a
profundidad las vivencias de su familia durante uno de los más atroces episodios
de la humanidad.
Cuando
se comenzó a publicar en 1980, el
cómic no era tomado como un medio de expresión lo suficientemente serio como
para representar este tipo de temáticas, por lo que Art tuvo que innovar en la
narración de su obra. Su forma de hacerlo fue utilizando animales y su
comportamiento en la cultura popular para representar a cada grupo de personas
con una especie distinta. Así, los
judíos son ratones, los nazis son gatos, los estadounidenses son perros, etc.
Cada animal escogido cumple un rol durante los hechos de la Guerra, los ratones son cazados por los gatos, pero
ellos son perseguidos por los perros.
La
elección de los animales también fue realizada como crítica hacia los países y su accionar durante la guerra, esto
provocó que su obra fuera prohibida durante algunos años en varios de ellos
(como en Polonia, donde sus
habitantes fueron representados como cerdos), ya que se sintieron ofendidos por
su representación. La novela gráfica se dividió en dos tomos: Mi padre sangra
historia (publicado en 1986) y Allí
empezaron mis problemas (1991), relatando respectivamente la vida de su
padre como judío antes y durante la guerra y su posterior traslado a Auschwitz (uno de los campos de
concentración nazi más hórridamente famosos).
Esta
obra no solo es el primer comic en ganar un premio Pulitzer (1992), sino que fue (y sigue siendo) una
experiencia narrativa fuera de lo normal. Con cierta frecuencia, los medios de
comunicación nos muestra a los protagonistas de estos relatos de manera idílica,
remarcando especialmente en su nobleza y sus actos heróicos. Por el contrario, Maus
es un golpe de realidad; el autor desde
un inicio no muestra la mínima intención de idealizar la figura de su padre o
la de su familia.
Esto
lo observamos durante el desarrollo de la historia, donde se narra
simultáneamente dos líneas temporales:
las vivencias de su padre durante los años de la Guerra (1930-1945), y la relación que tenía con su padre durante la
concepción y creación de la obra (1977-1979).
Usando estas líneas narrativas, Art nos presenta a una “persona real”, señalando los defectos y virtudes de su padre antes,
durante y después de la Guerra.
Vladek es un personaje atípico;
durante la mayor parte del tiempo puede
llegar a caernos bastante mal, dado que es tacaño, interesado y bastante
prejuicioso. Sin embargo, es imposible no conectar con él durante los horribles
pasajes de la guerra: el hambre, la
enfermedad, el maltrato, la pérdida de amigos, parientes… hijos. Una serie
de calamidades tan atroces que dejan huellas profundas en los supervivientes
aún muchos años después.
Lo que sentimos hacia Vladek durante esos
pasajes es sincero, cada momento
de angustia, terror y felicidad que le sucede, podemos sentirlo como si
fuésemos él. Porque en Vladek vemos a un
padre, esposo, hijo o amigo; y aunque sepamos desde el comienzo de la
historia que él sobrevivió, realmente queremos conocer los detalles de lo que
tuvo que pasar para llegar a contarnos su historia. En este punto, la obra nos lleva a preguntarnos si
nosotros, quienes la leemos, hubiésemos tenido su fortaleza o voluntad para
vivir un día más.
Todo lo anterior se amplifica en el final de la novela gráfica, que consigue un efecto diferente en cada persona: tristeza, alegría, desesperanza o una profunda reflexión. Es posible que leer Maus sea “denso” por todas las emociones que nos hace sentir mientras nos adentramos en su historia, pero es precisamente que se convierte en una lectura imprescindible.