The Rocky Horror Picture Show era una película que venía
intrigándome desde hace tiempo, debido a unas referencias que le hicieron en la
película Las Ventajas de ser Invisible,
y luego porque casualmente me tope en youtube con uno de sus hilarantes temas musicales
(Touch-a touch-a touch me… I wanna be
dirty… (8)). El travestido Doctor Frank-N-Furter, recostado en la portada
del disco que figuraba en la pantalla, me seducía con una implícita invitación
a ver la pela…
Y la conseguí. O mejor dicho, un amigo mío la trajo previa
advertencia de que podía ser una experiencia insoportablemente pastrula. Por
una parte creo que tenía razón; por otra, se le olvidó decir que The
Rocky Horror Picture Show tiene
un “algo” terriblemente seductor… que te atrapa en esa explosión de colores
estridentes y canciones con letras tan burlonas como extravagantes.
Science fiction, double feature es un estribillo que no puedes
quitarte de la cabeza, y es también el tema principal de la pela, con la que arranca
todo; una cantaleta llena de nombres y referencias
a clásicos filmes de horror y ciencia ficción serie B (a los cuales seguirá
haciendo guiños en el resto del filme).
Luego hay un corte seco, hacia una escena que, en principio,
parece no tener relación absoluta con el inicio. Una pareja acaba de casarse y
la joven Janet Weiss (Susan Sarandon) atrapa el bouquet. Ni
dos minutos después, su novio Brad Majors
(Barry Bostwick), un tipo que se ve tan
lelo y cucufatón como ella (enfatizando en los lentesazos de nerd), le pide
matrimonio… y los dos tortolitos dando saltitos de aquí pa’ allá’ declarando su
amor.
… Pero aguanten el lonche en el estómago, que ahorita la
cosa se pone interesante.
La parejita decide ir a buscar a su amigo el Dr. Scott (Jonathan Adams) para contarle la buena nueva, cuando, en medio de
la noche, les atrapa una tormenta y un pinchazo en la llanta del auto. No les
queda otra que refugiarse en un tenebroso castillo sacado de Frankenstein o de la historia del Conde
Drácula, donde les recibe un “hospitalario” jorobado (Riff Raff, interpretado por Richard
O’ Brien, quien es autor de la obra
original).
El amo y señor del castillo, es nada menos que un travestido científico loco con look
vampirezco: el Dr. Frank-N-Furter (Tim Curry), quien les invita a ser
testigos del despertar de su más brillante creación: Rocky (Peter Hinwood), un rubio, musculoso y descerebrado sujeto,
destinado a cumplir las fantasías de su creador.
Lo que sigue es un festín de bailes estrambóticos y
situaciones disparatadas que pondrán a prueba la mojigatería de los recién
llegados (hecho que, si bien jala el ojo hasta hoy en día, fue toda una bomba
nuclear en los años 70). La risa se desata, tanto por el absurdo, como por el
carisma del villano; y es que Tim Curry
no puede ser más encantador en medio de la perversidad que refleja en su papel.
Es uno de aquellos “malos” a los que es imposible odiar, que seduce con su atrevimiento y con el
carácter lúdico que envuelve cada una de sus “travesuras” (crímenes).
Definitivamente, el diálogo que mejor lo refleja, se da cuando Brad, tras un
proceso de transformación de su personaje, pregunta “¿Y él qué ha hecho?”, y su
amigo el doctor Scott le recuerda lo ocurrido con su sobrino Eddie (Meat Loaf).
Como punto aparte pero igual de importante, la banda sonora es hipnotizante. Los
temas son pegajosos, vivos, provocan al espectador levantarse de su asiento y
empezar a bailar al ritmo de los bizarros seres multicolor que aparecen en
pantalla. Vale decir que la estética visual
es un complemento fundamental para estos temas, pues no se trata sólo de la
música, sino de una performance completa
que hace que uno –mentalmente- se convierta en un personaje más del reparto.
Eso sí, no es un filme recomendado para quienes busquen
pasar el rato con una narrativa clásica (de inicio, nudo y desenlace bien
definidos), que esperen un filme donde “pasen cosas y haya un resultado
específico”. No. Éste es un filme para
dejarse atrapar, y –si me permiten la expresión-, para dejarse drogar por esa
explosión de sensaciones audiovisuales.
Si te atreves a ver The Horror Picture Show, olvídate de
que la silla es la silla… Chapa tu
platillo volador y proyéctate a la “transexual Transilvania” que te ofrece
el doctor Frank-n-Furter junto a todo su séquito.
Ficha técnica:
Dirección: Jim Sharman
Producción: Michael White
Idea original: Richard O'Brien (obra teatral homónima)
Guión: Jim Sharman
Música: Richard
O'Brien
Fotografía: Terry Ackland-Snow
Montaje: Graeme Clifford
Reparto: Tim Curry, Susan Sarandon,
Barry Bostwick, Richard O'Brien, Peter
Hinwood, Meat Loaf
Países: Estados Unidos, Reino Unido
Año: 1975
Idioma: Inglés
Género: Musical, comedia, horror, ciencia ficción
Duración: 100 minutos